viernes, 31 de julio de 2009

Josefina, historia de una indígena violada, cuyo agresor no estuvo ni un día en la cárcel

Con engaños, Silvano Catalán Bonilla la encerró en su casa para ultrajarla; luego, al ser demandado, contrató a un ex empleado del TSJ que consiguió que fuera exonerado

Fuente: La Jornada de Guerrero


JESUS RODRIGUEZ (Corresponsal)

Tlapa, 29 de julio. Todo comenzó el 26 de marzo, cuando Josefina dejó su pueblo de chozas para viajar a la ciudad, a Tlapa. Ella es de Francisco I. Madero, una localidad me’phaa (de la variante lingüística bathaa) de Metlatónoc. De ahí partió con un folder lleno de documentos que la acreditan como egresada de preparatoria y una mochila con unas cuantas prendas como equipaje. En la ciudad, que desde hace décadas se ha convertido en refugio de migrantes indígenas desempleados, su tía Cándida ofreció ayudarle a conseguir un trabajo como profesora.

Así es como conoció a Silvano Catalán Bonilla, un maestro jubilado de unos 60 años que, sin ser autoridad e inactivo desde hace tiempo, le aseguró a la muchacha que él podría conseguirle una plaza, a cambio de 12 mil pesos.

Un mes después, el maestro jubilado le informó a Josefina que tuvieron éxito sus gestiones y logró conseguir una plaza para trabajar en San Miguel Zapotitlán, Tlapa. Josefina, una muchacha indígena veinteañera que habla poco, con un tono muy bajito, recuerda que el 27 de abril se presentó en el pueblo como la nueva maestra de una escuela que encontró “abandonada” y con niños descalzos.

A mediados de junio Josefina fue convocada por la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) a unos cursos para maestros. El haber acudido causó molestia a “don Silvano” –como ella le nombra–, pues le reprochó que lo hizo sin su autorización y que eso generaría un problema, ya que en oficinas centrales detectarían que las circunstancias mediante las cuales Josefina obtuvo la plaza eran irregulares, al margen del nombramiento oficial de la dependencia.

30 de junio, seis de la tarde: Josefina acudió a la casa del jubilado, quien la citó para tratar el tema. Fueron horas de discusión en las que “el maestro se la pasó regañándome”. Nueve de la noche: la joven propone marcharse, pero Catalán se lo impide de un tirón al antebrazo. Le insiste que cometió una falta muy grave que podría llevar a ambos a la cárcel y le ordena que vaya a Chilpancingo a “arreglar el problema”.

“Se enojó. Yo también me alteré y le dije que ya no me interesaban por la plaza, que me dejara salir. Le pedí pero él no quiso, me cerró la puerta con llave. Le dije: ‘¡profesor, qué es lo que me va a hacer!’

“Le dije que ya me tenía que ir, pero no me dejó. Yo me di cuenta que en su casa no había nadie, por eso más me asusté. Dije: ¡ay dios mío!, qué va a pasar. Ya de ahí sacó una botella de tequila. Me dijo, si te tomas una copita te dejo salir. Le dije: ‘no profesor, yo no tomo, no sé tomar’. Yo me paré, intenté salir y él me jaló, me volvió a sentar. Sacó un vaso de la cocina y sirvió”.

Con la promesa de que a cambio de tomar dos tragos podría salir, la muchacha accedió. Sus piernas comenzaron a desvanecer conforme los minutos pasaron. Era el alcohol que se manifestó en el cuerpo. Corrió a la puerta, sellada con candados. Catalán la alcanzó, la sometió, le llevó a una habitación oscura y la desnudó. La tía de Josefina, Cándida, la fue a buscar ahí. “¡No está!” –le dijo el profesor, ya ebrio.

Cuando la violación concluyó, Josefina preguntó llorando: “¿Por qué me hizo esto?”.

–¡Cállate pinche pendeja! –Le respondió el jubilado, furioso, aún desnudo.

Torcer la ley

Josefina es la protagonista de una historia plagada de corrupción e impunidad. Un día después de vejada, con ayuda de su tía interpuso una demanda ante el Ministerio Público del Distrito Judicial de Morelos, en Tlapa, contra Silvano Catalán Bonilla, que quedó consignada en la causa penal 137/2009-III por el delito de violación.

Cuenta que en la Agencia Especializada en Delitos Sexuales y Violencia, los estudios periciales practicados, tanto las pruebas psicológicas como los del médico legista, dejaron claro que ocurrió el agravio y por ello, de inmediato, se giró orden de aprehensión contra Catalán.

La indígena esperaba que aprehendieran al agresor una vez que las pruebas resultaron contundentes. Pero no contaba con que Catalán contrataría los servicios del abogado Margarito Avila Serrano, un ex empleado del Poder Judicial del Estado que hasta hace unos años fungió como Juez de Primera Instancia del ramo penal en este distrito, quien aún goza de múltiples “contactos” e “influencias” en toda la estructura judicial de La Montaña.

Dos semanas después de que se liberó la orden de arresto, el sábado 25 de julio, Silvano fue presentado ante el Juzgado. En el testimonio que Josefina ofreció para La Jornada Guerrero, narra que ahí se tejió toda una red de complicidades entre Margarito Ávila y los empleados judiciales para favorecer a su cliente, la cual se explica a partir de la relación que mantuvieron con el abogado cuando se desempeñó como juez. Cuando la defensora de Josefina pidió acceso al expediente, en el Juzgado se lo negaron.

“No sé cómo hicieron ahí en el juzgado”, dice. El proyectista Nestor Zárate Castillo, quien quedó como responsable en la oficina por el periodo vacacional –narra la joven– fue quien declaró libre a Silvano Catalán al valorar que las pruebas que ofreció su abogado lo deslindaban de la violación.

“No dieron como válidas las pruebas que yo presenté, más bien le dieron la razón a él. Dice que ese día estaba en Chilpancingo, internado en el ISSSTE, que estaba internado porque es diabético, que no puede tomar y que por eso tampoco puede tener relaciones sexuales. De eso nomás presentaron una foto donde está en pañales y su testigo fue su nuera. ¿Pero cómo no va a ser cierto, si hasta don Silvano estuvo mandando a su licenciado porque quería negociar? Querían llegar a un arreglo, que me iban a devolver los 12 mil pesos de la plaza y que además me iban a dar trabajo, pero hasta octubre. El que hizo todo eso fue el abogado Margarito Avila Serrano”.

El sábado por la tarde, Silvano Catalán Bonilla quedó libre.

Josefina advierte: “No estoy de acuerdo en que haya salido, porque es un delito grave, porque nos dijeron que no alcanza fianza, ¿por qué entonces le dieron libertad provisional? No estoy de acuerdo, quiero que se mande el expediente a Chilpancingo”.

En el juzgado les informaron que el caso será turnado a la capital cuando concluyan las vacaciones, probablemente hasta el 5 o 7 de agosto. Josefina teme que la maniobra jurídica le dé tiempo suficiente a Silvano Catalán para fugarse.

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