miércoles, 1 de julio de 2009

Manifestando el disenso


Fuente: La Jornada de Oriente (Puebla)

RAÚL RODRÍGUEZ CRUZ

El disenso es parte de la democracia y del pluralismo, es una manifestación legítima que, en aras de la verdad, debe ser sustentada en argumentos y posturas sólidos; dicho disenso se demuestra contra la clase política, contra las instituciones, contra las políticas puestas en marcha, contra el desempeño de todos ellos, por mencionar algunos casos.

Hoy México enfrenta de manera contundente el rechazo parcial a las dos instituciones político–representativas clásicas, los partidos y los congresos o parlamentos. Dos alternativas de hacer participes a los institutos políticos como a sus candidatos de nuestra inconformidad se han tornado en un debate, así como en probables acciones a realizar el próximo 5 de julio, me refiero al voto nulo y a la abstención electoral. Opiniones a favor y en contra de ambos casos hay demasiadas, lo cierto es que la discusión se ha ubicado más en los partidos y sus aspirantes a legisladores que en los ciudadanos.

Lo que queda perfectamente claro es la intención de varios ciudadanos, hacer del conocimiento de los antes referidos el desacuerdo con lo que han hecho y dejado de realizar, lo que hacen y lo que posiblemente harán. Aportando al debate respecto de los temas señalados matizo lo siguiente. Hay una diferencia sustantiva entre sufragar y votar; cuando se alude al derecho a votar se realiza una identificación limitada con el derecho de sufragio. El sufragio es el derecho a elegir, tiene una connotación política, habrá de ser democrático (libre, igual, directo y secreto), ayuda a formalizar la representación política que hacemos los ciudadanos, ya que es un método para que designemos a nuestros representantes.

Votar cobra sentido público en tanto se refiere a las decisiones políticas, porque también hay votaciones en la vida privada, en la empresa, en sus consejos de administración. Puntualicemos, sufragar es un derecho ciudadano y como tal es responsabilidad pública particular ejercer y velar por el mismo, lo cual puede implicar o no el acto de votar, de elegir a algún partido y/o candidato para que nos represente. De ello podemos agregar que cuando consideramos la opción de ejercer nuestro derecho, asistir a la casilla y recibir la boleta electoral, y posteriormente anular el voto, se hace explícito el ir contra la partidocracia (el poder y gobierno de los partidos) para exaltar el poder y gobierno de los ciudadanos, reafirmando y consolidando la soberanía popular.

Cuando dejamos de asistir a la casilla, por realizar cualquier otra actividad, estamos dejando de ejercer nuestros derechos, estamos absteniéndonos, no sólo de manifestar nuestra voluntad política, sino de ejercer nuestro derecho al sufragio. Hemos clamado que se respeten todos nuestros derechos, entonces comencemos por conocerlos, ejercerlos y respetarlos nosotros mismos para que los políticos no violenten los mismos.

Anular el voto, que trae implícito el sufragio, es la elección de no elegir a ningún partido para que nos represente. Abstenerse es no utilizar a plenitud uno sólo de nuestros derechos, es mostrar nuestra indiferencia por quién nos represente lo haga correcta o incorrectamente, es dejar margen de maniobra a las prácticas corruptas e indeseables en tiempos electorales, es dejar abierta la puerta al fraude electoral.

Que quede claro, entonces, no es lo mismo anular el voto que abstenerse; en el primero se ejerce el derecho, en el segundo no. ¿Quién nos representará si no elegimos a ningún partido? Sepa usted que a pesar de ello habrá quien nos represente, y ese alguien, aunque usted no haya votado por él, tiene el deber de representarlo, porque la representación verdadera y democrática es para todos e incluyente, no sólo para los electores del partido y candidato triunfadores, y aun así tiene el derecho legítimo de exigirle que lo represente, le rinda cuentas y actué en su favor.

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