jueves, 10 de septiembre de 2009

Quítate tú...


Fuente: La Jornada de Oriente (Tlaxcala)

Rafael Reséndiz

No, no hago referencia a la canción del malogrado salsero Héctor Lavoe y que hace poco volviera a grabar Marc Anthony, sino a cómo vivimos en este país.

Se nos ha dicho, y con razón, que México tiene el potencial para convertirse en un país democrático y desarrollado, pero hay un gran problema que superar: la pérdida de valores y principios.

Esto se aplica generalmente a casi cualquier actividad de la vida cotidiana, ya sea en el trabajo, en la política, conduciendo o haciendo fila para ingresar a cualquier evento.

Siempre hay quien se escabulle del trabajo y nos deja solos, o el que firma unos contratos y bajo el agua se lleva su parte, o el conductor que invade tu carril sin avisarte con tal de avanzar.

En respuesta, para que no me vean como tonto, dejo mis labores para que otros las hagan; ¿él robó con ese trato? pues robaré más; ¿te me cerraste?, me adelanto y te pego un frenazo.

Si desde que nacemos nos vemos rodeados de esta “cultura”, terminamos por aceptarla y la percibimos como lo más natural. Pero es un lastre que hace que esta sociedad se estanque cada vez más y no avance.

Es el imperio del quítate tú pa’ ponerme yo. Por ejemplo, en cada cambio de gobierno se suele despedir a casi todos los funcionarios para poner a los compañeros de partido.

¿Tú hiciste campaña por mí? Ten tu puesto de trabajo ¿Tú me financiaste para pagar mi campaña? También te toca chamba. Da igual que no tengas ni la más mínima idea de la tarea que vas a desempeñar.

Y, como el cargo dura tres o seis años hasta que venga el cambio de gobierno, tranza, roba todo lo que puedas mientras dure.

Todos tratamos de ser más listos que los demás, pero no nos damos cuenta de que somos tan tontos que estamos jodiendo el desarrollo del país, o si nos damos cuenta no nos importa.

Aun así, tengo la certeza de que se puede mejorar y prosperar, pero es preciso dejar de actuar así y comenzar por cultivar y educarnos en valores y principios porque sin ellos no hay democracia real.

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