Autor: Nydia Egremy
Canadá, México y Estados Unidos enfrentan una creciente amenaza por la dispersión de la influenza aviar y la potencial emergencia de una pandemia humana de influenza, advirtió desde agosto de 2007 el documento Plan de América del Norte para la influenza aviar y pandémica, desarrollado como parte integral de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte
El objetivo primordial del documento, proteger la economía y los negocios. Con el objetivo de prevenir la dispersión de los virus de la influenza aviar y pandémica en América del Norte, en marzo de 2006, durante la celebración de la Cumbre de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) en Cancún, México, los jefes de Estado de esa alianza se comprometieron a desarrollar un plan “integral, coordinado y científico” con el objetivo de prepararse para manejar la amenaza de un brote de esas amenazas sanitarias.
El escenario que presenta el texto North American plan for avian & pandemic influenza (Plan de América del Norte para la influenza aviar y pandémica), fechado en agosto de 2007 y firmado por la ASPAN, describe que el virus altamente patógeno de la influenza aviar y pandémica (HPAI) H5NI resurgió en Asia a fines de 2003 y se dispersó por Europa, Medio Oriente y África. Advierte, no obstante, que el virus “no ha alcanzado aún a América del Norte, por lo que Canadá, México y Estados Unidos deben estar preparados para el día en que ese u otros virus altamente contagiosos lo hagan”.
Ese plan describe cómo Canadá, México y Estados Unidos ya trabajaban juntos para combatir el brote de influenza en la región, a través de planes nacionales de emergencia nacional, y que se construyó sobre los principios centrales de una asociación internacional sobre la influenza aviar y pandémica, de acuerdo con las normas y guías de la Organización Mundial de Salud Animal, la Organización Mundial de Salud, incluidas las revisiones de las regulaciones internacionales de salud; las reglas y previsiones de la Organización Mundial de Comercio, y que contempla el propio Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
El plan comprende la colaboración trinacional para detectar, contener y controlar un estallido de influenza aviar y prevenir su transmisión a los humanos. Asimismo, prevenir o bajar la velocidad de la entrada de la influenza humana en los países firmantes; también contempla estrategias para minimizar la enfermedad y las muertes, y sustentar la infraestructura y mitigar el impacto hacia la economía.
De igual manera, busca establecer controles para evitar la dispersión de la influenza con objeto de que esa enfermedad provoque “mínimos trastornos económicos para los tres países”. Bajo ese criterio, el documento prevé que la coordinación entre Canadá, México y Estados Unidos será crítica si estallase un brote de influenza aviar y pandémica, de ahí que describa las líneas generales en el manejo organizacional de la emergencia que debe seguir cada país y cómo deben coordinar sus actividades.
En particular, los tres países reconocen la importancia de mantener una comunicación efectiva hacia “el público” sobre ese posible brote, que debe ser integral y coordinada. En el momento en que se descubra la existencia de un brote de influenza aviar y pandémica, el plan contempla la inmediata notificación, zonificación, vigilancia, medidas epidemiológicas y puesta en marcha de laboratorios de prácticas, así como la disponibilidad de vacunas y antivirales y del personal especializado en este tipo de enfermedades.
Estrategia contra el virus
Adicionalmente, el plan contempla la contención del virus en las fronteras y la protección sanitaria a través del transporte.
Esto incluye medidas de contención para todos los viajes por vía aérea, marítima y por tierra a lo largo de las fronteras; es decir, se pondrían en práctica medidas de colaboración entre los tres países a través de distintos estratos dedicados a detener la dispersión de la pandemia. Esa medida proporcionaría un tiempo valioso para movilizar recursos, coordinar respuestas y mitigar la morbilidad (afectación del virus) y la mortalidad de seres humanos y animales.
El plan de la ASPAN contempla que durante una pandemia es esencial mantener la infraestructura crítica y de servicios. Advierte que aunque la pandemia por influenza no dañe físicamente la infraestructura de los tres países, “sí podría debilitarla”, porque su efecto desviaría recursos esenciales o significaría el traslado de personal esencial de su lugar de trabajo hacia otros destinos.
Este plan va más allá del sector salud, pues incluye la coordinación de la infraestructura crítica de protección y el aseguramiento de los negocios, toda vez que la ASPAN reconoce la interdependencia entre los sectores público y privado de los tres países. Por esa razón, el documento considera que los gobiernos y el sector privado “deben de tomar juntos” las medidas del plan para atacar tanto la influenza aviar como la pandémica y mantener indemne la infraestructura crítica en la frontera.
La amenaza
El plan de la ASPAN describe la forma en que la influenza se convierte de una enfermedad en una amenaza a la seguridad de Canadá, México y Estados Unidos.
Explica que cuando el virus de la influenza ataca a la población no inmunizada, se dispersa fácilmente de persona a persona provocando serios malestares; además, tiene capacidad para esparcirse por todo el país y el mundo en muy poco tiempo. Aunque por definición ese virus causa enfermedades en humanos, puede mutar en un virus animal como la influenza aviar, pues prospera en aguas contaminadas hasta evolucionar y convertirse en uno o varios problemas patógenos.
La versión H5N1 euroasiática del virus de la influenza A infectó a las aves de casi 59 países, causando la muerte de unas 240 millones de ellas. Actualmente, ese virus es endémico en gran parte de Asia del sureste y está presente en aves migratorias, razón por la que no parece próxima su erradicación, advierte el estudio trinacional.
Añade que el virus H5N1 es capaz de infectar a un amplio rango de huéspedes, incluyendo seres humanos, y aunque ese virus no ha demostrado habilidad para transmitirse eficientemente entre seres humanos, existe la preocupación de que adquirirá esa capacidad a través de la mutación genética o del intercambio de material genético con un virus de influenza humano.
Por otra parte, el análisis asegura que, de acuerdo con la historia, “otro nuevo virus de influenza podría emerger y causar la próxima pandemia”, como las ocurridas intermitentemente a lo largo de los siglos. Las últimas tres ocurrieron en 1918, 1957 y 1968, y cobraron las vidas de aproximadamente 40 millones, 2 millones y 1 millón de personas a lo largo del mundo, respectivamente.
Finalmente, el diagnóstico que realizó la ASPAN en 2007 apuntaba que no podía predecirse cuál será el momento propicio de la próxima pandemia por influenza, aunque “la historia y la ciencia sugieren que el mundo enfrentará, al menos, una pandemia de influenza este siglo”. Un brote a nivel mundial de un nuevo virus de influenza resultaría en cientos de miles de muertos, millones de hospitalizados y cientos de miles de millones de dólares en costos directos e indirectos para las economías de América del Norte.
Tres países contra un virus
La ASPAN previó desde agosto de 2007 que prepararse contra una epidemia de influenza era una de las cinco prioridades de Canadá, México y Estados Unidos. Ese escenario de amenaza detalló que el bienestar social y económico de las poblaciones de los tres países está muy interrelacionado, por lo que observaron necesario el liderazgo político para mantener la cooperación trinacional a todo nivel.
Cita el documento: “La seguridad y prosperidad de los tres países son interdependientes y complementarios. Y a la vez que se reconocen las diferencias en cuanto a las lógicas legales y gubernamentales entre los tres países, sus gobiernos reconocen la necesidad de trabajar en colaboración y en todos los niveles de gobierno, el sector privado y entre las organizaciones no gubernamentales para combatir la influenza aviar y pandémica”.
Bajo esa consideración, George Bush, Stephen Harper y Felipe Calderón diseñaron la existencia de un “cuerpo de coordinación trinacional”. En el documento figura el calendario de trabajo de ese cuerpo, destinado a proteger la infraestructura crítica de los tres países; preveía la elaboración de una lista de infraestructura crítica (pública y privada) en junio de 2008 de los tres países, y en diciembre de 2009 se reunirían funcionarios del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos, el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional de México y el PS canadiense para desarrollar procedimientos y metodologías de riesgo aceptable, vulnerabilidad e interdependencia en caso de amenaza de la influenza aviar y pandémica.
Comunicación bajo amenaza
Desde la reunión de Cancún en 2006, los líderes de Canadá, México y Estados Unidos determinaron los principios que regirán la colaboración para el manejo de la influenza aviar y pandémica: compartir información de forma abierta, oportuna y transparente; adoptar estrategias integrales con aspectos de salud animal y pública; asegurar la coordinación gubernamental sobre todos los aspectos del manejo de emergencia.
Además, el capítulo dos del plan contempla que los gobiernos deben esforzarse por utilizar información clara y consistente dirigida al público y a las organizaciones internacionales, que sea proactiva, oportuna y segura. Indica que los tres países coordinarán sus comunicaciones públicas bajo un criterio de emergencia y bajo los principios de prevención y mitigación, preparación, respuesta y recuperación.
Indica el plan que se debe intercambiar información segura y oportuna antes y durante un brote de influenza aviar y pandémica. La sociedad, los gobiernos y los actores clave necesitan información apropiada para tomar decisiones efectivas y oportunas.
El intercambio de información entre los gobiernos debe estar diseñado para la acción pronta y apropiada, generalmente referida como “comunicaciones de riesgo”. Es de común comprensión que estas comunicaciones ayuden a reducir las consecuencias de un brote de enfermedad que incluya la pérdida de vidas, enfermedades serias y la disrupción social y económica.
Agrega que, por esa razón, la coordinación de las comunicaciones en tiempo de riesgo debería crear redes de comunicación fuertes (nacionales e internacionales), definir expectativas claras de lo que comunicarán los gobiernos durante un brote de influenza aviar y pandémica, y desarrollar mensajes consistentes y coordinados.
Las comunicaciones efectivas para manejar un riesgo potencial incluyen más que compartir información en respuesta a un brote de enfermedad; los individuos requieren información sobre el avance de un problema de salud para desarrollar la comprensión de los efectos potenciales para emprender acciones apropiadas. Una vez que comienza el brote de la enfermedad, los individuos tienen habilidad limitada para absorber y responder a la nueva información.
Los tres países, además, reconocen la importancia de las comunicaciones de riesgo y creen que deben ser incorporadas en la planeación de una estrategia de mitigación de la pandemia como un elemento clave. Las actividades de esas comunicaciones de riesgo deben influir: consultas con organizaciones clave para solicitar actualización y asesoría, evaluar el nivel de conocimiento y preocupación que existe entre los individuos y grupos sobre la conducta apropiada que deben asumir ante esta amenaza, y diseminar información que advierta a las personas cómo protegerse a sí mismos si ocurre un brote de influenza aviar y pandémica (como las medidas de protección personal).
México, Canadá y Estados Unidos buscan comunicarse efectivamente ante tal caso mediante la reducción significativa de mensajes con información conflictiva o contradictoria.
Cada parte debe ser abierta para contribuir a inspirar confianza en la respuesta, indica el plan.
Lo que le preocupa a ASPAN
El documento North American plan for avian & pandemic influenza hace énfasis en la gran interdependencia existente entre Canadá, México y Estados Unidos, que se traduce en este escenario: Canadá y Estados Unidos son los mayores socios comerciales que mueven alrededor de 1.9 mil millones de dólares diarios en el intercambio de bienes y servicios alrededor de su frontera; México es el tercer mayor socio comercial de Estados Unidos, con casi 300 mil millones de comercio bilateral y, cada año, Estados Unidos le provee con millones de galones de agua desde el Río Colorado. Además, observa que Canadá provee a Estados Unidos aproximadamente el 85 por ciento de sus importaciones de gas natural y casi toda la electricidad que importa aquel país. Sin embargo, ese análisis no describe las importaciones de petróleo mexicano hacia Estados Unidos. (NE).
Fuente original: Revista Contralínea
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