jueves, 8 de octubre de 2009

Honduras: ardiente escenario para un diálogo en cierne


Fuente: La Jornada de Zacatecas

Redacción

Raimundo López

Tegucigalpa. La posibilidad de encontrar una salida negociada a la crisis desatada por el golpe militar en Honduras aún se teje hoy, tras 101 días de tenaz resistencia pacífica de la población.

La violenta interrupción del Estado de derecho por los militares, políticos y empresarios, sustentada en las fuerza de las armas, dejó graves desgarraduras, con un saldo aún por precisar de muerte, heridos y encarcelamientos.

La mañana del 28 de junio, en medio de la ira y el desconcierto de los simpatizantes del presidente Manuel Zelaya, era difícil imaginar que 100 días después la resistencia estaría en las calles, pese al estado de sitio.

Los golpistas creyeron que el pueblo sólo estaría en las calles tres o cuatro días, una semana a lo sumo. Se equivocaron de pueblo, aseveró Amílcar Espinosa, quien desde los autos con altoparlantes ha estado todo este tiempo animando las marchas.

Dos personalidades, un líder obrero, presente en la punta de todas las manifestaciones, y un sociólogo que ha estado cerca de los acontecimientos, coinciden en que si hoy se habla de diálogo es gracias a la resistencia popular.

Juan Barahona y Guido Eguigure apuntaron que el decreto de estado de sitio del pasado 26 de septiembre estaba destinado a paralizar la resistencia popular y alejarla del escenario de las negociaciones que se vislumbraban.

Fue para tratar de encuevarnos, obligarnos a mantenernos en las casas, pero no pudieron, expresó Barahona, coordinador general del Frente Nacional contra el golpe de Estado, una vasta alianza de fuerzas populares.

Escuadrones de la muerte

Eguigure sostiene que fue una maniobra perfectamente planificada para sacar de escena al actor fundamental de la resistencia a la asonada militar y que, aun en los peores momentos de la represión, no declinó sus banderas.

Ambos señalaron que no sólo se apeló a un desproporcionado despliegue de tropas en la capital, sino a la actuación de escuadrones de la muerte, con asesinatos a miembros de la resistencia cometidos por enmascarados, en un intento de sembrar el terror.

El sociólogo Eguigure indicó que el golpe a la resistencia estaba dirigido a debilitar las posiciones de Zelaya, quien le dio un brusco giro a la situación con su sorpresivo regreso el 21 de septiembre.

Cercado en la Embajada de Brasil por el Ejército y la policía, sin el pueblo en las calles, Zelaya era un blanco fácil, sin casi capacidad de influencia en el curso de los acontecimientos, señaló.

El estadista, en un mensaje a una asamblea del Frente Nacional, el domingo, confirmó su respaldo a las aspiraciones de la población a una democracia participativa y a una vida con justicia.

Del otro lado del escenario de la crisis, el gobierno de facto, que encabeza Roberto Micheletti, contaba con todas las cartas de triunfo en las manos, en un aparente paisaje desolador para sus opositores.

El accionar cohesionado de las fuerzas armadas y la policía en la represión, el control del Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia, del Congreso, de los medios de difusión, los gremios empresariales, los partidos tradicionales, aún están con la división en El Liberal.

Con el estado de sitio se asestó otro duro golpe a la resistencia: la clausura de la emisora Radio Globo y el canal 36 de la televisión, dos firmes apoyos de la lucha democrática de la población.

EU y la ultraderecha

Eguigure señaló también otro aspecto decisivo en la evolución de los acontecimientos: la unánime condena universal al golpe de Estado, que puso a la sombra los sólidos apoyos recibidos por los golpistas de la ultraderecha norteamericana y de otros países. Estos, al acercarse la hora de las negociaciones, viajaron a Tegucigalpa, en un esfuerzo por fortalecer las posiciones del gobierno de facto.

Una misión de cancilleres de países de la Organización de Estados Americanos (OEA) tiene programado llegar mañana miércoles a Tegucigalpa en un segundo intento de lograr la firma del Acuerdo de San José, que establece la reinstalación condicionada de Zelaya.

Aún se desconoce el curso de los pasos hacia la mesa de conversaciones, pero uno de los actores esenciales, que estuvo en las calles todo este tiempo, puso los muertos, los heridos, los presos políticos; no podrá ser ignorado.

Casi un mes atrás, cuando el diálogo era una sombra difusa en el horizonte, Barahona dijo una frase a Prensa Latina en medio del bullicio de alguna marcha, que ahora recobra una oportunidad esperada por ellos: “no permitiremos que se mediatice la victoria del pueblo”. (PL)

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