miércoles, 15 de agosto de 2007

Cayó La Parota

NOTICIAS DE LA RESISTENCIA SOCIAL EN GUERRERO DEL DIA 13 DE AGOSTO DEL 2007- PRENSA CECOP

¿LA RAZÓN SE IMPUSO, AHORA QUE HARÁN? LA PRESA SE HA CANCELADO, TODOS AL TRIBUNAL AGRARIO.

VIVA EL CECOP

Nota periodística:

Demudado, el enviado de la CFE escuchaba la decisión de rechazar el ambalse

“Se cayó La Parota, compañeros, se cayó; ni una asamblea más”

El Cecop comenzará otra lucha, ahora contra proyectos como La Yesca, anuncian

ROBERTO RAMIREZ BRAVO/JORNADA GUERRERO

Con las manos en la cintura, el director de proyectos inversión financiada de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Eugenio Laris Alanís, observaba, demundado y con los ojos como si fueran a saltar de sus órbitas, al vocero del Cecop, Marco Antonio Suástegui, en el momento en que terminaba de leer el acuerdo de la asamblea de los Bienes Comunales de Cacahuatepec para rechazar el proyecto hidroeléctrico La Parota.

“¡Se cayó La Parota, compañeros, literalmente se cayó; ni una asamblea más!”, exclamó Suástegui. Laris apenas ocultaba el temblor de su barbilla mientras unas tres mil personas reunidas en Aguacaliente lanzaban mueras a la CFE.

Era casi el final de una jornada en la que el funcionario de la paraestatal y los principales operadores del proyecto –el subdirector de construcción, Benjamín Granados Domínguez; el coordinador de proyectos hidroeléctricos, Humberto Marengo; el coordinador de proyectos hidroeléctricos, el biólogo Francisco Hernández Alvarez, el representante sindical Luis Díaz Vargas, y el coordinador del proyecto La Parota, Gerardo Cruz Vázquez–, llegaron sonrientes y entraron al sitio de la asamblea por la puerta principal, pero salieron por un costado, entre el lodo de aguas negras y los excrementos de perros, seguidos por los gritos de los campesinos.

Fue, también, el fin de un proceso de tres meses en el que las partes enfrentadas legalmente desde hace cuatro años, el comisariado y el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras al proyecto La Parota (Cecop), fueron acercando sus posiciones hasta lograr el acuerdo de ayer, concebido como “convenio de conciliación” en torno al litigio 242/2007 que se sigue en el Tribunal Unitario Agrario por las asambleas del 6 y 20 de mayo pasado, en el que se asienta el rechazo a la expropiación de las tierras para el proyecto, y se pacta que no volverá a haber otra asamblea para tratar ese asunto.

De la sorpresa y el pasmo, Laris Alanís pasó a un contraataque tibio: en el oído, le dijo a Suástegui, quien sostenía el micrófono mientras los miembros del comisariado y del Cecop firmaban el convenio de conciliación, que lo felicitaba por haber logrado la cancelación de la presa pero le advirtió que sobre su conciencia quedaría el que estos poblados no tuvieran desarrollo y sigan en la miseria. “¿Es una amenaza?”, le preguntó el vocero, tras narrar por micrófono la plática.

Pero ya era tarde, porque de buen talante el presidente del comisariado, Jesús Crisanto Arellano, había firmado, igual que su secretario Angel Hernández Quiñones y su tesorero Alfredo Humberto Elasio. El funcionario se dirigió a los asambleístas: “es un proyecto nacional y hay autoridades sobre mí que tienen que tomar la decisión, pero sí les digo que será con la voluntad de ustedes, no en contra de su voluntad”. Luego intentó irse, pero Suástegui le recordó que debía esperar a que todo acabara, hasta que el abogado Mario Patrón, del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan, le sugirió que los despidiera porque la asamblea es un asunto de los comuneros, y los funcionarios ya habían informado.

Así se permitió la salida a los funcionarios, para quienes se abrió un boquete en la malla ciclónica que rodeaba el predio, por un terreno baldío lleno de aguas negras y con excrementos de animal. De salida, Alanís concedió dos entrevistas, en la primera explicó que la CFE se reservaría la acción que pudiera tomar en virtud de que la asamblea se había convocado sólo con carácter informativo, y en la segunda afirmó que corresponderá a las autoridades agrarias definir si tenía validez o no.

Para ese momento los comuneros ya festejaban y se abrazaban. Marco Antonio Suástegui aseguró que no la batalla, sino la guerra, se había ganado. Anunció que el Cecop comenzaría otra lucha, ahora por la cancelación de otros proyectos, como La Yesca.

“Menos el de atrás”

Desde las 8 horas el acceso al poblado fue restringido por el Cecop, que colocó un retén humano en la entrada, y un metro después un cordón atravesado en la carretera.

El vocero Marco Antonio Suástegui, el comerciante Gustavo Téliz y gente de la comunidad, vigilaban el ingreso al pueblo con resultado de algunos incidentes menores. Suástegui decretó: no entrarán Televisa, El Sol de Acapulco ni Novedades, y a ninguno de los tres medios se les permitió el acceso; en cambio, entraron sin problema agentes de Gobernación que decían ser reporteros de desconocidos medios de información.

Un grupo de simpatizantes, encabezado por Hildeberto Guadalupe Elasio, de Barrio Nuevo de los Muertos, se quedó sin poder entrar porque algunos traían credenciales muy nuevas que, aseguró Suástegui Muñoz, habían sido solicitadas con domicilios en los bienes comunales sólo para la asamblea.

Poco antes de las 10 llegó Laris con sus funcionarios y un grupo de apoyo, e ingresaron sin problemas. Invitado por ellos iba, en último lugar de la fila, tratando de pasar desaparecibido, el subsecretario de Asuntos Políticos. Guillermo Ramírez Ramos.

–¡El no pasa! –dijo un comunero al identificarlo. Y el funcionario se quedó atrás de la valla, donde permaneció una media hora y luego se fue.

En el centro de Aguacaliente se instalaron las mesas donde los comuneros que habían pasado el primer filtro se inscribían a la asamblea, que se realizaría en un terreno baldío, del lado del río, donde fue recibido el subcomanndante Marcos.

Cuando estaba por cerrarse el registro, unos comuneros vieron al cenecista Evencio Romero Sotelo, aguerrido promotor del proyecto, y lo corrieron a gritos, pero como no se iba empezaron a empujarlo y jalonearlo, hasta que un puño se estrelló contra su rostro. Ya en franca huida, Romero fue interceptado por un reportero de televisión que le preguntó qué estaba pasando y aquel contestó que no intentaba entrar a la asamblea.

–¿Cómo lo trataron? –inquirió el reportero, cuando el cenecista se sobaba la mejilla golpeada.

–¿Qué no estás viendo? –le contestó antes de subir a su camioneta y alejarse del pueblo a toda prisa.

En el recinto había unas maquetas de la presa bajo un toldo y un registro de tres mil asistentes, explicó el secretario del Cecop. Laris y su equipo estaban tranquilos. Platicaron con reporteros y denunciaron que al profesor de la UAG Alfonso Guzmán, contratado por la CFE para hacer estudios socioeconómicos en la zona, se le impidió el acceso; Laris dijo que también se han gastado 200 millones de pesos en estudios y obras menores para el proyecto, e insistió en que sólo hay 250 afectados a los que habría que pagarles, los demás sólo tendrían los beneficios que se acordaran con las autoridades comunales.

Al comenzar la asamblea, a las 11:25, pasaron su primer rato amargo, pues Suástegui Muñoz les pidió que se presentaran y los comuneros le gritaron de todo. Laris sonreía; sus acompañantes no.

Laris Alanís fue el primero en exponer su parte. “No esperamos que ahora aprueben o no el proyecto”, les dijo de entrada, pero las respuestas fueron gritos: “¡fuera, fuera!”, “¡tengan vergüenza, cabrones!”. Rechazó los argumentos que han circulado previamente: no se va a secar el río, sí habrá agua para Acapulco, no se afectará a ningún poblado abajo de la cortina, dijo.

–¡Controla tus nervios! –le gritó una mujer.

Es que Alanís temblaba. Se veía el esfuerzo por controlar el movimiento del mentón y de sus manos. La presa, insistió, “se hará cuando los comuneros estén de acuerdo”, y desató los gritos en su contra.

–¡Tú eres el culpable de los muertos, asesino!

Ofreció pagar las afectaciones por encima de los avalúos del gobierno o de los mismos comuneros, pero sólo a los 250 afectados, y pidió “que se decidan si están por el proyecto, o (por) que se mantengan las condiciones de miseria en que están”. Y otra vez los gritos.

Marengo Mogollón tomó la palabra pero sólo duró tres minutos, porque tras repetir lo que su jefe, los abucheos arreciaron. Gerardo Cruz Velázquez –“¡otro mañoso!”, le espetaron– tampoco tuvo mucha suerte porque insistió en lo mismo, pero afirmó que ya hay un lugar donde se reubicarían a los 810 afectados de 14 poblados y que la mayor parte ya dio su aprobación. –¡No entiendes, burro: la tierra no se vende!

De repente, sin terminar el discurso, dijo: “Bueno, muchas gracias”.

Laris retomó la palabra para calmar los ánimos, pero sólo alcanzó a decir: “entiendo que son ustedes un grupo de la Cecop muy agresivo y convencidos de que la obra no se haga; lo dejo en su conciencia”.

Los ánimos estaban caldeados, los comuneros se habían levantado y se acercaban al templete donde estaban funcionarios y organizadores. Laris hizo el intento de ir a sentarse pero Suástegui lo atajó: “hey, ¿a dónde vas? párate ahí”, le ordenó, y señaló un lugar. El funcionario intentó resistir pero el comunero repitió el mandato, y tuvo que obedecer. Entonces Suástegui le reclamó por los que están procesados y le exigió ante la asamblea retirar cargos, Laris encontró su oportunidad y dijo que no podía porque no era la CFE quien había acusado, sino un funcionario en particular.

Después participaron los expertos invitados por el Cecop: Octavio Klimek Alcaraz y Angelberto Martínez Gómez, asesores de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, y el diputado José Antonio Alcaraz Hernández, quienes repitieron su exposición en los foros sobre el tema organizados en Acapulco y la ciudad de México.

Hablaba Angelberto Martínez cuando un simpatizante de la presa, Mauricio Velarde, de El Ranchito, en evidente estado de ebriedad subió al templete pidiendo el uso de la palabra. Gustavo Téliz trepó también de un brinco y primero le ordenó salir, pero como aquél no obedeció, lo empujó. “¿Qué quieres, hijo de la chingada?”, le gritaba el comerciante. El comunero, ya abajo del templete, lo retó: “¡tú conmigo, cabrón, bájate!”, pero Téliz ya no insistió. Luego Velarde fue expulsado y afuera lo recibieron policías, que se lo llevaron.

Después, Laris Alanís intervino para replicar, rechazó los argumentos de los expertos y pidió a los campesinos no dejarse manipular por gente que viene de fuera.

Eso fue lo último, porque después de él hablaron los comuneros, y en dos ocasiones se pidió levantar la mano a quienes estuvieran en favor y en contra del proyecto. Una vez hubo unos 20 que se pronunciaron a favor, después, ninguno. Al último, ya en asuntos generales, lo que se votó fue un convenio de conciliación entre el Cecop y el comisariado, pero con cláusulas que marcan con claridad el rechazo a la presa La Parota. (FIN)

Fuente: Kolectivo Azul

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