A la militancia perredista
A la opinión pública
Al pueblo de México
“De la miseria sucia nacen las políticas sucias:
el hecho de no impedirlas, incluso modestamente, equivale a contribuir a ellas”
Michel Onfray
1. La imposición de Jesús Ortega Martínez al frente del PRD es moral, política y éticamente inaceptable. Asumir ésta equivaldría a aceptar que la traición, la corrupción, el cinismo y el ponerse al servicio del gobierno usurpador, sean las formas de hacer política de la izquierda mexicana.
2. Permanecer en el PRD frente a ese atropello mayúsculo, sería convalidar esas prácticas deleznables y tratar como compañeros a quienes son ya parte activa de la derecha mexicana.
3. Sería además, ser cómplices de quienes simulando ser opositores, construyen día a día acuerdos con el PRI y el PAN para sumir al pueblo de México en una mayor miseria, hambre y desesperanza, asumiendo políticas contrarias a los intereses de la mayoría de los mexicanos.
4. Sería ser parte de un proceso de profundización del deterioro y desmantelamiento del mayor partido político de izquierda electoral en México.
5. Continuar en el PRD equivale a validar la imposición de Ortega Martínez materializada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, imposición que es el pago a servicios prestados al gobierno usurpador por Nueva Izquierda y sus aliados dentro del PRD.
6. Tolerar esa seudo dirección al frente del Partido, es asumir que se está de acuerdo con su política de reconocimiento del gobierno de facto, de entrega de PEMEX a las transnacionales del petróleo; sería compartir la política perversa de minar desde dentro al movimiento de resistencia al gobierno usurpador y de reventar al principal liderazgo de la izquierda en México y en general, a todo el movimiento social que se ha pronunciado en contra de las iniciativas privatizadoras y entreguistas del gobierno de la usurpación.
7. Continuar en el PRD significa convalidar la tarea del tribunal electoral de violentar el voto ciudadano, legalizar fraudes electorales, de construcción de falsos triunfos y de gran simulador de procesos legales.
8. Seguir militando en el PRD significaría la aceptación del control absoluto de los partidos opositores en México, al asumir como válida la injerencia del Tribunal en la vida interna de los partidos, torciendo los resultados de sus elecciones internas, rechazando las decisiones de sus instancias.
9. Mantener nuestra tarea en el PRD implica aceptar la alianza entre Nueva Izquierda y el gobierno usurpador. Representa convalidar que con esa imposición, el control del partido esté en manos de una burocracia corrupta, incapaz y popularmente repudiada.
10. No podemos permanecer en el PRD y asumir impávidos que Ortega Martínez dé los pasos faltantes para el reconocimiento formal del gobierno usurpador por parte del Partido.
11. Continuar en el PRD es aceptar la entrega de PEMEX a las transnacionales del petróleo y apoyar, se quiera o no, a una dirección que convalida las políticas impopulares instrumentadas por el calderonismo y que sostiene, con su servilismo y miopía, o con franca traición, a un gobierno que se cae solo y a jirones.
12. Seguir trabajando para el PRD es olvidar que el 16 de marzo de este año, se realizaron elecciones internas en el Partido y que, a pesar de las prácticas fraudulentas que se efectuaron durante la jornada electoral principalmente en favor de Ortega, la militancia emitió su voto mayoritariamente en favor de Alejandro Encinas para presidente del PRD.
13. Continuar en el PRD implica olvidar que la misma noche del citado domingo de marzo, Mitofsky e IMO, emitieron los resultados del conteo rápido que daba un amplio margen de triunfo a Encinas. Que la mañana del 17 de marzo, las primeras planas de casi todos los diarios nacionales reconocían la derrota de Ortega, al igual que los medios electrónicos masivos de comunicación (radio y televisión, nacional y local).
14. Militar en el PRD representa pasar por alto que durante varias semanas, Nueva Izquierda y sus aliados dentro del Partido, con la ayuda de los medios de comunicación y en acuerdo con el gobierno usurpador, se dedicaron a desconocer su derrota, a desacreditar el proceso interno y a intentar construir una falsa imagen de triunfo, objetivo que por cierto, nunca consiguieron.
15. Reconocer a la dirigencia impuesta por el tribunal electoral sería olvidar que las instancias del Partido prefirieron, frente a la imposibilidad de declarar ganador a Ortega, anular la elección interna, después de meses de litigio y de reventar una a una, cada instancia interna del partido (órgano electoral, presidencia del PRD, Comisión Nacional de Garantías, Comité Ejecutivo y Consejo Nacional).
16. Permanecer en el PRD sería como pretender olvidar que se premió al colaboracionismo de Nueva Izquierda y sus aliados con el gobierno usurpador, al reconocer a la dirigencia de Acosta Naranjo surgida de una reunión en que se suplantó al VI Consejo Nacional del PRD y mediante maniobras, se apropiaron de la presidencia y la secretaría general nacionales, ello a pesar de ser un grupo minoritario que además había sido derrotado en las elecciones del 16 de marzo de este año.
17. Continuar en el PRD representa convalidar el paso del colaboracionismo a la traición que la dirección de Acosta Naranjo materializó. Ese paso se dio al aprobar junto con el PRI y el PAN la entrega de PEMEX y del petróleo de los mexicanos a las transnacionales petroleras, y de la institucionalización de la política de ataque permanente al movimiento popular y progresista del país y al principal liderazgo que tiene la izquierda mexicana.
18. Formar parte del PRD en estos momentos, sería pretender no ver que bajo la dirección de Acosta, NI se quitó la careta y a la par que formalizaba las relaciones con el gobierno usurpador a través del finado Mouriño, arreciaba los ataques contra Andrés Manuel López Obrador y el movimiento popular que encabeza, del cual el PRD forma parte fundamental.
19. Mantenerse en el PRD significa perdonar el colaboracionismo (preámbulo de la franca traición), que inició con la decisión de permitir la toma de protesta de Calderón el 1º de diciembre de 2006 y que quizás se fraguaba en las críticas veladas y malintencionadas contra la resistencia al fraude electoral en los meses posteriores a las elecciones presidenciales del 2 de julio del mismo año.
20. No salirse del PRD equivale a pasar por alto el colaboracionismo que fue avanzando abiertamente en las voces del senador que se esconde tras el seudónimo de René Arce, de su hermano Víctor Hugo Círigo, del delegado en Iztapalapa, Horacio Martínez Meza y de los diputados federales Francisco Santos Arreola de Tultitlán y Antonio Soto de Michoacán. Primero fueron voces aisladas, voces que fueron creciendo con la llegada de Ruth Zavaleta a la Presidencia de la Cámara de Diputados.
21. Continuar en las filas del PRD es dejar atrás todas las señales del trabajo de zapa que se ha gestado contra el movimiento, labor que se manifestó con las visitas a la residencia oficial de “Los Pinos”. Primero con Tonatiuh Bravo (sin foto y de manera discreta) y después con foto y difusión del Senador Héctor Bautista. Todo encaminado a ir allanando el camino del reconocimiento de quien usurpa la presidencia de la República.
22. Permanecer en el PRD sería no reconocer que la línea vigente en el Partido es la del desconocimiento del gobierno usurpador y que, a pesar de ello, Nueva Izquierda y sus aliados han trabajado intensamente en contra de la línea y los intereses del PRD y del movimiento. Las visitas y declaraciones en favor de Calderón fueron actos fallidos que tuvieron que ser desconocidos y condenados en su momento, aún por Nueva Izquierda.
23. Continuar en el PRD implica olvidar que Nueva Izquierda no descansó y nuevamente, intentó reconocer a Calderón en el X Congreso Nacional del Partido. Bajo la falacia de debatir con Calderón en su informe de gobierno, Nueva Izquierda y sus aliados pretendieron reconocer a Calderón después de haber aprobado por unanimidad la ratificación del desconocimiento del gobierno de facto que éste encabeza, decisión que por cierto, sigue vigente y que violan de manera sistemática y permanente.
24. Actuar en el PRD como si nada pasara, sería olvidar que en el citado Congreso, la decisión de reconocer a Calderón fue defendida por los senadores Carlos Navarrete y Pablo Gómez y que ese mayoriteo nos obligó a salirnos del mismo a cerca de cuatrocientos delegados del X Congreso, hecho que llevó a Nueva Izquierda a rectificar y a rechazar el reconocimiento o debate alguno con Calderón.
25. Mantenernos en el PRD significa compartir la política servil y contraria a la línea del Partido que desarrollan los gobernadores electos bajo las siglas del PRD.
26. Continuar en el PRD nos obligaría a olvidar que todavía el seis de mayo de este año, el diputado federal Francisco Javier Santos Arreola tuvo que retractarse de sus halagos y reconocimiento a Calderón en la residencia oficial de “Los Pinos”, y tuvo que hacerlo, porque el colaboracionismo seguía sin tener cabida en el Partido, a pesar de los avances que en los hechos, esta política colaboracionista venía logrando. En su momento, el citado diputado fue amonestado por su conducta.
27. Militar en el PRD exigiría contemporizar con quien en su esfuerzo por encabezar el Partido a cualquier costo, pasó del colaboracionismo a la franca traición. De hecho, con la llegada de Acosta Naranjo a la dirección del Partido, Nueva Izquierda dejó de lado todo pudor y la voz de éste, la de Jesús Zambrano, la del propio Ortega Martínez y la de Carlos Navarrete siempre de manera hipócrita, se sumaron abiertamente al servicio del gobierno usurpador y de la construcción del reconocimiento del mismo.
28. Actuar en el PRD conlleva a aceptar la política entreguista de Nueva Izquierda que formalizó la relación con el gobierno calderonista a través del difunto Mouriño. Sería compartir el camino del reconocimiento al gobierno de Calderón que Ortega Martínez hará de éste, como ya lo hizo Acosta Naranjo cuando se sumó a las viudas políticas de quien en su condición de extranjero, ostentaba de manera ilegal la Secretaría de Gobernación y que se enriquecía al cobijo del poder con Petróleos Mexicanos.
29. Permanecer en las filas del PRD sería desconocer que Jesús Ortega Martínez no puede dirigir al Partido, que ni siquiera puede asistir a un acto de masas, ni tampoco podrá recorrer el país, ni acercarse a la militancia del mismo.
30. Continuar en el PRD sería negar lo que para nosotros es indiscutible: que ningún hombre o mujer libre puede tolerar la imposición de quien no ganó con los votos de la militancia la presidencia del PRD.
Por ello es que hacemos pública nuestra renuncia al PRD. Somos fundadores del Partido. Dedicamos veinte años de nuestra vida a este proyecto político partidario. Como tantos hombres y mujeres libres que sumaron su esfuerzo para hacer del PRD un instrumento de lucha, de transformación y de cambio, militamos en el PRD con pasión, consecuencia, firmeza, honestidad y entrega.
Como tantos hombres y mujeres, nuestra procedencia es distinta, María Fernanda Campa Uranga tiene toda una vida de lucha en la izquierda. Participó en las Juventudes Comunistas, en el movimiento estudiantil del 68, en Punto Crítico y es un ejemplo de congruencia y consecuencia política. Gerardo Fernández Noroña, desde el movimiento popular, llegó al PRD como primera y única experiencia político partidaria. Ambos tuvimos, en distintos momentos, oportunidad de estar en la dirección nacional del Partido. Fernanda en los tiempos en que se ponía dinero de la propia bolsa para las tareas partidarias y ni siquiera sueldo había; Gerardo en el tiempo en que ganamos la Presidencia de la República. Horacio Flores Flores, militante de la izquierda desde hace mas de 30 años, participó en Punto Crítico, fue dirigente estudiantil y fundador del PRD en el Estado de Nuevo León, donde hubo de enfrentar luchas difíciles en las que los principales protagonistas en muchas ocasiones, fueron quienes convalidando al gobierno de la represión, legitimaron la persecución en contra de los luchadores sociales, en ese entonces, lo hicieron a través del PFCRN, el PST y otros grupos autoproclamados de izquierda y hoy apoderados del PRD, que juegan lamentablemente el mismo rol.
Dejamos atrás una larga trayectoria en el PRD, pero no dejamos, bajo ninguna circunstancia, la participación política y la defensa de las mejores causas del pueblo de México. Seguiremos trabajando, con un comportamiento digno y consecuente, por alcanzar los sueños más caros de nuestro pueblo. No podemos, ni debemos olvidar, a los más de seiscientos perredistas, hombres y mujeres, que dejaron su vida en la lucha contra el fraude electoral, en su empeño por un México mejor y en la construcción del Partido.
Llamamos a todos los militantes y simpatizantes del PRD a construir una verdadera opción de izquierda en el país y a dejar el cascarón, a esa burocracia corrupta, servil y entregada al gobierno usurpador y de derecha que Calderón encabeza.
En momentos como éste, la actuación con firmeza y consecuencia debe imponerse más temprano que tarde. La política al servicio de la gente, para construir un México con libertades, justicia social y equidad tendrá que triunfar.
La imposición de una dirección al servicio del gobierno usurpador al frente del PRD es, sin duda, una derrota de la izquierda. Pero es una derrota a la mala, producto de la traición y la barbarie. Por ello, no cuenta con nuestra aceptación o complacencia. Frente a la imposibilidad de evitarla, nos queda el camino de su rechazo tajante y sin medias tintas que es nuestra renuncia. Confiamos en que al final, Ortega y sus aliados acaben en el basurero de la historia y haremos todo lo que esté en nuestra mano, para que esta deshonra y villanía, ni se perdone ni se olvide.
Dejamos en el PRD a compañeros y a compañeras, a amigos y amigas, con los que seguiremos encontrándonos. Esperamos que ello sea pronto, bajo un mismo esfuerzo partidario, ya que al PRD no le vemos rumbo ni futuro. O más claro aún, le vemos el rumbo de la traición, el oportunismo y el descrédito.
“DEMOCRACIA YA, PATRIA PARA TODOS”
María Fernanda Campa Uranga Gerardo Fernández Noroña Horacio Flores Flores
México, Distrito Federal, a 27 de noviembre de 2008