Fuente: La Jornada de Oriente (Puebla)
MIGUEL ÁNGEL DOMÍNGUEZ
Mientras las noticias de la relación México–Estados Unidos están dominadas por la cobertura de la violencia y el tráfico de drogas, una iniciativa binacional de índole constructivo tuvo lugar en enero de 2009. “La idea consistió en una gira de seis representantes de grupos laborales mexicanos a Nueva York, Chicago y Los Ángeles para reunirse con centros de obreros y sindicatos, e intercambiar experiencias de lucha y organización”, informaron a este diario representantes del Centro de Apoyo al Trabajador (CAT), una de las ONG independientes involucradas y cuya sede está aquí.
La visita, ocurrida en este mes de abril, duró 10 días y fue organizada por la oficina de la ciudad de México del Centro Americano para la Solidaridad Sindical Internacional (CASSI), y por varias decenas de sindicalistas y activistas de ambos países; “de hecho, la gira movilizó y puso en contacto directo a más de 200 personas”, revela el documento del CAT.
Estas acciones “demuestran una cosa: el tema de la defensa de los derechos laborales es abordado cada vez más desde perspectivas amplias, binacionales y globales. La gira de los mexicanos (tres mujeres y tres hombres) reflejó la búsqueda activa para encontrar formas creativas de organización de trabajadores, incluyendo a migrantes indocumentados”.
Los participantes son promotora del Comité Fronterizo de Obreros (CFO); el Centro de Apoyo al Trabajador (CAT) de Puebla; el Frente Auténtico del Trabajo (FAT); el Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ProDesc) y el Servicio Desarrollo y Paz (Sedepac) de Coahuila. “Para los representantes de estos grupos, la gira fue de aprendizaje en todos sentidos por una razón: el intercambio de experiencias de lucha”.
Los intercambios “fueron de una manera viva, de trabajador a trabajador; de compartir métodos de resistencia en ambos países frente a los abusos en su contra cometidos por empleadores y corporaciones de distinto tipo. También abordaron los impactos actuales de la crisis económica global, y buscaron puntos comunes para la defensa de los derechos laborales”.
En Nueva York, por ejemplo, “los seis activistas visitaron a los jornaleros reunidos en una esquina del barrio de Queens en espera de contratistas. Los jornaleros, en su mayoría mexicanos, tienen una organización comunitaria dirigida por ellos mismos llamada Proyecto de los Trabajadores Latino Americanos (PTLA), mediante la cual se defienden de las condiciones peligrosas a que están expuestos, de los bajos salarios y de los problemas derivados de la caída de las contrataciones consecuencia de la crisis económica que forzó el cierre de muchas compañías. Esto provocó que muchas familias de jornaleros ya no puedan cubrir sus gastos en Estados Unidos y tampoco enviar a sus familiares en México la cantidad en remesas acostumbrada”.
“Precisamente, un tema constante durante la gira de los grupos mexicanos fue el de los impactos negativos de la crisis económica global en el empleo, el salario, la sindicalización y la organización de base de trabajadores en ambos países”, apunta el CAT.
Sobre el tema de los trabajadores indocumentados, el texto de las ONG advierte que “dentro de los propios sindicatos no existe consenso, aun sobre cómo abordar la organización de dichos empleados. Si bien años atrás esos gremios no se proponían afiliar a los mexicanos ilegales, hoy es clara la importancia que ese sector tiene para el futuro del propio sindicalismo en Estados Unidos”.
En ese sentido, “los sindicatos están identificando formas organizativas que incluyan a los indocumentados; por ejemplo, el Consejo Laboral para el Avance Latinoamericano (LCLAA, por sus siglas en inglés) busca fórmulas para impulsar demandas específicas de la comunidad latina dentro de esas corporaciones; por su parte, la iniciativa Observatorio Salarial (Wage Watch) monitorea violaciones de derechos humanos laborales y proporciona defensa a los corporativistas. Esta iniciativa es impulsada por sindicatos y centros laborales con apoyo del Departamento del Trabajo de la ciudad de Nueva York”.
Otro ejemplo más: “grupos civiles independientes lograron que miembros del sindicato se involucren en resolver problemas comunitarios. Exigieron en un momento determinado que el hospital presbiteriano de Nueva York garantizara a sus pacientes el servicio de traducción de inglés a español. En Chicago, el Latino Union Day Center no sólo lucha por salarios caídos e indemnizaciones, además se organiza contra la persecución de jornaleros por parte de la policía”.
Además de reuniones y ceremonias, narra el CAT, hubo acciones en las calles. “En Los Ángeles, el grupo de México se unió a un plantón organizado por el grupo Enlace. La protesta se realizó frente a un supermercado que vende productos del mar procesados por trabajadoras explotadas en la pesca de calamar. El dueño del supermercado salió a la calle, y ante los manifestantes y la prensa se comprometió a quitar esa mercancía. Se sabe que en Baja California existen plantas de derivados del océano pacífico donde trabajan menores de hasta nueve años de edad”.
Algunas ideas que los activistas laborales de ambos países quieren desarrollar a partir de este intercambios, anticiparon, son “mantener la comunicación e impulsar la solidaridad entre ellos; diseminar informes sobre el trabajo de cada una de las ONG; entablar conversaciones estratégicas para que en un futuro se puedan poner en marcha campañas conjuntas y coordinadas a nivel internacional; analizar cómo la crisis económica global y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte afectan a los trabajadores en ambos lados de la frontera, y hacer visitas de grupos de Estados Unidos a México”.
La más importante lección de la visita, dijo Eddie Acosta, coordinador de centros de trabajadores y uno de los promotores de la gira, es la necesidad de tener más conversaciones directas entre organizaciones de ambos lados de la frontera. “Aunque en forma diferente, el derecho a formar sindicatos y la negociación colectiva están siendo atacados en Estados Unidos y en México; sin embargo, las mismas fuerzas económicas que deprimen los salarios en un país los están deprimiendo en el otro. Entre más los trabajadores hablen sobre lo que están enfrentando y cómo se organizan para defender sus derechos, más se unirá la clase obrera”.
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