Fuente: La Jornada de Oriente (Tlaxcala)
GABRIELA CONDE
Empiezo a creer en el autoengaño, en eso de que la doble negación puede convertirse en una afirmación. Quiero creer en eso para así poder unirme a las celebraciones nacionales por el Bicentenario de la Independencia.
Me parece que acostumbrados como estamos a vivir en un país donde las farsas gubernamentales, los disimulos en la sociedad, las complicidades a todos niveles; un país, como dice Enrique Padilla, “que tiene una tendencia casi natural a mentir y mentirse”, lo mejor que puedo hacer es unirme a la ficción general y sonreír; por ejemplo, cuando leo de la puesta en circulación de los 100 millones de billetes conmemorativos.
Los billetes son de 100 y 200 pesos (sabemos es difícil que la mayoría de los mexicanos ande trayendo en su cartera billetes de 500 o mil pesos).
El de 200 pesos trae a Miguel Hidalgo y el Ángel de la Independencia y el de 100 una locomotora como la que transportó a los revolucionarios en aquel 1910.
Según leo en la nota, nuestro presidente Felipe Calderón Hinojosa dijo: “estoy seguro que con estos billetes conmemorativos, los mexicanos vamos a estar más cerca de nuestra historia", claro, claro, eduquémonos a la usanza del monopoly o de lospanchodólares.
En fin, me uniré a los festejos. Quizá si digo que no existen los problemas en el campo, que no hay millones de personas trabajando con sueldos miserables en el país, que no hay abuso ni discriminación a las etnias indígenas, desigualdad y un amplio etcétera de problemas nacionales, entonces pueda genuinamente disfrutar las celebraciones.
Quién sabe igual y hasta me animo y tengo un hijo a quien bautizaré, obviamente, como José Bicentenario y si el autoengaño me funciona con esto, igual y podría trasladarlo a todos los otros aspectos de mi vida.
Como dice el poeta nacional por excelencia: diré que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca he llorado.
Total, de mentiras y engaños hemos vivido siempre.
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