domingo, 8 de marzo de 2009

La presa El Zapotillo: ecologismo de los pobres, cerco informativo y la reacción de Medios UdeG


MARIO EDGAR LÓPEZ RAMÍREZ

La construcción de la presa El Zapotillo se encuentra en problemas. El problema básico es la existencia de gente: la presencia de vidas humanas en la zona geográfica en que el proyecto pretende ser implementado. Este megaproyecto hidráulico (cuyo objetivo es represar las aguas del río Verde, con el fin de abastecer de agua potable a la ciudad de León, Guanajuato, así como a algunas poblaciones de Los Altos de Jalisco) requiere para su realización de un precio que se ha vuelto inaceptable: inundar las poblaciones de Temacapulín y Palmarejo, en el municipio de Cañadas de Obregón; Acasico, en el municipio de Mexticacán, y el rancho La Parada, en el municipio de Yahualica de González Gallo. El problema surge de la resistencia de los habitantes afectados, quienes se niegan a aceptar que su arraigo, su identidad, su fe y su historia sean anegadas, arrasadas, en nombre del progreso regional y del crecimiento urbano: se trata de un verdadero caso de injusticia ambiental y de ecologismo de los pobres, enclavado en el seno mismo de Jalisco.

En palabras del sociólogo y ecologista Joan Martínez Alier: el ecologismo de los pobres se refiere a los conflictos ecológicos “causados por el crecimiento económico y la desigualdad social”, donde los efectos negativos sobre el medio ambiente, generados por el desarrollo, son pagados por diferentes grupos sociales, generalmente aquellos más marginados. Los pobres “luchan contra los impactos ambientales que los amenazan”, convirtiéndose en defensores de los ecosistemas al luchar por sus tierras, su patrimonio, su cultura, su paisaje, su lugar de habitación. Este tipo de resistencia es ecológica aun cuando el movimiento no lleve el nombre de ecologismo. Así, es posible afirmar que en torno a la construcción de la presa El Zapotillo se libra una lucha ecológica entre la idea del desarrollo y el derecho a la subsistencia de la vida humana de los más débiles; ya que el desplazamiento es un costo ambiental que se les está obligando a pagar a los pobladores, debido a su posición de debilidad frente al poder.

Una prueba de esta debilidad de la gente, frente al poder impositivo, ha sido la manipulación de la información en torno al caso. Ya hace unos cuatro años (en el 2005), los pueblos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo se encontraban plagados de pequeños letreros de protesta, pegados en las casas, en los postes y en los árboles. Algunos con leyendas como “Dau, los niños de Palmarejo te pondrán parejo” (en referencia a Enrique Dau Flores, anterior director de la Comisión Estatal del Agua) o “Temacapulín rechaza la presa El Zapotillo”. Pero esta reacción social no era difundida lo suficiente por parte de los medios masivos de comunicación y el conocimiento de la situación quedaba reducido sólo a ciertos grupos: investigadores universitarios, activistas ambientales y redes sociales interesadas en el caso. Este cerco informativo hizo posible que en la propia Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), realizada en 2006 para avalar el proyecto de la presa, la empresa encargada de su elaboración afirmara categóricamente que “a la fecha todos los afectados están de acuerdo en la construcción de las obras propuestas”. Dicho que fue repetido por las autoridades del agua del estado de Jalisco, mientras que los letreros de protesta seguían pegados en los troncos y los muros de las poblaciones afectadas: era la organización de la mentira institucionalizada, aquella que sí tenía el acceso a los medios de comunicación.

Lo cierto es que la situación no ha variado mucho desde entonces. Los letreros aún siguen ahí. En la medida que la mayoría de la gente de Acasico, Palmarejo y sobre todo Temacapulín, se ha mantenido en resistencia, la mentira institucionalizada que afirma una aprobación general para el proyecto de la presa, va quedando cada vez más al descubierto.

En fecha tan reciente como el 7 de enero de 2009, la Dirección de Comunicación Institucional de la Comisión Estatal del Agua (CEA) de Jalisco informaba: “como resultado de más de tres meses de trabajo en el poblado de Temacapulín, Jalisco, y con el apoyo de la campaña radiofónica Dale valor a tus propiedades, de acercamiento con los pobladores a fin de informarles sobre las dos opciones que el gobierno del estado tiene posibilidades de ofrecerles ante la afectación por la construcción de la presa El Zapotillo. La Comisión Estatal del Agua de Jalisco informa que del presupuesto de 30 millones de pesos destinados en una primera etapa para la compra-venta de terrenos y reubicación de casas de Temacapulín, se han ejercido hasta el momento alrededor de 5 millones 300 mil pesos por los siguientes conceptos: compra de dos propiedades, reubicación de tres casas. Los ciudadanos que hasta el momento han optado por la reubicación, tuvieron también la oportunidad de elegir el predio que a su consideración resulta el más viable, de acuerdo con el proyecto ejecutivo del nuevo centro de población”. En otras palabras, mientras que en 2006 la CEA (en aquel entonces CEAS) informaba del “total acuerdo de los afectados”, en 2009 esta información se reduce a algunos ciudadanos de Temacapulín que vendieron propiedades y se reubicaron en tres casas. La diferencia de magnitudes en la información es proporcional al calibre de la mentira inicial.

En este escenario de manipulación informativa, la amplia cobertura realizada el pasado viernes 27 de febrero por Red Radio Universidad de Guadalajara y el domingo primero de marzo a través del programa de televisión Esferas, de la misma universidad, transmitiendo desde el poblado de Temacapulín; así como el esfuerzo informativo realizado por la Gaceta Universitaria, viene a equilibrar la balanza informativa a favor del ecologismo de los pobres. Las más de ocho horas de cobertura, si combinamos tanto el tiempo de radio como el de televisión, dieron cuenta claramente de que Temacapulín es un pueblo en resistencia: las entrevistas a diversos pobladores de la comunidad refieren su exigencia por una justicia ambiental: “no estamos en contra de la construcción de la presa, pero sí estamos en contra de que nosotros tengamos que salir de nuestra tierra, de nuestra vida, para favorecer los planes gubernamentales”; “está bien que quieran dar agua a León, pero no a costa de echarnos, no a costa de inundar nuestras casas, nuestra iglesia y las tumbas de nuestros antepasados”; “los terrenos que nos quieren dar no tienen el mismo valor que los terrenos que tenemos y que han alimentado a nuestros hijos y a nuestros hermanos”; “no tenemos por qué ser nosotros quienes paguemos por el abastecimiento del agua para favorecer a otros”. La cobertura de Medios UdeG marca un antes y un después en lo que ha sido el caso de la presa El Zapotillo. Ha sido un acierto de la Universidad de Guadalajara dar voz, dar foro público, a las voces de los afectados.

La presa El Zapotillo se encuentra en problemas, porque se ha escuchado, de manera masiva, la voz de la gente: de los pobladores afectados. Los pequeños letreros, silenciosos y débiles hace cuatro años, tienen ahora otra dimensión. Si el problema para los promotores del proyecto era que, por desgracia, había “gente ignorante, sin ideas de progreso”, en el sitio de la construcción, ahora su problema es que esa misma gente, convertida por ellos en estorbo al desarrollo, tuvieron voz. Y la voz que exige la justicia, la palabra de los débiles que logra ser escuchada, siempre ha sido la peor pesadilla para el poder impositivo.

Fuente: La Jornada de Jalisco

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