sábado, 27 de junio de 2009

Incompleta y frustrada, la defensa de los derechos humanos: Abel Barrera

Además de un “cerco físico”, limitaciones legales que impiden garantizar justicia

Fuente: La Jornada de Guerrero


El movimiento social está fragmentado y débil, lamenta el presidente de Tlachinollan

ROBERTO RAMIREZ BRAVO (enviado)

Tlapa, 25 de junio. Para el presidente del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, en Guerrero y en el país se vive “un escenario regresivo de autoritarismo”, no sólo por la impunidad que rodea a las violaciones a los derechos humanos, sino también por la desmovilización de los sindicatos, la fragmentación de las organizaciones sociales, la falta de representatividad de la clase política y el cierre de espacios legales, tanto en el país como internacionales de defensa civil.

Entrevistado en su oficina, él, a estas alturas, ya legendario defensor de los derechos humanos en la región de La Montaña, afirma que la retrospectiva de los derechos humanos en los últimos 15 años “no es una mirada cargada de esperanzas, sino un poco cargada de frustración, de cierta tristeza, de desilusión de lo que es el ánimo social, el ánimo de los pueblos, el hecho de no poder experimentar que es posible que la sociedad y sobre todo la población más vulnerable tenga acceso a la justicia”.

Reclama ambiente de impunidad

–¿Cuál sería una perspectiva general en estos momentos?

–Lo primero que uno dice es que a los 15 años nos encontramos como organismo de derechos civiles, cercados tanto por el Ejército como por todo el ambiente de impunidad que prevalece en nuestro estado y en general en el país. Y cercados no solamente a nivel físico, sino también a nivel jurídico con una serie de reformas en el Congreso federal donde le dan más facultades al Ministerio Público y a la nueva Policía Federal y, cercados en términos de lo que son los compromisos internacionales.

–Todo ese escenario tiene un componente peligroso, porque si se cerca a la gente y no le deja opciones, entonces, ¿cuál es el camino?

–Exacto. Creo que estamos ante una situación de una crisis orgánica, estructural, de este modelo que se ha agotado. Y lo peor de todo es que en el ámbito político a nivel de lo que es la democracia representativa, tampoco oxigena la vida de la sociedad, es más bien otro mundo, es el mundo de las elites, de los partidos, de las cúpulas políticas, y ese es el otro aspecto peligroso: estamos en una coyuntura electoral donde solamente están hablando los partidos y los candidatos y no habla la sociedad, y la sociedad que está hablando, es la que está diciendo una postura diferente a la de los partidos políticos.

“Pero entonces se está creando esa orfandad política: nadie representa a nadie, y los que dicen representar, representan a su partido y a sus intereses, no a la sociedad. Nadie se siente ahora representado”, manifiesta.

El desafío: tomar el timón

–¿Cuál es la opción?

–El desafío para la sociedad civil es tomar el timón. Está difícil porque también hay una fragmentación del movimiento social, hay visiones encontradas; hay mucha fragilidad en el movimiento, no hay esa fortaleza de liderazgos y sobre todo de organizaciones consolidadas que puedan conjuntar toda esta inconformidad, no se ha construido con esta fuerza y este contrapeso para contener los actos arbitrarios de las autoridades y sobre todo los abusos de la sociedad política en torno a que permiten una serie de reformas y una implementación de policías que realmente están dañando más el tejido comunitario.

–¿Es posible evitar esa fragmentación de las organizaciones sociales y los grupos de derechos humanos?

–Ese es la gran tarea que tenemos los organismos civiles ¿Qué es lo que nos va a convocar para poder reconstituir este movimiento tan disperso, tan fragmentado? Creo que en el corto plazo lo vemos difícil. No vemos un movimiento vigoroso de la sociedad. Si el movimiento obrero –que es el que ayuda a los grandes cambios en la sociedad posindustrial– está también apagado o desmovilizado, los demás sectores estamos en la misma situación.

Lo peor de todo, dice, es que ahora las autoridades ni los partidos les interesa legitimar sus acciones y sólo mediante acuerdos cupulares hacen las reformas que quieren y acota derechos. “Entonces estos mensajes nos están diciendo que estamos arribando a una etapa de un autoritarismo sin límites que nos puede colocar en otro escenario, y de parte de la sociedad, a una radicalización de posiciones, tanto de la salida armada, que ya aparecen, como también de radicalización de los mismos movimientos sociales”.

“Luz para el túnel”

–Parecería que ya no hay salidas.

–Creo que estamos en un problema muy fuerte en el que todavía no vemos la luz para la salida de este túnel, que es la impunidad. Estamos enfrentándonos a cosas que creíamos superadas no solamente hace 15 años cuando, por ejemplo: por lo menos la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitía recomendaciones a las fuerzas armadas, ahora ya no se atreve a emitir recomendaciones.

“Lo único que dice es que si quieres seguir con tu queja, acudas más bien a la procuraduría de justicia militar, ya le da el estatus de una autoridad que puede investigar delitos de civiles. Hoy el Ejército la hace de policía, agente del Ministerio Público, de juez, de autoridad civil. Entonces estamos en otro escenario, estamos en una guerra que sí está generando muchos daños sobre todo en la población pobre, en este caso en La Montaña, a la población civil”, concluye.

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