Fuente: La Jornada de Oriente (Puebla)
JAVIER PUGA MARTÍNEZ
El consorcio Monsanto puede llegar a controlar la variabilidad de maíces criollos que existe en Puebla y en el resto del país a través de su participación en el Proyecto Maestro de Maíces Mexicanos, que se desarrolla en la entidad. Con la creación del banco de germoplasma, que concentrará las mejores características de los granos criollos, la trasnacional podría patentarlos, adaptarlos a las semillas transgénicas y ponerlas a la venta en todo el mundo.
Así lo advirtió Miguel Ángel Damián Huato, investigador del Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), quien agregó que en Puebla sí se están sembrando transgénicos, por una parte alentado por el propio gobierno así como por campesinos que roban semilla de campos agrícolas del norte del país o de los Estados Unidos, y que las siembran en sus lugares de origen en el estado, bajo la creencia de que obtendrán los mismos beneficios.
Subrayó que apostarle a ese tipo de cultivos con modificación genética como la única manera de rescatar el agro poblano es una de las “mayores estupideces que se pueden cometer”, debido a la gran cantidad de fertilizantes, pesticidas y otros insumos que requieren para sobrevivir y generar grandes cantidades de producción, a diferencia de los maíces criollos.
Lo que es un hecho, aseguró, es que será inevitable la pérdida de la biodiversidad del maíz en Puebla y en el resto de México, lo que facilitará que la planta del grano tenga menor resistencia a las plagas y, en consecuencia, habrá pérdida de cosechas.
Sin embargo, el investigador apostó al fracaso de la siembra de transgénicos, como ocurrió con la siembra de maíz híbrido, pues en Puebla la siembra es de temporal y esas semillas no están diseñadas para ese tipo de siembra, además de que los campesinos simplemente no tienen dinero para comprar las grandes cantidades de fertilizantes y pesticidas que requieren, debido a su precaria situación.
Las patentes de Monsanto, un peligro
En entrevista con La Jornada de Oriente, el también especialista del Departamento de Agroecología y Ambiente de la Universidad Autónoma de Puebla dijo que el Proyecto Maestro de Maíces Mexicanos se puso en marcha el 18 de abril de 2008, y en él participan la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM), que es filial de la priista Confederación Nacional Campesina, y el gobierno de Puebla.
La parte técnica del proyecto es aportada por la Universidad Agraria Antonio Narro, de Saltillo, Coahuila, mientras que el financiamiento de 24 millones de pesos es entregado por el consorcio Monsanto en montos de 8 millones durante los tres años que durará el proyecto. El gobierno local sólo aporta un millón de pesos.
Para Damián Huato, Monsanto emplea una retórica de preservación del maíz criollo, y para ello pretende identificar las mejores características de los cientos de diferentes variedades de maíces criollos entre las 74 razas existentes en México; sin embargo, en el fondo tiene otro tipo de interés.
Recordó que el negocio de esa trasnacional es la comercialización de granos alrededor del mundo, y en México, más del 70 por ciento de las ventas de semillas está monopolizado por Monsanto.
En cambio, las semillas criollas de maíz se adaptan fácilmente a distintos tipos y condiciones de suelo y clima; por ejemplo, pueden sobrevivir lo mismo a nivel del mar que a los 4 mil metros de altura. Esas características le pueden servir a la compañía para introducirlas a transgénicos, pero los granos genéticamente modificados están patentados y hay que pagar por su uso. “El objetivo es controlar el banco de germoplasma que se está construyendo; ese es el verdadero interés de la trasnacional”, aseguró el investigador universitario.
Lamentó que el gobierno de Puebla siempre ha creído que traer tecnología del exterior es la única manera de desarrollar al campo, pero se ha negado a ver la riqueza cultural de los agricultores poblanos, la cual no ha sido aprovechada.
Por ello, basar la agricultura local –y nacional– en la introducción de transgénicos “es una de las peores estupideces que se puede hacer”, ya que los materiales híbridos y los transgénicos son adictos a los agroquímicos; es decir, no pueden producir si no se les incorporan grandes cantidades de agua, fertilizantes, plaguicidas, herbicidas, insecticidas, pesticidas y un largo etcétera, insumos que no pueden comprar los agricultores por la pobreza extrema en la que se encuentran.
Además, híbridos y transgénicos son semillas que son incompetentes en condiciones de temporal, a diferencias de las criollas, dijo.
Damián Huato aseveró que la ventaja que tienen los materiales criollos es que su adaptación a las condiciones locales data de hace 10 mil años, aproximadamente. El tiempo los ha hecho resistentes a poca precipitación pluvial, temperaturas extremas y a otras condiciones a los cuales no están acostumbrados los genéticamente modificados por el hombre.
“Introducir transgénicos a través de programas del gobierno va a fracasar al igual que la introducción de materiales híbridos, no sólo en Puebla, sino en todo México. El campesino es un experimentador nato, le regalan algo y lo prueba. Pero al ver que no le resulta, lo deja para no usarlo jamás y regresa a sus semillas criollas, que son las que le han dado resultados siempre”, subrayó.
Sostuvo que el Proyecto Maestro de Maíces Mexicanos debe continuar, pero alertó que es un peligro la participación de Monsanto: el estado estaría metido en un problema grave si la trasnacional decide patentar los resultados obtenidos.
En ese sentido, criticó que por una parte no haya recursos para la investigación agrícola en los centros universitarios y tecnológicos, y por otro sean los propios campesinos quienes estén interesados en conservar sus semillas en el banco de germoplasma. “Y en medio tenemos a una empresa que quiere aprovecharse de la situación”.
Afirmó que a nivel roedores, el maíz Monsanto 810 ha causado daños en riñones, hígado y sistema sanguíneo; se desconocen las consecuencias del consumo de ese grano en humanos.
“De lo que sí estamos seguros es de que habrá una pérdida de la biodiversidad del maíz por la contaminación con transgénicos; con miles de años de haber sido creado, seguramente esto significará que pierda sus características originales. Hacia eso nos dirigimos, es un hecho y está comprobado: el maíz es una planta que se poliniza libremente a través del viento o de los insectos, y sembrar una semilla transgénica, que además ya está autorizado, va a causar una contaminación genética”.
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