jueves, 4 de junio de 2009

Al menos unas 18 mil mujeres laboran en las maquilas clandestinas de Tehuacán



Fuente: La Jornada de Oriente (Puebla)


LEOPOLDO AGUILAR CRUZ 

Entre el acoso sexual y la necesidad de obtener dinero para sus familias es como unas 18 mil mujeres que trabajan en talleres de confección clandestinos de la ciudad de Tehuacán sobreviven y mantienen a flote una industria que se vende en los tianguis y hasta en algunos centros comerciales, pero no existe en las estadísticas ni en los datos oficiales.

Algunas mujeres –quizás las más afortunadas– elaboran ropa desde su propia casa, pero aun así son víctimas de largas jornadas de trabajo por parte de sus empleadores, reciben un salario mínimo o menos y nunca han tenido acceso a la seguridad social. El pago de horas extras es algo impensable.

Las que no, las que tienen que acudir desde las 8 de la mañana o antes a los talleres; además de lo anterior sufren del acoso, el despotismo, la discriminación y los malos tratos por parte de sus empleadores y supervisores todos los días, a todas horas, a cada rato.

Calificativos como “huevona”, “pendeja”, “puta”, “mal hecha” e “india” parecen frases obligadas durante la jornada laboral, y de tanto que son escuchadas, empiezan a volverse costumbre para madres, esposas, abuelas, hermanas e hijas.

A la fecha, no existe autoridad ni organismo de defensa de los derechos humanos o laborales que intervenga para mejorar el ambiente de trabajo, así como el trato digno para las mujeres de los talleres de la confección en Tehuacán.

Durante un recorrido que realizó La Jornada de Oriente por las colonias El Riego, México y otras ubicadas al oriente de Tehuacán se pudo observar que existen decenas de locales en los que ahí mismo se venden modelos diversos de blusas, faldas, pantalones, playeras, camisas y otras prendas de vestir. Detrás de los mostradores están las mujeres que las confeccionan.

De acuerdo con la Canacintra en ese municipio se cree que son unas 18 mil mujeres las que laboran en factorías clandestinas, y si bien no existe una estadística de cuántas serían con exactitud, tanto empresarios, gobierno municipal y organizaciones civiles coinciden en que el número podría ser mayor.

Para Francisco Urrutia, reconocido conductor del programa “La Mano Helada” en la estación Radio Lobo de esta ciudad, “son contados los empresarios que cumplen con la ley y ofrecen un trato digno con las trabajadoras de la maquila. En Tehuacán es común que los patrones obliguen a las nuevas empleadas a firmar su renuncia inmediatamente después de haber firmado su contrato de trabajo”, afirmó el comunicador.

“Siempre hay alguien que te dice algo”
La jornada laboral empiza a las 8 de la mañana y culmina a las 7 de la noche con una hora para alimentarse; en algunos casos la salida es a las 6 de la tarde, pero es común que estos negocios laboren horas extras para cumplir con sus pedidos; sin embargo, el pago de éstas es prácticamente una utopía.
La señora Juana Hernández, una treintañera oriunda de la Sierra Negra con más de ocho años laborando en diferentes fábricas y talleres en Tehuacán, afirmó que las labores dentro de un taller clandestino se dividen en tareas específicas; es decir, hay grupos que por separado cosen, fusionan, pegan botones y lavan las prendas; otro más da detalle a los acabados.
Por cada uno de éstos pasan de 300 a mil 500 prendas diariamente, y no existe manera de protestar o de presentar una queja si alguna mujer considera que el patrón o el supervisor se excede en su trato o en su carga de trabajo hacia las mujeres. La creación de un sindicato ni siquiera es una idea que pueda concebirse a largo plazo.
Tanto Hernández como su acompañante afirmaron que en estos lugares es común la rotación de personal; por eso no es difícil ubicar dónde hay un taller clandestino, ya que todos tienen un letrero en su entrada que reza: “Se solicita personal para costura”.
La experiencia de estas mujeres les hace afirmar que los peores lugares para trabajar están en los municipios de Ajalpan, Santiago Miahuatlán, San Gabriel Chilac, Tepanco de López y Magdalena Cuayucatepec, así como en las colonias marginadas de Tehuacán.
“Los dueños se aprovechan de nuestra necesidad de trabajo. Somos pobres y trabajamos en lugares pobres, pero hay mucha necesidad de trabajar, mucha necesidad de comer, por eso la gente sigue entrando a los talleres”, señaló Hernández.
–¿Alguna vez la han acosado sexualmente en su trabajo? ¿Su jefe le ha hecho alguna insinuación de ese tipo?
–Sí, alguna vez. Siempre pasa eso. A todas. Bueno, casi a todas, pero siempre hay alguien que te dice algo para darte el empleo o para que sigas (en él) –señaló la mujer.

“Se nos juntó el trabajo”
Los salarios se pagan semanalmente, y el más bajo es de 300 pesos –42.8 pesos al día, menos del salario mínimo vigente para Puebla–, que es destinado a quien ingresa a laborar a esos establecimientos, mientras que el más alto es de mil 200 pesos, que generalmente es lo que gana un supervisor en un taller, y son equivalentes a 171 pesos diarios.
“Podemos trabajar eso y más, pero que nos aumenten el sueldo, quisiéramos que nos pagaran más, porque lo que nos dan no nos alcanza. Esta es nuestra única opción y lo hacemos muy bien, pero no es lo justo”, comentó otra mujer en San Gabriel Chilac. Ella, de 26 años, casada y con tres hijos, está encargada de coser las mangas de una camisa de marca nacional; si logra concluir 300 piezas diarias en una semana puede ganar 600 pesos, de lo contrario habrá sanciones.
En tanto, Laura Andrade tiene 16 años y trabaja en la maquiladora Mazara, la cual está localizada en la colonia México de Tehuacán. Tiene seis meses que ingresó y no cuenta con seguridad y ninguna otra prestación social. Le dijeron que “después de unos meses” la registrarían en el IMSS, pero ya pasó medio año y no hay visos de que eso vaya a suceder.
Durante una entrevista con este diario, tras salir de su jornada, relató que en otras maquiladoras y talleres sólo aceptan a jóvenes mayores de 16 años, pero sabe de adolescentes que están trabajando en estos lugares, pues con facilidad pudieron obtener actas de nacimiento falsas, que los acreditan como mayores de 18 años y así para poder ingresar al campo laboral sin necesidad del consentimiento de los padres.
Andrade aseguró que la mayoría de las obreras que está en esa empresa proviene de localidades cercanas San José Ixtapa –municipio de Cañada Morelos– y San Marcos Tlacoyalco –perteneciente a Tlacotepec de Porfirio Díaz. 
Representantes de la empresa Mazara acuden hasta esos lugares para contratar a las mujeres y les paga el transporte para que acudan a trabajar a la maquila. Si los sábados tienen que trabajar todo el día “es por nuestra culpa, porque se nos juntó el trabajo”, así justifica Laura que la empresa no les pague hora extras.
Para Rosaura, quien trabaja en Confecciones Chirs –maquila localizada en la colonia México de la ciudad de Tehuacán–, en este centro de trabajo el despotismo es cotidiano por parte de los propietarios. Tiene seis años en la empresa, y aunque recibe prestaciones salariales, en los últimos dos años el dueño del establecimiento se niega a pagar las utilidades; además, no todo el personal está asegurado. “Nos regañan muy feo siempre y nos dicen muchas groserías porque según ellos no sale el trabajo como quieren. Eso no es cierto”.
En cambio, Lucía trabaja en una maquila que no tiene razón social, también localizada en la colonia México, y asegura que no cuenta con ninguna prestación, pues su centro de trabajo sólo lo componen cuatro personas, por ello son más flexibles y afirma que la tratan bien.

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