martes, 6 de octubre de 2009

El riesgo de un estallido social


Fuente: La Jornada de Zacatecas

Redacción

Carlos Fazio*

Cada vez con mayor frecuencia los brotes de inconformidad social se suceden en la geografía mexicana, y son muchas las voces que, ante el hartazgo de amplios sectores de la población, advierten que puede producirse un estallido social.

Las protestas no son nuevas en México, pero se han agudizado ante el crecimiento del desempleo, el endeudamiento familiar y la desesperación por el hambre.

En todo caso, lo novedoso es que los brotes de rabia llegan acompañados de una violencia creciente. En muchos puntos del país la población ha comenzado a tomar sucursales bancarias en protesta por los elevados intereses que cobran en los créditos.

También han sido “ocupadas” instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por los cortes de energía y el alto costo de la luz. Y en muchos lugares, por ejemplo en el Bajío, gente famélica ha asaltado ferrocarriles con cargamentos de granos.

Además, son ya cinco los casos de ataques con artefactos de baja potencia contra bancos y otros objetivos. Se trata de explosivos confeccionados con cilindros de gas butano utilizados para la plomería, a los que se les adhiere pólvora.

En una sucursal bancaria pintaron un mensaje de protesta: “Capitalismo asesino”. Existen indicios de que podrían ser jóvenes de filiación anarquista. Por si fuera poco, un presunto fanático religioso causó alerta nacional cuando secuestró un avión de Aeroméxico en pleno vuelo con un explosivo simulado.

El hecho causó conmoción porque las televisoras siguieron el caso desde el aterrizaje del avión en el aeropuerto capitalino, y se pudo ver en vivo y en directo el operativo antiterrorista desplegado por las autoridades. Al final todo resultó en un fiasco. El protagonista resultó ser un pastor y cantante de origen boliviano, Josmar Flores, residente en México.

Pero no hubo secuestro, ni bomba, ni rescate y el asunto desapareció rápidamente de los medios de difusión masiva. Sin embargo, algunos columnistas atribuyeron el episodio a un “montaje” patrocinado por el gobierno federal para esconder el paquete económico 2010.

Pocos días después, un presunto “mensajero ambiental”, Luis Felipe Hernández, desató una balacera homicida en la populosa estación del metro Balderas, en la ciudad de México, dando muerte a dos personas e hiriendo a ocho. “Pónganse a orar”, gritaba el sujeto antes de ser reducido.

Las versiones oficiales insisten en que las explosiones en instituciones bancarias, el extraño secuestro del avión y el asesino del metro Balderas son hechos aislados y que no tienen nada que ver entre sí. Sin embargo, para algunos expertos y sectores de la población informada no se trata de casualidades.

A esos síntomas de descomposición se suman voces que en los dos últimos meses han venido alertando sobre un “estallido social” en México. El primer aviso fue lanzado por dos académicos estadunidenses, Jerome Corsi y Larry Birns, quienes advirtieron sobre la posibilidad de un “levantamiento armado” en el país.

La eventualidad de una revuelta social fue mencionada después por el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro, la Conferencia del Episcopado Mexicano, el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, e incluso por el secretario de Desarrollo Social (Sedeso) en el gabinete de Felipe Calderón, Ernesto Cordero.

Los focos amarillos están ahí y los “polvorines” se multiplican por el país. La crisis económica, el aumento de la pobreza y el avance de la militarización abonan el terreno para un estallido.

Además, al acercarse el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, los augurios incluyen la coincidente línea histórica de las revueltas nacionales: 1810, 1910 y ¿2010? (PL)

* Periodista colaborador de Prensa Latina

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