sábado, 30 de mayo de 2009

Periodismo y justicia, la lucha de María Antonieta



Fuente: La Jornada de Zacatecas

Redacción 

Alicia Yolanda Reyes

Aguas que matan, un reportaje sobre la muerte del niño Miguel Angel López Rocha en las orillas del Río Santiago, en el municipio de El Salto, Jalisco, fue el trabajo televisivo que le valió a la periodista María Antonieta Flores Astorga recibir el Premio Nacional de Periodismo 2008. La distinción se otorga cada año, a nivel nacional, a los mejores trabajos de investigación periodística.

María Antonieta, una de las fundadoras de la Red Nacional de Periodistas que surgió bajo el cobijo de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), nació en la fronteriza ciudad de Obregón, Sonora, pero desde muy joven su familia se trasladó a Guadalajara, en el occidente del país, donde ella realizó sus estudios.

Después de titularse como técnica en Turismo por la Universidad de Guadalajara, Antonieta –como es más conocida– marchó a Europa por unos años e ingresó a La Sorbona de París, donde estudió periodismo.

Hace casi 20 años, a su regreso a Guadalajara, se metió de lleno al periodismo, y mostró su interés por problemas sociales y aquellos que aquejan a las mujeres, principalmente a las de menos recursos económicos. Incursionó en la televisión comercial y en radio, al mismo tiempo que trabajaba para un diario local.

De boca en Boca, Ellas hablan y Las que viven para contarlo fueron algunos de los programas radiofónicos en los que sus protagonistas siempre fueron mujeres. Fue de las primeras profesionales de la comunicación que se interesó por la violencia familiar, y desde el micrófono, instaba a las mujeres a “abrir la mente”, a no permitir que las siguieran humillando, a hacer valer sus derechos.

Gracias a ese espacio, muchas de ellas pudieron compartir de viva voz los problemas que enfrentaban, recibieron apoyo sicológico y legal y se formaron grupos femeninos que acudían al programa a exponer su situación.

Sin embargo, la periodista comprendió que eso no era suficiente y buscó apoyo en el Instituto Jalisciense de las Mujeres, en la Dirección de Atención a Delitos Sexuales, entre otras, pero los resultados eran menores a los esperados.

La injusticia, tema relegado

Antonieta recuerda que desde los inicios de su carrera periodística decidió investigar la violencia de género. Por muchos años, dice, “ha sido mi tema de agenda”.

Presume con orgullo que, gracias a su tesón por mantener el tema en los medios, logró que quedaran libres dos mujeres que habían sido acusadas y condenadas a 25 años de cárcel por “matar a sus esposos”.

En ambos casos Antonieta pudo ver que existía mucha corrupción y poco interés del resto de los comunicadores y comunicadoras que, con algunas excepciones, se van por el lado oficialista y no investigan qué hay más allá.

Durante los cuatro años que ambas estuvieron en la cárcel, nadie, con excepción de Antonieta, las entrevistó y la mayoría de las periodistas y comunicadores se fue siempre con la versión oficial o la de los acusadores.

“Eso me enseñó que, en cuestión de mujeres, hay mucha injusticia, no hay gente que se dedique a ese tipo de temas”, señala la galardonada. Por eso desde el año pasado estudia la carrera de Derecho. No le interesa ejercer como abogada, pero está convencida de que sí le dará armas para hacer mejor su trabajo y entender los expedientes judiciales.

Una de las trampas que detectó en los dos casos mencionados –y de otras causas que ha defendido– es que los secretarios de los juzgados cambiaron los nombres de los testigos o acusados, por lo que no se logra emitir orden de aprehensión debido a que la persona señalada no existe. Eso permite que los juicios duren años, mientras seres inocentes permanecen en prisión.

Respecto al trabajo que le dio el premio, señala que en la zona de El Salto ya había estado en varias ocasiones, e incluso hace tres años ganó el Premio Estatal de Periodismo por un reportaje titulado Casas de papel, donde denunciaba la mala calidad de las viviendas que las constructoras venden a los trabajadores de escasos recursos, a través del Infonavit, un fondo creado por el gobierno federal.

Durante sus visitas a esa zona, a escasos 15 kilómetros de la ciudad de Guadalajara, comprobó que la pobreza y la carencia que enfrentan sus habitantes son similares a las de países como Etiopía.

“Haz de cuenta que estás en el desierto”, describe la periodista. “Casas de una sola recámara construidas a unos metros del cauce de Río Santiago, hacia donde las grandes empresas de la zona industrial de El Salto envían todos sus desechos. El cáncer de piel y de mama en esa zona es muy alto, pese a que las autoridades no lo quieran reconocer abiertamente”, enfatiza.

Por eso decidió escribir la historia de Miguel Angel, un pequeño que falleció por intoxicación de arsénico a las pocas horas de haber caído al río, donde jugaba con unos amigos.

Las autoridades de salud intentaron por todos los medios deslindarse de ese problema y declararon que el niño había fallecido por violencia familiar. Por fortuna, hubo médicos que reconocieron que la muerte se debía a intoxicación por arsénico y metales pesados que se encuentran en las aguas del Río Santiago. (CIMAC)

El premio fue entregado antenoche en el teatro de la Ciudad Esperanza Iris del Centro Histórico de la ciudad de México y consiste en una escultura de Juan Soriano, un diploma y 50 mil pesos (5 mil dólares), que la galardonada invertirá en seguir conociendo otros países y culturas. (CIMAC)

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