Fuente: La Jornada de Guerrero
MARLEN CASTRO
CHILPANCINGO, 12 DE JUNIO. El presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Coddehum), Juan Alarcón Hernández, denunció ante organismos internacionales y altas autoridades un atropello en su contra por el Ejército, cuando el pasado 6 de enero unos 30 militares quisieron catear su domicilio.
Expuso que está convencido que el Ejército intentó ejercer intimidación en contra suya y que por eso prefirió en su momento no hacer una denuncia pública, porque de haberlo hecho daría pie a que se dijera que estaba contra la lucha anticrimen.
Aunque en su momento calló ante la opinión pública, Alarcón Hernández mandó quejas a la Organización de las Naciones Unidas y al presidente Felipe Calderón.
Indicó que con esas comunicaciones quiso que hubiera antecedentes del procedimiento en su contra y no lo denunció públicamente para que no fuera interpretado como un acto protagónico.
Cerca de las 11 de la noche, ya cuando dormía unos 30 o 40 militares a bordo de vehículos artillados y con los rostros cubiertos llegaron al domicilio particular del defensor público e intentaron ingresar utilizando la fuerza.
Los soldados querían ingresar supuestamente porque recibieron una llamada anónima de que en esa casa había hombres armados, “lo que no es cierto, porque yo ni siquiera tengo gente para mi seguridad”, aseguró Alarcón Hernánez.
Por otro lado, cree que si de verdad los militares hubieran recibido esa llamada nada les hubiera impedido ingresar, por eso está convencido que se trató de un acto de intimidación.
Los militares estuvieron afuera del domicilio de Alarcón Hernánez unas tres horas y media.
Durante ese tiempo, se comunicó con el director de la Policía Investigadora Ministerial (PIM), Erit Montúfar, para ponerlo al tanto de la situación, pero el jefe policiaco sólo respondió que el operativo no había sido ordenado por ello.
Alarcón Hernández indicó que lo que respondió Montúfar era obvio, pero lo que buscaba al comunicarse con él era que el procurador buscara alguna interlocución con las fuerzas armadas para que desistieran de la acción.
Avisó al alcalde Héctor Astudillo y también a un militar de la ciudad de México hasta que por esa intermediación, cerca de las 3 de la madrugada los soldados se retiraron de su casa.
El presidente respondió a Alarcón que interpusiera su denuncia ante la PGR para darle cauce legal, pero que él ya no lo hizo porque su única intención es poner al tanto a las altas esferas de la situación.
Dos días después, Alarcón fue invitado a desayunar a las instalaciones de la 35 Zona militar donde le pidieron disculpas y le dijeron que se trató de un error.
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