jueves, 2 de abril de 2009

Goldcorp modifica el paisaje de Carrizalillo con extracción intensa

Rebajan dos cerros de la Sierra Madre del Sur a la mitad en búsqueda de riquezas

Fuente: La Jornada de Guerrero


En dos años sacó el oro que tardaría en 20, según proyecto que presentó a la Sedeco

La minera se irá antes de lo previsto y dejará las tierras de los campesinos inservibles

CREDITO AUTOR

CHILPANCINGO, 31 DE MARZO. En sólo dos años, Goldcorp ha hecho lo que se creía tardaría unos 20 años: los cerros Los Filos y El Bermejal, donde están los yacimientos de oro más ricos en toda la entidad, han sido rebajados unos 500 metros, casi la mitad de su altura, por lo que la presencia de la compañía sería mucho más corta.

Goldcorp mueve montañas y es por razones ajenas a la fe. Son los intereses del gran capital lo que ha conseguido tal prodigio.

A este ritmo en los trabajos, los líderes del ejido creen que, cuando mucho, tendrán unos cinco años más de vecindad con la empresa de origen canadiense.

Por la velocidad con la que ambos cerros van desapareciendo de la orografía de esta parte de la Sierra Madre del Sur es que los ejidatarios de Carrizalillo se fijaron como meta en esta segunda negociación del convenio de ocupación que la firma pague mucho más que los 14 mil 825 pesos por la renta de cada una de sus 970 hectáreas, que consiguieron el año pasado, y plantearon como base de las negociaciones el precio de 60 mil pesos por hectárea.

Según el proyecto original, dado a conocer a la Secretaría de Desarrollo Económico estatal, Goldcorp explotaría los yacimientos de oro Los Filos y El Bermejal durante los siguientes 20 años.

Valeriano Celso Solís, presidente del Consejo de Vigilancia del comisariado ejidal de Carrizalillo, sostiene que en pocos años, mucho menos de los que creían, la empresa terminará de extraer todo el oro de sus tierras “y nos van a dejar sin nada, porque cuando se vayan ya no vamos a poder ni sembrar en ella”.

En ese contexto, este miércoles, esperan recibir una propuesta de los directivos de la minera para renegociar el precio de sus tierras; de lo contrario, están decididos a irse a un nuevo bloqueo para detener la producción.

El paisaje modificado

Desde el comienzo de la carretera que va a Mezcala, yendo por la carretera federal Acapulco-México, al fondo del macizo montañoso, sobresalían dos grandes cerros de una imponente altura.

Carretera abajo continúan apreciándose, pero ahora les hace falta la mitad. Son los resultados de dos años de explotación de ambos yacimientos. La mitad de esas colinas, cientos de toneladas de tierra que contienen el codiciado metal amarillo, ahora están dispuestas en el patio de lixiviación, al sureste de Carrizalillo, expuestas a la aplicación del cianuro para separar el oro del resto de materiales.

Por la parte oeste de Carrizalillo, se puede tener una clara perspectiva de lo que ha pasado en este ejido. Desde ahí se siguen observando las faenas del beneficio minero que hacen posible este atentado a la naturaleza.

En la cadena de colinas desprovistas de vegetación van y vienen las poderosas máquinas que la empresa ha utilizado para modificar el paisaje.

Sobresale aquella que los trabajadores conocen como “la pala”, una gran mole de hierro, al parecer de tecnología china, que quita y aplana material, alcanza la altura de una casa de dos plantas, pero cuando la pala se yergue para la faena alcanza una altura de 30 metros.

También están los yucles, que sirven para retirar el material que la pala va removiendo, que tienen capacidad para transportar de 120 a 150 toneladas.

Cada día, cada operador de los yucles mueve en promedio, entre 24 mil y 30 mil toneladas.

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