Lilia Cisneros Luján
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Con profunda pena ajena, debo de adherirme a lo expresado por Carlos Fuentes quien señala, entre otras muchas cosas, la ausencia de ideología, de base social e incluso de competencia profesional, con la cual arribaron al poder aquellos llamados por el vulgo de “extrema derecha”. Asumo que no se refiere sólo a panistas –conozco algunos muy respetables– y que sí incluye la obviedad de tránsfugas de otros partidos que de pronto, y por mera conveniencia y oportunismo, se han puesto camisas azules. Lo de la ineficacia en el desempeño, podría intentar soslayarse con aquello de “mal de muchos”.
En el caso del informe dado por el bisoño procurador Babas, es evidente la incompetencia para tender camas de una nanas, que sólo estiran, sin sacudir las sábanas y jalan las cobijas de encima, “por donde ve mi suegra”, como diría mi abuelita. Si subimos en la línea de productividad, igual tendríamos que reprobar a un ama de casa, quien seguramente tampoco sabe tender camas –es abogada no administradora de hoteles, podría decir en su descargo– mucho menos supervisar si alguien lo hace adecuadamente. Y bueno de ahí nos seguimos, con los perros de olfato entrenado, los agentes judiciales –de olfato no tan fino y seguramente atrofiado por el aroma quizá con rastros de alcohol de sus orines– que se la pasaron depositando desechos en el baño de la niña. Y luego los peritos y los jueces que obsequiaron y posteriormente cancelaron la orden de arraigo a los cuatro presuntos –no sé si “responsables” pero sí en casting de farándula– y los familiares recorriendo la casa, modificando la escena del “crimen” que como “resultado de la ciencia” se convirtió en accidente. ¡Por Dios!
Hasta el más humilde campesino sabe que para no espinarse hay que ponerse los huaraches. ¿Por qué no hacen lo propio antes de hablar? En la última telenovela, la del abogado Diego ¡cómo estarán las cosas! que los medios electrónicos, luego de ver –en las redes sociales– con sorpresa y seguramente preocupación la reacción del “México bronco”, decidieron preventivamente no hablar del tema. ¿Entiende el titular del Ejecutivo federal lo que significa la división de poderes? ¿En base a qué ha dictado sentencia asumiendo el no secuestro por parte del crimen organizado? ¿Qué sabe y nos oculta acerca de la forma en la cual se comunica el narco?
Algún manejo político –que alcanzara por cierto al poder fáctico de los medios– debería estarse dando, frente a una población que mayoritariamente se ha solazado por la tragedia de un ser humano. ¿Quién, en algún nivel de gobierno está haciendo qué, para evitar el daño social de desear o celebrar la posible muerte de una persona, echando mano del odio, como si esta primitiva salida para manejar el enojo fuera la más sana?
Es comprensible aceptar que millones de ciudadanos se sientan hartos en una sociedad, injusta, amoral y violenta; pero no se justifica la pasividad o las respuestas inapropiadas que usan la misma violencia como forma de defensa y camino innegable para la continuidad de la frustración aumentada por la impunidad. El horizonte de esperanza no se va a recuperar con discursos y sí se está empeorando al desgastar todas las instituciones. Un día sí y otro también se vulnera la contención social con golpes atentatorios a los derechos humanos, por ello la podredumbre está llegando a niveles más altos que los dos metros alcanzados al interior de las casas en colonias cercanas al Canal de la Compañía desbordado en febrero. ¿Nos horroriza saber que por ignorar el atlas de riesgo de la ciudad capital, una eventual ruptura del drenaje podría desparecer el centro histórico en sólo unos minutos? Pues lo mismo está sucediendo en la sociedad.
Lo peor está emergiendo. Las expresiones de rencor y ansia de venganza se desbordaron: “No los va a salvar su fortuna ni su poder”. “No importa a donde se vayan ahí los alcanzará la justicia del pueblo”. “Felicidades a los valientes que se atreven a ponerlos en su lugar”. Y así las redes se vieron inundadas por lo peor de lo peor y los responsables de evitarlo, además de pasear, mal hablar una lengua extranjera en un país ajeno –pisoteando todas las normas de la diplomacia– y exponerse a la intromisión en nuestra soberanía, ¿qué están haciendo?
Los titulares de las carteras del gobierno parecen carecer de elemento alguno que les permita identificar a los malandrines, controlar los fenómenos destructivos y menos aún plantear soluciones. A cambio de ello, como si se tratara de una gira de espectáculo, elaboran guiones para arrancar aplausos de un público que no evita la posibilidad de divertirse un rato; pero quienes con su trabajo aportan para sostener esta mala puesta en escena, se hacen muchas preguntas. ¿Por qué, en vez de “apoyar” a la empresa privada responsable de la tragedia ecológica en el golfo de México no están usando en Pemex estos recursos para prevenir una segura contaminación de crudo en nuestras aguas? ¿Qué medidas están tomando para evitar que siga desgastándose la figura del Ejército y la Armada de México rebasadas en armamento y organización?
Si casos como el del señor Fernández de Cevallos les hacen suponer que se trata de fuego amigo, ¿se están tomando providencias o reaccionarán cuando una guerra civil sea inevitable? Son ya dos las presidencias con titulares casi siempre ausentes de su función. ¿Los asesores del mandatario son tan perversos como para convencerlo del supuesto entusiasmo del pueblo para que vaya al mundial de futbol?
Sería fatal que las 27 interrupciones de aplausos en el discurso frente a congresistas estadunidenses, impidan al señor Calderón darse cuenta del alcance de las declaraciones del presidente Obama, afirmando que la estrategia en contra del narcotráfico ha sido errónea, empezando por el hecho de denominarla guerra –concepto acuñado en la época de Nixon y al parecer no muy aceptado en un siglo XXI, en el cual el negocio de la producción norteamericana parece ser el verdadero motivo de preocupación por la competencia externa– y que los esfuerzos deben enfocarse más a la disminución del consumo. ¡Uy! Suena como haber quitado la escalera a quien pintaba de rojo la geografía nacional.
Otra vez, la sabiduría de mis abuelos diría “lo dejaron colgado de la brocha”.
Fuente: Forum
Difusión: Soberanía Popular
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