viernes, 25 de enero de 2008

FSM: Relatoría: “Transgénicos y Biodiversidad”



Foro 7 Con la naturaleza otro mundo es posible

Fecha: 23 enero 13-14:30 hrs.

Ponentes: Dra. Cristina Barros, investigadora en asuntos culturales;

Antonio Serratos, investigador de la UACM;

Catherine Marielle, del Grupo de Estudios Ambientales, A.C., GEA.

A decir de la Dra. Barros, en México el problema de los alimentos transgénicos no sólo se relaciona con la pérdida de biodiversidad y posibles afectaciones a la salud, se relaciona también con las expresiones culturales propias del país, puesto que históricamente, la relación entre el hombre y el maíz ha estado tan ligada, que se ha generado una especie de dependencia entre ambos, siendo que el maíz no se desarrolla sin la intervención del hombre, pues para que crezca y se desarrolle la milpa es necesario que el hombre desgrane la mazorca; por el otro lado el hombre, por la diversidad alimenticia del maíz, no puede vivir sin el. Por ejemplo, existen maíces palomeros que revientan al calor; pozoleros que revientan en el agua; el pinole, especial para las harinas o los propios para la elaboración de las tortillas, que por sus colores son utilizados de manera simbólica en diferentes culturas, como es el caso de los indígenas mazahuas quienes utilizan un maíz morado o negro durante la semana Santa; los ñañús, que utilizan el púrpura para ceremonias sagradas o en las bodas de pueblos, donde se acostumbra tener maíces de todos los colores ya sea blanco, azul, rojo, negro, púrpura.

Los cambios que se han dado en las más de 50 razas de maíz y otras tantas de otra variedad que existen en nuestro país, aportan, a decir del investigador Antonio Tourrent, “una continuidad del conocimiento”, pues se trata de mazorcas con un número de 200 granos en promedio adheridas al olote que, al transformarse proporcionan datos variados.

Por sus características, actualmente se distinguen 3 grupos principales de maíz:

  1. El chilote, harinero y palomero localizado principalmente en el Istmo de Oaxaca.
  2. Los de formación cónica y terminados en punta, como en los valles altos de México (milpa Alta, Tláhuac, Puebla o Pachuca).
  3. Maíces jala, identificado con los huicholes.

La utilización del maíz es igual de variada, se utiliza como alimento incluso la plaga, como es el huitlacoche; como embalaje, forraje, abono, para la producción de azucares, medicinas, entre otras. Tan importante es el maíz en México como en toda América Latina, donde en conjunto suman 200 razas de maíz. Venezuela, Ecuador, Guatemala, Perú y Honduras, son algunos de los países que también dependen del maíz.

Si se llegara a contaminar la milpa del maíz criollo con el polen de los maíces transgénicos esta riqueza cultura, biológica y ancestral se perdería y, en México, la diversidad y pluralidad son su identidad, su riqueza cultural.

En la presentación del investigador Antonio Serratos, se definieron algunos conceptos básicos como es el término de “organismo transgénico”, el cual es un individuo de cualquier especie al que se le ha introducido un gen de otro organismo.

Desde 1953, con el descubrimiento de la estructura del ADN, se han podido hacer modificaciones a la genética de cualquier ser vivo a través de la segmentación y aislamiento de determinados genes para posteriormente manipularlos para su mejoría.

Por ejemplo el maíz insecticida Bt, se realizó a partir del aislamiento de una bacteria que contenía una proteína tóxica que existía en los campos de cultivo de manera natural. Con las herramientas bioquímicas modernas, se pudo extraer el gen de esta bacteria e inyectarse en otros maíces para detener el problema de determinada plaga del maíz. La lista de alimentos transgénicos en el país es larga, pero aún no se han liberado, tal es el caso de papayas, zanahorias, calabazas o papa.

México es centro de origen, diversidad y domesticación de cultivos como es el caso del maíz. Por ello, en materia de bioseguridad, sabiendo los riesgos que se corren y el impacto social que atraería la producción de maíz transgénico, es que en 1988 se suspendió la prueba en el campo de maíces transgénicos.”La biotecnología no se debe satanizar, sino socializar, y tener cuidado en su aplicación”.

Paradójicamente, en la ciudad más grande del mundo aún existe una amplia zona de cultivos tradicionales como es el sur de la Ciudad de México que es suelo de conservación y donde lamentablemente se encontró maíz transgénico, por ello habrá que defender estas zonas.

Desde una perspectiva social y de movilización, la investigadora Catherine Marielle, del Grupo de Estudios Ambientales, A.C., GEA, centró su ponencia en las estrategias civiles que el GEA ha emprendido en la defensa del maíz y la sustentabilidad en México.

Estas estrategias están divididas en tres partes que son: 1) reivindicación de raíces, estrategia que resalta los fundamentos, principios y valores de la agricultura campesina. En este sentido, desde la década de los setenta, el GEA trabaja en contra de la imposición de la ingeniería tecnológica y al contrario, ha venido rescatando la sabiduría campesina, la “sabiduría del huarache”, que revaloriza el saber campesino e indígena. Esta estrategia, denominada Sistemas Alimentarios Sustentables, se ha acompañado de la implementación de técnicas como la agroecología, la conservación de suelos y de diversas tecnologías participativas que abarcan no sólo aspectos alimentarios, sino también políticos, económicos, sociales, culturales, éticos, incluso espirituales, pues las comunidades campesinas tienen mucho que enseñar.

Una segunda fase consiste en la creación de alianzas y redes encaminadas a contrarrestar las imposiciones gubernamentales nacionales e internacionales que obligan al país a la dependencia alimentaria, como es el TLCAN. Estadísticas señalan que tan solo en 2006 se importaron de Estados Unidos 10 millones de toneladas de maíz, de las cuales el 60% fue maíz revuelto con maíz transgénico de mala calidad, un maíz que es utilizado como forraje para animales. En 2008, se estima que la importación de alimentos será del 50%, una dependencia alimentaria total, principalmente de nuestro vecino del norte.

Por otra parte, las empresas biotecnológicas no garantizan la calidad alimentaria, al contrario expresan muchas falacias como es la seguridad alimentaria. Como ejemplo, mencionó el caso del arroz LL601, el cual se importó el año pasado siendo éste un arroz prohibido en Estados Unidos y Europa. En México pese a las denuncias de Greenpeace a la fecha se sigue distribuyendo por todo el país. Antes del TLCAN México importaba el 20% del arroz, después del tratado comercial el porcentaje ha aumentado al 80%.

En este sentido, ejercer el derecho a la información es una herramienta fundamental para hacer frente a los transgénicos. Lo que ha sucedido después de la Ley de Bioseguridad, son los constantes intentos por liberar el maíz transgénico en México, sin embargo debido a la movilización y denuncia de varias organizaciones nacionales e internacionales se ha podido frenar, pero es necesario crear más alianzas, por eso se creó la campaña Sin maíz no hay país.

Finalmente, las experiencias demostrativas son estrategias que funcionan como factores de cambio, ya que para mantener una lucha de resistencia por el maíz es necesario tener propuestas precisas y como ejemplo mencionó el caso de la región centro de la montaña de Guerrero donde el SAS está funcionando exitosamente. A la fecha las comunidades campesinas producen, transforman y comercializan diversos productos de elaboración local.

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