Influenza, epidemia de pobres y por el frágil sistema de salud
Fuente: La Jornada de Zacatecas
Redacción
Sandra Torres Pastrana
La situación de precariedad e inequidad en los servicios de salud y las condiciones de la población vulnerada por el sistema económico neoliberal hacen que la actual epidemia por influenza humana (A/H1N1) tenga las condiciones suficientes para convertirse en una epidemia de pobres, señala la Otra Salud en un documento.
La Otra Salud, movimiento gestado en México a partir de la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en enero de 1994, señala que hay un síntoma de desmantelamiento en materia de salud pública, pues del gasto total en ese rubro, 46 por ciento corresponde a gasto público y 54 a gasto privado, además de que la estructura del sistema de salud mexicano se basa en un criterio de servicios diferenciales para poblaciones.
Ante tal situación, señala, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) se enfocan a empleados asalariados y a la burocracia estatal, mientras que los precarios servicios de la Secretaría de Salud y el IMSS Oportunidades atienden a la población que eufemísticamente se denominaba “ejército industrial de reserva”, es decir, población abierta e indígenas.
La posición de la Otra Salud es que la salud es “un derecho de todos y todas”, por lo tanto, plantea que debe ser gratuita, de respeto a la cultura y autónoma, pero a la fecha tal vez el número de muertos puede ayudar a medir la gravedad de la epidemia, o a lo mejor “algún día los vivos puedan descifrar el fondo y sus causas o determinantes de la epidemia”, señala.
Las lejanas medicinas
En el documento donde analiza los costos de la influenza, la Otra Salud analiza las recomendaciones de la Secretaría de Salud (Ssa) para utilizar los antivirales zanamivir y oseltamavir, y no amantadine y rimantadine, pues el virus es resistente a éstos.
Oseltamivir, cuyo nombre comercial es tamiflu (cápsulas de 75 mg), que se debe tomar por cinco días cada 12 horas, es producido y comercializado por Roche y cuesta 420 pesos 34 centavos la caja con 10 cápsulas.
Por lo tanto, advierte la Otra Salud, “si se enfermara un mesero al que mandan a su casa sin recibir su salario y recibe un ‘apoyo’ de 50 pesos diarios del gobierno del Distrito Federal, tendría que pedir a su familia no comer durante nueve días para juntar el dinero y comprar el medicamento, pero como la salud es un derecho, se lo van a ‘regalar’”.
Entonces, indica el documento, el paciente tendría que preocuparse no por el medicamento, sino porque le alcancen los 50 pesos para el jabón líquido desinfectante recomendado (23 pesos), un kilo de huevo (20 pesos), un kilo de tortillas (9 pesos), naranjas (4 kilos por 10 pesos) y leche (12 pesos el litro), compras que no le alcanzan ni con los 50 pesos regalados, por lo que aplica bien el dicho “en política, todo lo que se compre con dinero es barato”.
Lo que está en juego, dice la Otra Salud, es la idea de si esta historia de la influenza se resolverá con la aparición de un héroe: el Estado mexicano, la biomedicina, la industria farmacéutica, o el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), un salvador que eliminará el virus y nos devolverá la salud a los televidentes.
Ante tal situación, advierte, como activistas y como movimiento social no debemos enfocarnos a la simple crítica, sino a proponer una alternativa, una opción para alcanzar la cobertura universal de servicios de salud.
La Otra Salud propone: “no a la desconfianza del otro, no a la inmovilización o al aislamiento, no a la obediencia por miedo y a la desinformación; no al miedo y sí a la movilización, a la organización, a la solidaridad, a la confianza, a la vida, a que el pueblo se organice de una manera informada y responsable, que tome el control de los acontecimientos”.
En este momento las medidas eficaces y esenciales son tres: “estrecha vigilancia, detección y tratamiento oportuno, además del control de la infección en todos los centros de salud”.
Ante el Estado, concluye la Otra Salud, “exijamos el acceso equitativo a los medicamentos y a la atención especializada, que no sea necesario el peregrinar de la población no asegurada y que a las los trabajadores de la salud se les proporcionen todas las medidas de seguridad necesarias para su práctica clínica”.
Fuente: La Jornada de Zacatecas
Redacción
Sandra Torres Pastrana
La situación de precariedad e inequidad en los servicios de salud y las condiciones de la población vulnerada por el sistema económico neoliberal hacen que la actual epidemia por influenza humana (A/H1N1) tenga las condiciones suficientes para convertirse en una epidemia de pobres, señala la Otra Salud en un documento.
La Otra Salud, movimiento gestado en México a partir de la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en enero de 1994, señala que hay un síntoma de desmantelamiento en materia de salud pública, pues del gasto total en ese rubro, 46 por ciento corresponde a gasto público y 54 a gasto privado, además de que la estructura del sistema de salud mexicano se basa en un criterio de servicios diferenciales para poblaciones.
Ante tal situación, señala, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) se enfocan a empleados asalariados y a la burocracia estatal, mientras que los precarios servicios de la Secretaría de Salud y el IMSS Oportunidades atienden a la población que eufemísticamente se denominaba “ejército industrial de reserva”, es decir, población abierta e indígenas.
La posición de la Otra Salud es que la salud es “un derecho de todos y todas”, por lo tanto, plantea que debe ser gratuita, de respeto a la cultura y autónoma, pero a la fecha tal vez el número de muertos puede ayudar a medir la gravedad de la epidemia, o a lo mejor “algún día los vivos puedan descifrar el fondo y sus causas o determinantes de la epidemia”, señala.
Las lejanas medicinas
En el documento donde analiza los costos de la influenza, la Otra Salud analiza las recomendaciones de la Secretaría de Salud (Ssa) para utilizar los antivirales zanamivir y oseltamavir, y no amantadine y rimantadine, pues el virus es resistente a éstos.
Oseltamivir, cuyo nombre comercial es tamiflu (cápsulas de 75 mg), que se debe tomar por cinco días cada 12 horas, es producido y comercializado por Roche y cuesta 420 pesos 34 centavos la caja con 10 cápsulas.
Por lo tanto, advierte la Otra Salud, “si se enfermara un mesero al que mandan a su casa sin recibir su salario y recibe un ‘apoyo’ de 50 pesos diarios del gobierno del Distrito Federal, tendría que pedir a su familia no comer durante nueve días para juntar el dinero y comprar el medicamento, pero como la salud es un derecho, se lo van a ‘regalar’”.
Entonces, indica el documento, el paciente tendría que preocuparse no por el medicamento, sino porque le alcancen los 50 pesos para el jabón líquido desinfectante recomendado (23 pesos), un kilo de huevo (20 pesos), un kilo de tortillas (9 pesos), naranjas (4 kilos por 10 pesos) y leche (12 pesos el litro), compras que no le alcanzan ni con los 50 pesos regalados, por lo que aplica bien el dicho “en política, todo lo que se compre con dinero es barato”.
Lo que está en juego, dice la Otra Salud, es la idea de si esta historia de la influenza se resolverá con la aparición de un héroe: el Estado mexicano, la biomedicina, la industria farmacéutica, o el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), un salvador que eliminará el virus y nos devolverá la salud a los televidentes.
Ante tal situación, advierte, como activistas y como movimiento social no debemos enfocarnos a la simple crítica, sino a proponer una alternativa, una opción para alcanzar la cobertura universal de servicios de salud.
La Otra Salud propone: “no a la desconfianza del otro, no a la inmovilización o al aislamiento, no a la obediencia por miedo y a la desinformación; no al miedo y sí a la movilización, a la organización, a la solidaridad, a la confianza, a la vida, a que el pueblo se organice de una manera informada y responsable, que tome el control de los acontecimientos”.
En este momento las medidas eficaces y esenciales son tres: “estrecha vigilancia, detección y tratamiento oportuno, además del control de la infección en todos los centros de salud”.
Ante el Estado, concluye la Otra Salud, “exijamos el acceso equitativo a los medicamentos y a la atención especializada, que no sea necesario el peregrinar de la población no asegurada y que a las los trabajadores de la salud se les proporcionen todas las medidas de seguridad necesarias para su práctica clínica”.
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