lunes, 26 de abril de 2010

CJ: Regreso sin gloria


Jorge Meléndez Preciado
jamelendez44@gmail.com

Acuciado más por el asesinato de tres personas ligadas al consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez que a una promesa anterior, Felipe Calderón estuvo en la capital de Chihuahua por tercera vez. Nuevamente, como en la anterior ocasión, se utilizó un despliegue policiaco similar a una visita de presidente estadunidense en nación latinoamericana de los años setenta. Cinco mil federales cuidaron todo para que el Ejecutivo pudiera llegar a un gran hotel y acudir a ríspido encuentro privado.
Afuera, indignadas, las madres de los 15 jóvenes asesinados el 30 de enero, las progenitoras de muchachas secuestradas hace meses o años, activistas civiles y hasta algunos legisladores insistían en hablar, una vez más, con el habitante de Los Pinos. Nada lograron porque el cerco era infranqueable. Por lo que atinada, correctamente, el diputado local, Víctor Quintana dijo: es una visita inútil; electorera.
Adentro, sin embargo, los discursos de Genaro García Luna, de los gendarmes, y Arturo Chávez Chávez, titular de la PGR, eran triunfalistas: hemos abatido 40 por ciento los delitos y los secuestros; bajó la venta de drogas. Dos representantes del Consejo Consultivo, personas afamadas y poderosas, dudaron y hasta refutaron esos resultados que únicamente producen mentes calenturientas o estadísticas a modo para satisfacer al jefe.
Ni con vallas y represiones o palabras sin sentido se queda bien. Ni los pobres y humillados ni los ricos y espantados aceptan las posiciones oficiales. La olla exprés aumenta su presión.
El señor Calderón insistió en su estrategia: no retirar al Ejército ni a la Policía Federal. Esos guardianes, anotó, nos salvarán. Pero Janet Napolitano, encargada de la seguridad interna de Estados Unidos, dijo: el Ejército Mexicano no ha ayudado a reforzar la seguridad en la frontera. O sea, ha servido de poco o de casi nada.
Javier Ibarrola, Milenio Diario (17 de marzo), en un breve artículo plantea: Felipe Calderón falló en su estrategia de hacer la guerra al narco; los malosos aprehendieron más rápido que el gobierno; las fuerzas armadas están prácticamente encarceladas en esta lucha y el Ejecutivo parece un ministerio público itinerante.
Es relevante la opinión de un periodista que titula su columna, Fuerzas Armadas y quien tiene relación estrecha con dichas organizaciones; incluso algunos lo señalan como vocero de las mismas.
Ocho mil 500 soldados están desplegados en Chihuahua desde marzo de 2008. En ese año se incautaron 77 toneladas de mariguana y se aprehendieron a mil 214 individuos. Para 2009 las cifras fueron menores, sólo 54 toneladas de mota se les decomisaron a los cárteles y se detuvieron a mil 169 personas. Baja nada espectacular pero que demuestra lo señalado por Ibarrola, los cárteles supieron como burlar a las autoridades que insisten en su fracasada ruta.
Para dar otra nota espectacular, se dijo que habían detenido a un quinto asesino de los estudiantes masacrados en Salvárcar. Pero resulta que la señora Guadalupe Meléndez asegura que su hijo, Israel Arzate Meléndez, fue detenido anómalamente como responsable de aquellos hechos. Seguramente tiene parte de razón, pues se ha manifestado innumerables ocasiones con Luz María Dávila, quien sufrió la pérdida de sus dos hijos hace más de 60 días. Ésta fue, no se olvide, la que encaró a Felipe y le dijo que no era bienvenido a su tierra. Hoy no se le permite el acceso a las reuniones oficiales, pues las voces discrepantes molestan.
Ante ese panorama, se dan los homicidios de Artur H. Redelf y Lesley A. Enríquez, estadunidenses, y del mexicano Jorge Alberto Salcido, unido con una señora que laboraba en el consulado yanqui. Más rápido que inmediatamente, agencias del otro lado del Río Bravo, entre ellas la FBI y la DEA, entraron a territorio mexicano y dicen que investigarán el caso. Obvio, aseguran, que en colaboración con las mal llamadas fuerzas del orden de acá.
Lo primero que hacen los güeros es llevarse los cadáveres para hacer los miles de exámenes, similar a lo que vemos en los famosos programas televisivos: CSI y Mentes criminales. La intervención es tan clara que el senador panista, Ramón Galindo, la denuncia abiertamente.
El asunto recuerda el caso del agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena, y el piloto mexicano Alfredo Zavala, hace un cuarto de siglo. Luego de esos crímenes vino una embestida contra Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca, Don Neto, y Miguel Ángel Félix Gallardo. Todos están en la cárcel, incluidos varios miembros de la Dirección Federal de Seguridad, antecedente del Cisen y la PF.
El negocio de las drogas, empero, siguió y aumentó exponencialmente, pues el continuador de aquellos sinaloenses fue su paisano, Joaquín Guzmán Loera El chapo, quien se escapó de la cárcel a inicios del sexenio de Vicente Fox y todavía no lo detienen.
Felipe Calderón en un vibrante discurso llamó a Estados Unidos: es necesario que haga su parte disminuyendo el consumo de estupefacientes y evitando que las armas de ellos entren a México. Dos puntos de un problema mayor que debe enfrentarse de forma múltiple.
De oratoria estamos cansados. Lo que se requieren son proyectos serios y no unilaterales, y sobre todo resultados. EU apremia porque se castigue a los culpables. Los mexicanos también. Sabemos que hay prioridades. Tenga por seguro que los exmiembros del consulado la encabezan, en tanto las mujeres desparecidas en Juárez y los muchachos asesinados irán a la cola. Es la realidad, fatalmente, de un país injusto. 

Fuente: Forum
Difusión: soberanía popular

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