lunes, 6 de diciembre de 2010

Presente anacrónico, pasado revolucionario


Viernes, 03 de Diciembre de 2010 00:00
Escrito por Gilberto Herrera Medina

El tiempo y el espacio son parte de la realidad, no son categorías abstractas del conocimiento como el kantismo y neokantismo lo apreció; lo mismo acontece con el movimiento físico y el cambio social, ni uno ni otro se reducen a un presente imaginario, convencional, caprichoso y subjetivo.

Lo que llamamos presente o pasado, no son realidades concretas por si mismas, son más bien abstracciones convencionales al gusto, o la conveniencia de quienes, la incapacidad y la falta de desarrollo o la negación del mismo, en el afán de perpetuarse en el poder o detener la historia en la mera acumulación internacional de capital; en nuestro caso, de divisas dinero, cambiadas por fuerzas productivas, medios de producción y fuerza de trabajo sin retribución en la producción de la riqueza nacional.

La burguesía mexicana, con la burguesía mundial tiene al mismo tiempo que presente, su pasado específico, su historia, sus contradicciones en la apropiación del trabajo internacional diría un teórico de la economía política.

El PRI no es la Revolución Mexicana y mucho menos el PAN. Aquélla es un proceso social antifeudal, que se tornó inevitable ante la fuerza avasallante del capital mundial, del imperialismo norteamericano surgido 30 atrás, después de un largo proceso entre el Norte y el Sur, entre el algodón producto de la esclavización en riña con el trabajo asalariado y la valorización industrial de la producción en masa de granos y metales minerales arrancados de cualquier tierra propia y latinoamericana.

Norteamericana no ha vuelto a hundirse en el pasado que tuvo su origen y fuerza con el surgimiento del partido republicano; ni ha vuelto al pasado porque haya triunfado ahora el partido demócrata.

Ambos agrupamientos son producto de las condiciones capitalistas internas y, luego, internacionales. El pasado histórico, lo mismo que el presente, se halla inmerso en la estructura capitalista mundial de la cual es polo central preponderante Norteamérica, nuestro gran y potente vecino.

La Revolución Mexicana, a la que no pertenece el PAN y sus estructuras propietarias que aspiran a privatizarlo todo lo logrado a lo largo de más de 7 décadas, es el movimiento democrático social más extenso y portentoso, jamás surgido en nuestro país y se dio por circunstancias internas y externas que lo favorecieron.

El diferendo histórico del PAN, con la Revolución Mexicana que no con el PRI, es una contradicción entre la vieja burguesía feudal, que también ha experimentado cambios, y la burguesía que se alineó con la historia al lado de las masas campesinas y el proletariado, lo mismo que con algunos desprendimientos de aquella rancias familias que luego se recluyeron en el sinarquismo y en el PAN, como una forma de alcanzar y renovar sus privilegios de riqueza perdida en el fraccionamiento de las tierras y los ejidos y luego en la expropiación petrolera.

El presente histórico del PAN se corresponde con la dominación colonial, luego con su oposición al movimiento popular de la Independencia, con la guerra de tres años y su ruda negación del presente Juarista contra el que apostaron y perdieron, para luego intentar frenar el proceso revolucionario democrático burgués en la década de los 30 y los 40 del siglo pasado.

El PAN arribó al poder, aupado por fuerzas de la propia burguesía de aquel proceso que tanto combatieron; eso mismo pasó en Francia, dos veces, igual aconteció con la guerra campesina y el movimiento de reforma en Alemania, antes de que adviniera el fascismo y, lo propio, con Italia en el Renacimiento y el Resurgimiento.

Ellos, el PAN, no han dejado nunca su presente perpetuo, su fosilización, como la Foxilización en que se debaten ahora, por un pasado y un presente que nadie les disputa; ya que México conoce la realidad transitoria de un gobierno y otro, por lo menos, y sabe que el sol de la Revolución no pertenece a lo que ya pasó, presente sí, como la restauración borbónica después de la Revolución. O como la Decena Trágica, después del crimen de Madero y Pino Suárez.

Dividir el tiempo en pasado y presente, es el mismo absurdo lógico que darle a la materia un principio y al espíritu la eternidad absoluta que, después de todo, es tiempo; otra categoría más, junto con el espacio de la realidad material; pero hacerles digerir esto tan sencillo a los panistas, es como sacar las momias de Guanajuato y pretender que con ello revivan y acrecienten el quórum de la bancada azul o la asistencia al Centro Fox.

Fuente: La Jornada de Morelos

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