martes, 13 de mayo de 2008

Retrato de una ex superpotencia adicta al petróleo

El precio del petróleo desbarata la condición de superpotencia de EE.UU.
Retrato de una ex superpotencia adicta al petróleo


Michael T. Klare
Tom Dispatch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens





El precio del petróleo parece estar en alza permanente. Un barril de crudo rompió otra barrera el miércoles – 123 dólares – en los mercados internacionales, y ahora se habla de una especie de “superaumento” en el precio (inimaginable solo ayer) que podría romper el techo de 200 dólares por barril “dentro de dos años.” Y eso sería sin un vasto ataque aéreo de EE.UU. contra Irán, después del cual podría ocurrir cualquier cosa.


El que, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, el petróleo haya estado todavía en el área de 20 dólares por barril, da una buena idea de los logros reales de los años del gobierno de Bush. Hoy cuesta llegar a recordar no el 11-S, sino el 9-11, - el 9 de noviembre de 1989 – el día en el que cayó el Muro de Berlín, indicando que, en su momento, después de unos setenta años, el Imperio del Mal reaganesco, la Unión Soviética, iba hacia la puerta de salida. En 1991, desapareció sin chistar de la faz de la Tierra. Casi hasta el último momento, altos responsables en Washington supusieron que continuaría eternamente y, al principio, cuando desapareció, la mayoría de ellos no podían creerlo. En su momento, sin embargo, el evento fue saludado como el mayor de los triunfos estadounidenses – una “victoria” no sólo en la Guerra Fría, sino en un ámbito nunca antes visto. Al fin y al cabo, por primera vez en la historia, quedaba sólo una superpotencia en el planeta.


En el alba de un nuevo siglo, el gobierno de George Bush hijo, repleto de implacables ex combatientes de la Guerra Fría, llegó al poder imbuido todavía con ese sentido de triunfalismo global y planificando impulsar lo que quedaba de la antigua Unión Soviética, una Rusia empobrecida, hacia una tumba precoz.


Casi siete años y medio después, como lo indica tan vívidamente a continuación Michael Klare, se podría perdonar a un observador por preguntarse si no habido dos súper perdedores en la Guerra Fría. ¿No será que la Unión Soviética, la más débil de las dos grandes potencias de la segunda mitad del siglo pasado, simplemente hizo implosión primero, mientras que EE.UU. adornado con una nube de auto-satisfacción, iba también lentamente, sin saberlo, camino hacia una salida? Y, como ironía final, Klare – autor del nuevo libro imprescindible “Rising Powers, Shrinking Planet” [Potencias ascendientes, Planeta en contracción] – señala que la energía ha reflotado a Rusia, mientras nos hunde a nosotros. Tom


Retrato de una ex superpotencia adicta al petróleo

El precio del petróleo desbarata la condición de superpotencia de EE.UU.

Michael T. Klare


Hace diecinueve años, la caída del Muro de Berlín eliminó efectivamente a la Unión Soviética como la otra superpotencia del mundo. Sí, la URSS, como entidad política, siguió dando traspiés durante dos años más, pero se trataba claramente de una ex superpotencia desde el momento en que perdió el control sobre sus satélites en Europa

Oriental.


Hace menos de un mes, EE.UU. perdió de modo parecido su derecho a reivindicar el estatus de superpotencia cuando un barril de petróleo crudo aceleró más allá de los 110 dólares en el mercado internacional, los precios de la gasolina cruzaron el umbral de los 3,50 dólares el galón en las gasolineras estadounidenses, y el diesel sobrepasó los 4 dólares. Como fue un hecho en la URSS después del desmantelamiento del Muro de Berlín, no cabe duda de que EE.UU. seguirá dando traspiés como si siguiera siendo la superpotencia que fue; pero la economía de la nación sigue siendo eviscerada para pagar su dosis diaria de petróleo; también sería visto por un número creciente de observadores entendidos, como un proyecto de ex-superpotencia.

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