Enfermo y ahora solo, espera su libertad
Fuente: La Jornada de Guerrero
CITLAL GILES SANCHEZ
A un año de su detención, Raúl Hernández Abundio, integrante de la OPIM, reprocha a las autoridades estatales su permanencia en el penal de Ayutla, pues comenta que “si todos juntos nos encerraron, todos juntos debimos salir”; sin embargo, no pierde las esperanzas de que pronto pueda regresar con su esposa y su hija.
En marzo salieron libres sólo cuatro de los cinco me’phaa que fueron encarcelados el 17 de abril del año pasado y para Hernández Abundio es triste ver que sus compañeros ya están libres y el aún está encerrado, en condiciones deplorables y con la salud muy deteriorada.
Con un poco de palidez en el rostro, causada por los seis días que lleva con fiebre y dolor de muelas, además de una gastritis aguda que le diagnosticaron médicos de la Secretaría de Salud (Ssa), Hernández Abundio dice con tristeza que hoy (viernes) se cumplió un año de estar en prisión por un delito que no cometió.
Con una voz que apenas se escucha –un tanto por el debilitamiento y otro tanto por timidez–, Hernández Abundio está triste porque sus compañeros salieron en libertad el pasado 19 de marzo.
“Estoy triste porque ya no estoy con mis compañeros, estoy solo, y el gobierno hace mal si a nosotros nos agarraron juntos, juntos tenemos que salir, y eso me hace sentir mal porque estoy encerrado sin culpa”.
Durante este año preso, comenta, los tratos no son del todo buenos, porque la comida que les dan no es de buena calidad.
El menú de la prisión es sopa de arroz, lentejas, huevo, chicharrón y sólo les dan dos comidas al día, una a las 10 de la mañana y otra a las dos de la tarde, y si les da hambre al caer la noche, mandan comprar tortillas para mitigar un poco.
Sin embargo dijo que casi siempre la comida “nos cae mal, nos hace daño”. Reveló que lleva varios días enfermo, y a pesar de que el 9 y 15 de abril fueron médicos de la Ssa a revisarlo y le diagnosticaron gastritis aguda, no le dieron los medicamentos que requería.
Se le recetó magnesio, omeprazol, butilhioscina y flagenase, sin embargo los médicos sólo le proporcionaron magnesio y paracetamol; el omeprazol y el resto de los medicamentos se lo proporcionó la gente del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan.
Sin embargo no pierde las esperanzas de que pronto pueda salir libre y poder reunirse con su esposa y su hija, quienes van a visitarlo no muy seguido porque no tienen dinero.
Fuente: La Jornada de Guerrero
CITLAL GILES SANCHEZ
A un año de su detención, Raúl Hernández Abundio, integrante de la OPIM, reprocha a las autoridades estatales su permanencia en el penal de Ayutla, pues comenta que “si todos juntos nos encerraron, todos juntos debimos salir”; sin embargo, no pierde las esperanzas de que pronto pueda regresar con su esposa y su hija.
En marzo salieron libres sólo cuatro de los cinco me’phaa que fueron encarcelados el 17 de abril del año pasado y para Hernández Abundio es triste ver que sus compañeros ya están libres y el aún está encerrado, en condiciones deplorables y con la salud muy deteriorada.
Con un poco de palidez en el rostro, causada por los seis días que lleva con fiebre y dolor de muelas, además de una gastritis aguda que le diagnosticaron médicos de la Secretaría de Salud (Ssa), Hernández Abundio dice con tristeza que hoy (viernes) se cumplió un año de estar en prisión por un delito que no cometió.
Con una voz que apenas se escucha –un tanto por el debilitamiento y otro tanto por timidez–, Hernández Abundio está triste porque sus compañeros salieron en libertad el pasado 19 de marzo.
“Estoy triste porque ya no estoy con mis compañeros, estoy solo, y el gobierno hace mal si a nosotros nos agarraron juntos, juntos tenemos que salir, y eso me hace sentir mal porque estoy encerrado sin culpa”.
Durante este año preso, comenta, los tratos no son del todo buenos, porque la comida que les dan no es de buena calidad.
El menú de la prisión es sopa de arroz, lentejas, huevo, chicharrón y sólo les dan dos comidas al día, una a las 10 de la mañana y otra a las dos de la tarde, y si les da hambre al caer la noche, mandan comprar tortillas para mitigar un poco.
Sin embargo dijo que casi siempre la comida “nos cae mal, nos hace daño”. Reveló que lleva varios días enfermo, y a pesar de que el 9 y 15 de abril fueron médicos de la Ssa a revisarlo y le diagnosticaron gastritis aguda, no le dieron los medicamentos que requería.
Se le recetó magnesio, omeprazol, butilhioscina y flagenase, sin embargo los médicos sólo le proporcionaron magnesio y paracetamol; el omeprazol y el resto de los medicamentos se lo proporcionó la gente del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan.
Sin embargo no pierde las esperanzas de que pronto pueda salir libre y poder reunirse con su esposa y su hija, quienes van a visitarlo no muy seguido porque no tienen dinero.
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