jueves, 25 de junio de 2009

VOTAR, NO VOTAR, ANULAR EL VOTO

Fuente: La Jornada de Oriente (Puebla)

El sufragio de la izquierda

JUAN LUIS CONCHEIRO BÓRQUEZ

Como quedé hace un par de horas escribo, pensando en que se abra un debate sobre el voto que emitirá la izquierda el próximo 5 de julio.

En primer lugar, quiero decir que siempre he votado en conciencia, nunca por disciplina; por ejemplo, en 1988, el partido en el que militaba entonces tenía dos candidatos al senado, Rincón Gallardo y Álvarez Icaza, el padre de Emilio; y yo decidí votar por Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, quienes llegaron al senado y dieron un combate admirable.

En 1970 llamamos a votar abstención activa y pintamos por toda la ciudad estas dos palabras que después había que repetir en la boleta electoral; yo todavía no votaba. Antes, en 1967, el Partido Comunista Mexicano llamó a votar escribiendo RED, que era reforma electoral democrática; luego ante López Portillo, candidato único del orden y la derecha llamamos a votar por Valentín Campa Salazar, al final nos atribuimos todos los votos nulos, un millón 600 mil votos por el candidato obrero.

Ahora encuentro imposible votar con conciencia por el PRD, chuchistas o no, y más que nada porque los candidatos de la corriente que sea apestan a lo mismo que la clase política priista y panista. Por ejemplo, el candidato a jefe delegacional en Coyoacán con los lemas del PAN por razones de mercadotecnia, estoy seguro que no conoce el programa del PRD ni le interesa saber qué se propone, en general es un abandono del programa que dificulta enormemente votar por ellos, pero la opción de Andrés Manuel no me parece, recuerdo que el actual presidente del PT, parece que es vitalicio, Alberto Anaya se ganó –en 1988– el mote de Beto Canalla, era amigo personal de Salinas de Gortari, votó por él en la Cámara de Diputados, entonces ahí se calificaban las elecciones, traicionando a la coalición del PSUM con el Frente Democrático Nacional, es decir, desde los orígenes este partido está ligado principalmente al hermano incómodo, Raúl Salinas. De Convergencia los dirigentes vienen del echeverrismo, el asesino de Estado por excelencia o por repetición más connotado de México; quizá por ello en 2006, cuando atacaban a Andrés Manuel de echeverrista, éste nunca respondió nada ni se desmarcó en ningún punto de LEA; estaba preocupado en desmarcarse de Hugo Chávez, que sea lo que sea no se puede comparar al asesino en cuestión.

Ahora bien, a la luz de la experiencia europea, el abstencionismo sirvió a la derecha para encumbrarse con una mayoría cuando son una minoría ridícula, pero los costos de la crisis financiera causada por los grandes operadores del capital financiero, el electorado parece pasárselos a la izquierda, una consecuente y otra casi tan neoliberal como el centro y la derecha. Faltó hacer a un lado el sectarismo y el individualismo egoísta a ultranza para detener a la derecha. Este podría ser el costo, abstenernos puede encumbrar a la mafia en el poder que no dudaría en establecer el Estado de Policía (versus el Estado de Derecho) que ilegalmente se ha ido implantando en el país, ellos dirían implementando, pero con carta de legalidad, votado como leyes por los fascistas y mafias de traficantes y pederastas unidos, a través de los medios Televisa, TV Azteca y una amplia etcétera. Alguna vez que he votado he tomado en cuenta la utilidad del voto, pero muchas más he votado por convicción, ahora carezco de esta última, pero hay algo de la utilidad que me hace pensar, ¿podríamos detener el ascenso de la derecha votando por lo que se dice izquierda mayor electoralmente?

Unas ideas y unas direcciones que buscan estimular el debate, para juntos construir una propuesta, estamos contra el tiempo.
Voto por el cambio

JESÚS ECHEVARRÍA
Voy a ir a votar este 5 de julio, y lo haré por un cambio en nuestro sistema político, es decir: anularé mi voto. Este fenómeno, al que se ha llamado voto nulo, se ha generalizado en buena parte de la sociedad. Su raíz está en una decisión individual legítima e inatacable: Quiero la democracia; por tanto voy a votar, pero ningún partido me representa, por tanto no voto por ninguno. A partir de esta decisión individual se construye un movimiento. Es como una ola formada por infinidad de gotas que empieza a moverse en la misma dirección, y ésta no es otra que el cambio de nuestro sistema político.
La mayoría de las opiniones en contra de esta opción electoral apelan a la conciencia ciudadana, pero olvidan que, justamente, el voto nulo es una decisión consciente y meditada. Además, decirme que debo votar por alguien que considero ma-lo, resulta pésimo. Creo que este movimiento político ciudadano va a cimbrar a la partidocracia, porque va evidenciar su ilegitimidad y frzándolaa modificarse, a abrirse. Desde mi punto de vista el movimiento anulacionista tiene este sólo propósito y se extinguirá al cumplirlo. Podrán surgir, y ya lo han hecho en el pasado reciente, otros movimientos ciudadanos con distintos propósitos, es lo deseable; y muy democrático, por cierto.


Fetichismo electoral
Marco Aurelio García Barrios
“Ser o no ser”, se cuestionaba Hamlet, príncipe de Dinamarca. Pero la frase más pertinente de la conocida tragedia para el Mé-xico de hoy es esta “¡algo está podrido en Dinamarca!”; y sí, algo está más que podrido en nuestra decaída República.
“¿Votar o no votar?”, se preguntan los “ciudadanos”. La papeleta de la jornada comicial se ha convertido en un fetiche, un sustituto de ciudadanía. Un fetiche, no más. Como los cubrebocas a los que ob-sesivamente se aferraba la gente cuando la gripe porcina: el cubrebocas salvador. Igual pasa con la papeleta comicial, en-tronizada al rango de sucedáneo de ciudadanía; pero ese pedazo de papel es apenas otra ilusión del mercado de baratijas de la modernidad capitalista.
¿Qué diría Aristóteles si se dejara caer por este México del 2009? “País de es-clavos y oligarcas”, sería su posible co-mentario. Ser ciudadano o no serlo, esa es la cuestión. Y ser ciudadano un día ca-da tres o cada seis años es no ser nada, es negarse la ciudadanía y aferrarse infatil-mente al fetiche de la papeleta. Así, votar o no votar, o votar nulo, todo es intrascen-dente. Porque ser ciudadano es vivir la ciudadanía 365 días al año, como hacen en Bolivia y en Venezuela. Lo demás son ilusiones y ya, además de onerosas.

1 comentario:

Unknown dijo...

“Consumados los hechos del “voto nulo”, exhortamos a las instituciones de cultura superior, los organismos sociales representativos, los académicos, investigadores, intelectuales y comunicadores a que, haciendo uso de nuestros derechos y con toda libertad, convoquen a la ciudadanía, principalmente a la juventud, a discutir y formular un Proyecto de Nación que nos una retomando los principios, objetivos y valores esenciales de nuestra Carta Magna, cuyo propósito fundamental siempre ha sido el bienestar de todos los mexicanos”

¡Estamo hartos!

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