jueves, 24 de abril de 2008

En concreto, Mujeres sin miedo IV


Laura Itzel Castillo
23 de abril de 2008

Las mujeres mexicanas irrumpieron en el ámbito público durante la Revolución. Participaron activamente en grupos opositores y en el proceso armado. Fueron conocidas de manera genérica como Adelitas. De ahí el nombre que hemos adoptado, hoy, las brigadas femeninas de la resistencia civil pacífica en defensa del petróleo.

La Revolución proporcionó experiencia y conciencia política a miles de mujeres. Surgieron entonces algunas organizaciones como Las Hijas de Cuauhtémoc, que se unieron a Francisco I. Madero y llevaron a cabo diversas acciones políticas. Este grupo, junto a otras asociaciones más, participó en el Primer Congreso Feminista, de 1916, que se pronunció por otorgar el voto a la mujer.

Un año después, Hermila Galindo, secretaria de Venustiano Carranza, llevó una propuesta en ese sentido al Congreso Constituyente, pero fue rechazada. Los legisladores estimaron que, como las actividades femeninas estaban sujetas al hogar y a la familia, todavía no habían desarrollado su conciencia política. Sin embargo, este mismo argumento fue desechado cuando se discutió limitar el derecho al voto de los hombres analfabetas, ya que ello “contravenía los ideales que dieron origen al movimiento armado”.

A pesar de la discriminación, en la década de los 20 se consolidó el movimiento organizado de mujeres en demanda del sufragio. Hubo reformas en Chiapas, Yucatán, San Luis Potosí, Guanajuato y Puebla. No sólo se reconoció el derecho a votar sino también a ser votadas. Esta segunda aspiración resultó efímera y difícil, pues en la mayoría de los casos no se validaron los registros y mucho menos los triunfos femeninos a ningún cargo de elección popular.

En 1935 se creó el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, organización plural que aglutinó a más de 50 mil afiliadas pertenecientes a 80 organizaciones. Por el PNR, abuelo del PRI, hubo destacadas personalidades como Matilde Rodríguez, esposa del general Francisco J. Múgica. También militantes comunistas como Refugio García, Adelina Zendejas y Frida Kalho, entre otras.

El presidente Lázaro Cárdenas, haciendo eco de este movimiento, envió al Congreso una iniciativa para reformar el artículo 34 de la Constitución, a fin de otorgar los derechos ciudadanos a las mujeres. A pesar de ser aprobada, la reforma no se publicó en el Diario Oficial porque parte del oficialismo consideraba al sector femenino “susceptible de ser controlado corporativamente”, como ocurría con campesinos y obreros.

La lucha sería todavía larga. Primero por el sufragio y luego por la igualdad jurídica. La primera se resolvió 18 años después, y la segunda 39 años más tarde. Y es que después del voto, decían los oscurantistas, las mujeres querrán acceder al poder. El asunto puede resumirse con una cita del escritor uruguayo Eduardo Galeano: “El hombre tiene miedo a la mujer sin miedo”. Y sigo con el tema en mi próxima colaboración.


http://www.eluniversal.com.mx/columnas/71048.html

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