jueves, 17 de junio de 2010

Sexenio perdido

Carlos Reyes Romero
crr_44@hotmail.com

En memoria del maestro Leoncio Domínguez Covarrubias,
por su infinita convicción y voluntad democrática.

Chilpancingo, Guerrero.— Los plazos se cumplen fatalmente; quedan sólo diez meses para que concluya el mandato del gobernador que no puede solo porque todo lo hace solo.

Para Guerrero ha sido un sexenio perdido. Nunca antes se había desperdiciado de una manera tan absurda la energía popular. Todas las esperanzas de un pueblo fueron echadas por la borda, por un gobernante encerrado en sí mismo, que no ve a nadie, que no habla con nadie sino es para dictar órdenes y sobre todo que no escucha a nadie.

Es una verdadera lástima. Recuerdo la emoción popular de aquel domingo 6 de febrero de 2005. La gente no daba crédito a lo que decían las actas pegadas en cada lugar donde hubo una casilla: había ganado Zeferino. Por fin se avizoraba la posibilidad del cambio para Guerrero.

Espontáneamente la gente se concentró en la Plaza Cívica para celebrar; otros se fueron al Cuicalli, donde habría una rueda de prensa organizada por el entrañable maestro Leoncio Domínguez Covarrubias.

En la Plaza Cívica todos esperaban que llegara Zeferino y diera un mensaje. Todos se quedaron esperando.

Lo que nadie esperaba, es lo que sucedió en el Cuicalli. Ahí, en medio de la algarabía que acompañó el arribo de Zeferino al improvisado templete-barda del ese entonces predio, surgió un murmullo que luego, luego, se hizo un coro de voces demandantes: ¡No nos vayas a fallar! ¡No nos vayas a fallar! ¡No nos vayas a fallar!...

La verdad aquello me dejó atónito. De inmediato lo asocié con la sabiduría popular y con la conversión de los corderos en leones cuando se sublevan ante el despotismo, iba a decir ilustrado, pero éste ni a letrado llega, con todo el respeto que me merecen los letrados porque yo también soy uno de ellos.

De todas maneras el momento me pareció legítimo, porque auguraba una nueva y positiva relación entre el pueblo y el nuevo gobierno. Lo que nunca imaginé es que, a partir de ahí, el distanciamiento sería tan profundo.

El rompimiento de Zeferino con Chilpancingo y con la gente de Guerrero, fue de tanta dimensión y profundidad, que lo mantiene totalmente aislado cuando está en la ciudad, bien sea en su oficina, bien sea en Casa Guerrero. No importa dónde esté al cabo que ni se nota, porque en ambos casos las instalaciones lucen descuidadas, desaliñadas, arronzadas; así como es él…

Al principio el maestro Leoncio Domínguez quiso hacer algo para remediar esta situación y organizó varios encuentros de Zeferino con diversas familias chilpancingueñas cuya opinión cuenta en la ciudad. Fue inútil. El distanciamiento estaba dado y peor aún… seguiría creciendo.

Al principio la gente le reclamaba a Zeferino, luego se enojaba con él, después hasta le mentaba la madre; al final a la gente le valió madres lo que Zeferino hiciera o dejara de hacer.

La indiferencia es, finalmente, el signo de la relación del pueblo con Zeferino.

Eso ya no lo cambia ni el acento del cambio ni la falta de cambio en el acento. Es una lástima, insisto. La gente esperaba más; Zeferino podía haber dado más.

La gente seguirá buscando en quién depositar su confianza y cómo sacar adelante exitosamente sus intereses, los intereses del pueblo en contra de los poderosos, de los que indebidamente se apropian de la riqueza social. Así ha sido siempre, así seguirá siendo.

Seguramente para él, para Zeferino, será muy frustrante; le esperan el olvido, la soledad, el ostracismo.
¿Quiere usted saber qué es, cómo se siente, qué significa la soledad? Fácil. Visite el edificio Centro del Palacio de Gobierno en Chilpancingo, sobre todo el segundo piso donde están las oficinas de Zeferino y encontrará el lugar más desolado del mundo, donde sólo deambula uno que otro empleado y donde siempre hallará dos amabilísimas recepcionistas que lo atenderán con pulcritud y esmero; de ahí en adelante no encontrara nada. Ahí no se han dado ni se darán soluciones; en otras oficinas del gobierno tampoco. La gente lo sabe, por eso no van.

¿Qué nos queda?

Seguir batallando por el cambio que todos queremos para nuestras familias, para nuestros descendientes.

Ya aprendimos que nos falló el PRI y también el PAN y el PRD.

El PRI quiere regresar a Casa Guerrero y a Los Pinos, pero vienen con mucho ánimo de desquite y demasiado fuego amigo entre ellos. ¿Qué nos pueden ofrecer aparte de sus rencores y de sus prácticas de enriquecimiento ilícito? No buscan quién se las hizo, sino quien se las pague, mientras coquetean sus desnudeces ideológicas y políticas con los dueños del país.

El PAN quiere renegociar su permanencia en la Presidencia con quienes lo llevaron a Los Pinos; sin embargo, la oligarquía que consolida ganancias y no paga impuestos −los dueños del país, pues− exige la total expoliación del pueblo, lo cual es suicida para cualquiera que quiera gobernar aunque sea con un halito de gobernabilidad.

El PRD anda extraviado, sin mapa de navegación ni puerto de arribo. Se mueve entre la disputa por los cargos públicos, la mayoría de las veces con ánimo de enriquecimiento ilícito, y la permanente sublevación de una base social que está al garete por falta de una dirección política seria y creíble. Es el fantasma de una izquierda que todavía no termina de morir y que se niega a renacer.

Lo que nos queda es seguir alentando todo intento de organización que reivindique la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos y que insista en rescatar el ejercicio de la soberanía directamente por el pueblo. Los políticos mexicanos no van a renunciar a sus prebendas y privilegios, pero tampoco tenemos por qué seguir permitiéndoles que aparte de que nos mal gobiernen se enriquezcan con nuestros impuestos.

Necesitamos un gobierno, que en verdad surja del pueblo y gobierne con el pueblo y para el pueblo. Necesitamos que se cumpla efectivamente este viejo anhelo democrático, que ha inspirado las mejoras gestas libertarias de este país en los últimos 200 años. Necesitamos realizar nosotros mismos nuestros sueños.

¿Queremos realmente el cambio?

Tomemos entonces las decisiones pertinentes.

Fuente: Forum
Difusión: Soberanía Popular

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