Su afluente continúa a la baja y ha disminuido casi 50 por ciento en las últimas décadas
Fuente: La Jornada de Michoacán
Tala clandestina y la apertura desmedida de frontera agrícola, entre los problemas que arrastra
MARTIN EQUIHUA (Corresponsal)
El río Cupatitzio es portador de la historia de esta región. La ciudad de Uruapan y la agricultura regional serían impensables sin él. Sin embargo, la problemática de rostro múltiple que lo golpea sigue inalterada, a pesar del caudal de diagnósticos, convenios y buenas voluntades. Su afluente continúa a la baja y ha disminuido casi 50 por ciento en las últimas décadas, además, en cuanto sale del Parque Nacional empieza a contaminarse; todo esto como resultado de factores desatados en el mismo periodo, como tala clandestina, explotación supuestamente legal de madera, apertura desmedida de frontera agrícola, basada incluso en incendios provocados deliberadamente, perforación de pozos profundos, crecimiento urbano, invasión de sus márgenes, entre otros.
De los múltiples problemas que impactan el río Cupatitzio tal vez el único que se atiende de manera visible es el saneamiento de aguas negras. Sin embargo, hasta ahora el resultado es casi nulo, en virtud que la única planta de tratamiento, Santa Bárbara, que opera desde hace seis años lo ha hecho por debajo de su capacidad instalada, pero sobre todo porque el líquido saneado retorna al afluente principal cuatro kilómetros adelante, donde recupera contaminación para seguir río abajo para irrigar tierras agrícolas. Esta situación es entendible de alguna forma por la imposibilidad institucional –según se dice– de hacer inversión única que resuelva el 100 por ciento del tratamiento de residuos. El caso es que el costo de saneamiento aplicado hasta ahora en Uruapan a cargo del usuario, ha sido en vano. No obstante, está en curso una multimillonaria inversión, necesaria y acumulada en años que dejará instalada la infraestructura suficiente. Por cierto, el volumen mismo de la inversión llama a que se asegure por todas las instancias correspondientes su ejercicio transparente.
Por otro lado, ayer mismo Alejandro Méndez López, titular de la Comisión Forestal de Michoacán, reconocía en el programa radiofónico Enlace que los últimos incendios han sido originados por el interés de convertir los predios boscosos en huertas de aguacate, pero que, ahora sí, aplicarán “100 mil pesos de multa por hectárea deforestada, y se obligará a retirar el aguacate y a restaurar el bosque, y si no se hace habrá otra multa”. Pero también lo ha señalado el propio secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan Elvira Quesada, y hasta ha simulado un convenio junto con su colega de Sagarpa, Alberto Cárdenas Jiménez, que firmaron con aguacateros ante el presidente Felipe Calderón y el gobernador Leonel Godoy, mismo que, más de medio año después, nadie sabe de su contenido. Otras instituciones, académicos, funcionarios y políticos han dicho lo mismo, que el ritmo de crecimiento de la producción aguacatera es insostenible.
En tanto, con sin igual desfachatez, los empresarios agrícolas del oro verde, en voz de su líder, Alejandro Alvarez del Toro, asegura que con autorización legal o sin ella para cambio de uso de suelo, ellos seguirán creciendo. Diríamos que, el poder político y la norma establecida se tuercen por el lado de los pesos y la ilusión de una derrama social significativa; ganancias privadas, daño social.
Pero al río lo ha afectado también la invasión de sus márgenes; de ser un bien de la nación, de dominio público, resulta imposible tener acceso a él porque lo han cercado propiedades privadas extendidas hasta el filo de la corriente, entre las que encontramos desde viviendas humildes, las menos, hasta residencias de fin de semana, hoteles y otras de corte medio. La oferta de sucesivos gobiernos ha sido liberar ese margen, sin desconocer que se trata de un problema complejo, pero donde una vez más unos cuantos son los beneficiados.
Hay otros problemas en torno al Cupatitzio y a su tramo enclaustrado en el Parque Nacional, cuyo director, Eduardo Ramírez Alvarado, consultado ayer mismo, aseguró que definirían fecha para un nuevo foro para un nuevo análisis y un nuevo compromiso entre actores involucrados con el río, tanto en zonas de captación, como de brote y uso agrícola. Es decir, buenas intenciones de convocar y reunirse, y buenos diagnósticos, no han faltado. La Asociación Pro-rescate del Río Cupatitzio tiene un excelente análisis; lo tiene el patronato del Parque, la Comisión de Cuenca, la de subcuenca también, la Dirección de Medio Ambiente… todos; no obstante, las agresiones al río no cesan, a pesar de las decenas de miles de visitantes.
Fuente: La Jornada de Michoacán
Tala clandestina y la apertura desmedida de frontera agrícola, entre los problemas que arrastra
MARTIN EQUIHUA (Corresponsal)
El río Cupatitzio es portador de la historia de esta región. La ciudad de Uruapan y la agricultura regional serían impensables sin él. Sin embargo, la problemática de rostro múltiple que lo golpea sigue inalterada, a pesar del caudal de diagnósticos, convenios y buenas voluntades. Su afluente continúa a la baja y ha disminuido casi 50 por ciento en las últimas décadas, además, en cuanto sale del Parque Nacional empieza a contaminarse; todo esto como resultado de factores desatados en el mismo periodo, como tala clandestina, explotación supuestamente legal de madera, apertura desmedida de frontera agrícola, basada incluso en incendios provocados deliberadamente, perforación de pozos profundos, crecimiento urbano, invasión de sus márgenes, entre otros.
De los múltiples problemas que impactan el río Cupatitzio tal vez el único que se atiende de manera visible es el saneamiento de aguas negras. Sin embargo, hasta ahora el resultado es casi nulo, en virtud que la única planta de tratamiento, Santa Bárbara, que opera desde hace seis años lo ha hecho por debajo de su capacidad instalada, pero sobre todo porque el líquido saneado retorna al afluente principal cuatro kilómetros adelante, donde recupera contaminación para seguir río abajo para irrigar tierras agrícolas. Esta situación es entendible de alguna forma por la imposibilidad institucional –según se dice– de hacer inversión única que resuelva el 100 por ciento del tratamiento de residuos. El caso es que el costo de saneamiento aplicado hasta ahora en Uruapan a cargo del usuario, ha sido en vano. No obstante, está en curso una multimillonaria inversión, necesaria y acumulada en años que dejará instalada la infraestructura suficiente. Por cierto, el volumen mismo de la inversión llama a que se asegure por todas las instancias correspondientes su ejercicio transparente.
Por otro lado, ayer mismo Alejandro Méndez López, titular de la Comisión Forestal de Michoacán, reconocía en el programa radiofónico Enlace que los últimos incendios han sido originados por el interés de convertir los predios boscosos en huertas de aguacate, pero que, ahora sí, aplicarán “100 mil pesos de multa por hectárea deforestada, y se obligará a retirar el aguacate y a restaurar el bosque, y si no se hace habrá otra multa”. Pero también lo ha señalado el propio secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan Elvira Quesada, y hasta ha simulado un convenio junto con su colega de Sagarpa, Alberto Cárdenas Jiménez, que firmaron con aguacateros ante el presidente Felipe Calderón y el gobernador Leonel Godoy, mismo que, más de medio año después, nadie sabe de su contenido. Otras instituciones, académicos, funcionarios y políticos han dicho lo mismo, que el ritmo de crecimiento de la producción aguacatera es insostenible.
En tanto, con sin igual desfachatez, los empresarios agrícolas del oro verde, en voz de su líder, Alejandro Alvarez del Toro, asegura que con autorización legal o sin ella para cambio de uso de suelo, ellos seguirán creciendo. Diríamos que, el poder político y la norma establecida se tuercen por el lado de los pesos y la ilusión de una derrama social significativa; ganancias privadas, daño social.
Pero al río lo ha afectado también la invasión de sus márgenes; de ser un bien de la nación, de dominio público, resulta imposible tener acceso a él porque lo han cercado propiedades privadas extendidas hasta el filo de la corriente, entre las que encontramos desde viviendas humildes, las menos, hasta residencias de fin de semana, hoteles y otras de corte medio. La oferta de sucesivos gobiernos ha sido liberar ese margen, sin desconocer que se trata de un problema complejo, pero donde una vez más unos cuantos son los beneficiados.
Hay otros problemas en torno al Cupatitzio y a su tramo enclaustrado en el Parque Nacional, cuyo director, Eduardo Ramírez Alvarado, consultado ayer mismo, aseguró que definirían fecha para un nuevo foro para un nuevo análisis y un nuevo compromiso entre actores involucrados con el río, tanto en zonas de captación, como de brote y uso agrícola. Es decir, buenas intenciones de convocar y reunirse, y buenos diagnósticos, no han faltado. La Asociación Pro-rescate del Río Cupatitzio tiene un excelente análisis; lo tiene el patronato del Parque, la Comisión de Cuenca, la de subcuenca también, la Dirección de Medio Ambiente… todos; no obstante, las agresiones al río no cesan, a pesar de las decenas de miles de visitantes.
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