Fuente: La Jornada de Oriente (Tlaxcala)
Francisco E. Castro
Se ha desatado una verdadera guerra por el control de los espacios mediáticos en las campañas electorales que se llevan a cabo estos meses, donde todos los actores tratan de sacar raja, llevar agua a su molino, apoyar la posición de sus patrones, en un proceso marcado por el desaseo y la inequidad.
Desde la discusión de la llamada Ley Televisa, que los dueños de las cadenas televisoras han boicoteado, pasando por las otras reformas aprobadas por el Congreso y la actitud de los ac-tores de los partidos ahí representados, que asumen su papel de simples depositarios de las pre-rrogativas que el IFE les autorice, porque no tienen otro destino esos recursos que ir a parar a los bolsillos de las empresas controladoras de medios.
Esa es sólo una explicación, de la arbitrariedad del uso de los tiempos oficiales en los medios de comunicación, mediante la transmisión de 43 millones de spots de 30 segundos de duración en radio y televisión del 31 de enero al 28 de junio del presente año, Los meses de febrero y marzo para anunciar las precampañas y los siguientes meses, abril a junio, para las campañas políticas y de “concientización” emprendidas por el IFE, sin contar los otros miles de spots que diariamente inundan las ondas radiales y televisivas, en apoyo de campañas de gobierno o de presentación de resultados como para convencer a la población de las bondades del sistema instaurado ya hace ocho años.
Eso ha llevado a la saturación de la población que ya no siente lo duro sino lo tupido: nos tienen agarrados de salva sea la parte, sin conmiseración a nuestros de-rechos y deseos. Y ¿Quién se acuerda de los ciudadanos? ¿Al-gún ombudsman ha protestado por ese rebosamiento y abuso de spots, en detrimento de nuestra salud mental? Ni el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, ni ningún otro “defensor de los derechos humanos”. Somos los olvidados, los no–importantes, los captadores de tanta basura que satura to-dos los medios de comunicación.
Tal vez la consecuencia sea una baja participación ciudadana el día de las elecciones.
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