martes, 17 de septiembre de 2013

Tras la batalla del Zócalo, ¿el aprendizaje del miedo?


Oriol Mallo

Mañana sabremos si la ruta de la involución en México se frena o apenas inicia la espiral del horror permanente: los maestros intentarán volver al Zócalo del DF y Mancera ya confesó a El Universal su verdadera misión: ”que desistan, lo digo de manera responsable, respetuosa a su movimiento, a sus ideas, de afectar a la ciudad mayormente”. Su español empeora pero el discurso del orden es el nuevo mantra de Miguel Ángel Mancera.

Tras la primera batalla del Zócalo, el 13 de septiembre, un desalojo violento y abrumador, las persistentes señales de la vuelta al tolete se hicieron claras. Los, maestros de la CNTE llegaron al DF en agosto porque se dieron cuenta que el gobierno federal iba a imponer el libro despido de docentes en cuestión de días. La contrarreforma sería ratificado en las dos cámaras del Congreso de la Unión como parte del acuerdo entre el PRI y los grandes empresarios, encabezados por Alberto Baillères, hijo del fundador del ITAM.

Una reforma educativa centrada en lo laboral, o la humillación legal de unos maestros, sin sueldos ni aulas dignas, evaluados por un organismo semiprivado capaz de decidir, incluso, su continuidad en la empresa. El fin de la enseñanza pública que la revolución mexicana prometió y no dio. Promovida por el mismo partido que la enterró, el siempre camaleónico PRI.

Delirio neoliberal importado de EEUU que se impondrá a un costo descomunal. Pero la cruzada empresarial no parará hasta tomar las últimas posiciones. Los dueños de México que por décadas prefirieron dejar morir la educación pública terminaron por descubrir que también las escuelas podía ser fuente de negocio tras la “autonomía de gestión” y la destrucción de los derechos laborales.

Así que inaugurando las reformas de tercera generación, el PRI de Peña decidió que todo se vale para servir a los financieros de su campaña. Y se dispuso a cumplir con su exigencia que los maestros fueran sacrificados. Su extrema resistencia se hizo presente en el DF donde los docentes llegaron a tomar la Cámara de Diputados. En contra de la mayor oleada clasista-racista desde el 2006, o el llamado de los medios al asesinato del pinche maistro, su activismo puso la cuestión educativa en la agenda nacional.

Todo el mundo vio como las leyes secundarias de la reforma educativa fueron aprobadas al margen y en contra de los maestros. Pero algo más sucedió. En su desesperada resistencia, La CNTE rompió la reglas no escritas de la simulación democrática; no tomar periférico, no impedir el tráfico aéreo, no ocupar recintos legislativos y la más importante de todas o nunca jamás impedir el grito del poder la noche del 15 de septiembre y menos aún el desfile militar del 16 de septiembre en el Zócalo e inmediaciones.

En este mundo de hipócritas, llena de gente decente, amante de las formas republicanas y la privatización de lo público, lo ilegítimo es que las víctimas se nieguen a cumplir órdenes. Esto hicieron unos centenares de maestros la tarde del 13 de septiembre del 2013.

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