martes, 3 de febrero de 2009

Terror y traumas en las escuelas de Gaza


Por: AlJazeera.net

Asma es una de las alrededor de 600 escuelas de Gaza, la mayoría volvió a abrir sus puertas el 24 de enero, que tras la agresión tiene que enfrentarse ahora a un inmenso cúmulo de dificultades operativas.

En la ciudad de Gaza, cuando los estudiantes entraron en el patio de la escuela elemental Asma por vez primera desde que empezó la ofensiva israelí, se encontraron con los sombríos vestigios de la violencia que se llevó las vidas de más de 1.300 palestinos y que causó miles de heridos.

Un misil israelí había perforado una pared y destruido los baños que estaban situados en el patio. La sangre manchaba una pared adyacente.

Asma es una de las alrededor de 600 escuelas de Gaza, la mayoría volvió a abrir sus puertas el 24 de enero, que tras la agresión tiene que enfrentarse ahora a un inmenso cúmulo de dificultades operativas.

Los educadores de toda la Franja de Gaza están considerando si deben fijar nuevas fechas para los exámenes que no pudieron realizarse cuando Israel empezó a bombardear el territorio el 27 de diciembre.

Los profesores se enfrentan también a la tarea de tener que enseñar en aulas que han servido de refugio a docenas de refugiados.

Abordando el trauma

En los primeros días de vuelta al colegio, la mayoría de los niños se quedaron deambulando por los patios, comiendo el pan y queso proporcionado por los colegios y jugando con sus amigos. En el interior de las aulas, cubrían los suelos los residuos abandonados por las decenas de refugiados allí albergados hasta hace pocos días: una lata de tomate, botellas vacías y, en algunas de las habitaciones, trozos de pupitres y sillas utilizados para hacer fuego ante la carencia de gas y electricidad.

Muchos profesores comentan que es imposible llevar a cabo una actividad escolar normal si no se trata antes a los niños de los traumas causados por las muertes de sus compañeros y familiares. “Por la mañana, cuando empecé a trabajar con los estudiantes, comprobé que algunos de ellos estaban aterrados”, dijo Amira Hamdan, una profesora de Asma que se encarga de realizar algunas de las actividades matinales. “Los niños pensaban que estaban en el colegio porque la guerra iba a empezar de nuevo”.

Otros profesores y administradores declaran también que llevará bastantes días conseguir que los casi 900 estudiantes de la escuela dejen la guerra atrás y vuelvan a sus estudios; el primer día quedó ya muy claro que iban a necesitar tiempo. Los estudiantes de la escuela Asma estaban en su mayoría contentos de volver a clase aunque muchos se sentían todavía conmocionados por la violencia de las pasadas semanas.

Nur Abdel Al, de 10 años, dice que ha perdido a dos de sus siete hermanos durante la guerra y le asusta pensar que puede perder alguno más. Cuando sea mayor y pueda trabajar, declara, le gustaría dedicarse a enseñar derechos humanos, una actitud inspirada por la pérdida de sus hermanos. Los bombardeos le causaban terror y todavía sigue asustada, especialmente ante el sonido de los aviones de combate israelíes. “Le rezo a Dios para que algún día coja y queme todos esos aviones”, dice Nur.

Exámenes escolares

Suha Dawoud, supervisora en Asma, dice que su hija fue una de las muchas estudiantes que estaban pasando los exámenes anuales cuando empezó el ataque israelí. “Los estudiantes no tienen aún un estado mental que les permita concentrarse y estudiar”, dice Dawoud. “Incluso los estudiantes más disciplinados no consiguen centrarse en los exámenes después de las horribles escenas que han contemplado en directo o en la televisión”. Sin embargo, muchos estudiantes tenían ya un pobre rendimiento en el colegio incluso antes de que Israel lanzara la ofensiva contra Gaza el 27 de diciembre. El bloqueo israelí influye negativamente de mil maneras ahogando la economía local y obligando a muchos estudiantes a abandonar sus estudios y tratar de buscar un trabajo.

Recurriendo a la educación

Muchos palestinos ven la educación como una de las pocas vías posibles para salir de los territorios en busca de una vida mejor. En décadas recientes, Cisjordania y la Franja de Gaza tenían mayores índices de matrícula en escuelas superiores que el Líbano y menores tasas de analfabetismo que Egipto y Yemen.

Asimismo, los territorios palestinos y la diáspora han producido muchos académicos influyentes, como Edward Said, Rashid Jalidi y Mahmoud Darwish.

“Nuestro objetivo es mantener en marcha la rueda de la educación, porque la educación es lo que tienen nuestros niños. Es su riqueza actual”, dice Dawoud. “No tenemos recursos en Gaza. No tenemos materias primas o industrias. No tenemos más que la educación”.

Educadores como Dawoud están también en contra de la preponderante atmósfera de ocupación y violencia.

Las paredes están cubiertas de graffiti representando hombres armados y enmascarados, los rostros de los “mártires” destacan bajo los faroles y las luces digitales chisporrotean desde los cybercafés donde algún grupo de niños se sientan cautivados por los videojuegos de tema militar.

El halo de la violencia está presente incluso en las clases de Dawoud. En una especie de terapia, entrega frecuentemente papeles y lápices a los niños y les pide que dibujen lo que han visto, lo que están sintiendo.

“Están todos conmocionados”, dice. “Sangre, destrucción, gente matando a otra gente, armas, es todo lo que aparece en sus pinturas y dibujos”.

Estudiantes enfadados

En el colegio secundario para chicos Palestina, un colegio público que acoge a 700 estudiantes de la ciudad de Gaza, los administradores han decidido suspender todos los exámenes. Estaban programados para el 29 de diciembre, dos días después de que empezara el ataque. Al Jalily, el administrador del colegio, declaró a Al Jazeera que los profesores no impartieron las clases habituales durante el primer día de regreso al colegio sino que se dedicaron a ayudar a los estudiantes a expresar lo que habían visto y sentido durante la guerra. Dos estudiantes del colegio habían sido asesinados y otros cinco heridos.

Los profesores están preocupados de que la experiencia vivida provoque violencia y fracaso en el rendimiento escolar.

“El profesor puede estar explicando una cosa pero la mente de los alumnos está lejos”, dice Nur Al-Din, profesora de inglés. “Su cuerpo físico está aquí, pero su mente está perdida pensando sólo en toda la destrucción y el horror vividos”.

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