viernes, 5 de junio de 2009

Votar o no


Fuente: La Jornada de Oriente (Tlaxcala)

Gabriela Conde 

La legitimación de un gobernante se obtiene de dos formas, por medio de una elección justa o por acciones precisas que demuestren capacidad política para gobernar.

Y para acciones aquí tenemos al presidente Felipe Calderón Hinojosa autodeclarándose el salvador de la humanidad entera por frenar una epidemia de influenza humana.

Y claro, claro, peleando con los narcotraficantes, declarando valentía para enfrentarlos; no hay propuestas concretas, no hay estrategias claras, sólo puro corazón.

Señor presidente esto no es fútbol (porque ahí sí enternece el flacuchito, gris, sin cualidades físicas, sin ninguna técnica, que corre los 90 minutos de portería a portería), su arrojo tendría que ir acompañado de planes integrales de gobierno, de respuestas a los problemas de salud, educación y de pobreza (entre otros) que vive el país.

Pero legitimarse en las urnas también está difícil porque cada vez son más los mexicanos que desencantados por el sistema político han decidido no votar o anular el sufragio, no otorgar su prorrata de poder a ningún partido.

Como sea, finalmente habrá Cámara Baja del Congreso de la Unión nueva elegido por decenas o por millones de ciudadanos. Sin embargo, más tarde o más temprano, no votar, derivará en un quiebre del proceso de elección (que sin duda debe replantearse). 

Si ya no creemos en los partidos políticos, se trata pues no sólo de votar o no, México requiere una sociedad civil organizada, participativa y exigente.

Redes de participación ciudadana que (ahora sí como en el fútbol) ya deje de ir al estadio, ya abuchee al director técnico, aporte, participe, exija hasta que las cosas cambien.

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