A LAS ORGANIZACIONES SOCIALES, POLITICAS Y ESTUDIANTILES
A LOS PUEBLOS LATINOAMERICANOS
A LOS PUEBLOS DEL MUNDO
A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
El primero de marzo de 2008, el mundo entero presenció una nueva masacre en América Latina auspiciada por el imperialismo norteamericano. El Estado colombiano, a través de sus fuerzas armadas, perpetró un voraz ataque militar en la región de Sucumbíos, Ecuador, contra un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La agresión a un campamento de paz, los bombardeos con alcances homicidas, los asesinatos y ejecuciones de civiles y de heridos, así como las amenazas, tortura y agresiones sexuales a las sobrevivientes, constituyen un verdadero crimen de guerra, por parte del gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
La maniobra tuvo el objetivo de liquidar al líder guerrillero Raúl Reyes, y con ello, anular las posibilidades de concretar la realización de un intercambio humanitario que posibilitara la liberación tanto de prisioneros en la selva como de guerrilleros presos en cárceles de Colombia y Estados Unidos. Raúl Reyes era el contacto excluyente de los numerosos gobiernos envueltos en estas negociaciones, desde Venezuela y Ecuador hasta Francia, España y Suiza, pasando incluso por Estados Unidos.
El imperialismo norteamericano logró anular un importante paso para una salida política negociada al conflicto armado en Colombia, uno de los más largos y dolorosos en América Latina. La masacre renovó la intención del gobierno de Uribe de liquidar el conflicto colombiano mediante una guerra sin cuartel, por medio del apoyo político, financiero y militar de Washington materializado en el llamado “Plan Colombia”. Éste no constituye solamente un acto de defensa militar de los intereses y de las inversiones de las corporaciones norteamericanas, sino que se trata de un proyecto de control y represión a escala continental, de sometimiento tal que ha sido rechazado incluso por mandos militares, como los de Ecuador.
La operación criminal fue preparada y dirigida desde Washington, contando en todo momento con la inteligencia estadounidense. Del mismo modo, el gobierno norteamericano es quien ha “puesto orden” en todas las operaciones políticas y militares en Colombia. La “paz americana” impuesta en ese país sigue cobrándose una alta cuota de sangre: decenas de ciudadanos asesinados a quienes se hace pasar por guerrilleros para cobrar un rescate gubernamental, estudiantes desaparecidos, sindicalistas asesinados, defensores perseguidos, campesinos expulsados de sus tierras y poblaciones desplazadas cuyos habitantes viven bajo el terror y la amenaza.
La masacre colocó y mantiene bajo la mira a una parte decisiva del territorio latinoamericano en el área de la “guerra preventiva contra el terrorismo”, similar a lo que el imperialismo mundial realizá en Irak, Afganistán, Palestina y los Balcanes; o como en Haití, donde opera una fuerza de ocupación indefinida reclamada a la ONU por el gobierno norteamericano.
Asimismo, la masacre de Sucumbíos es una clonación de los operativos que realiza el ejército sionista en Gaza. Se trata de los llamados asesinatos selectivos con los cuales el gobierno de Uribe lanzó su mensaje político de guerra de exterminio.
Así mismo, en su actuación, el gobierno colombiano no sólo violó el territorio y por tanto la soberanía de Ecuador, sino que además llevó a cabo un ataque directo, desmedido, alevoso y con premeditación, a un campamento localizado en un espacio determinado, y que era conocido por su carácter de comunicación y enlace en la negociación, violando tanto el Derecho Internacional, como el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Uribe, junto con sus mandos militares y policiales, en combinación con la CIA y el mozad israeli, además de ser artífices del genocidio y perpetradores de delitos de lesa humanidad cometidos con la masacre de Sucumbíos, han continuado con sus políticas belicistas y de ataque a todo lo que ellos califican de terrorista. En esencia se trata de golpear a los movimientos sociales en las distintas regiones de América Latina e incluso atacar a los gobiernos que no se alinean a las políticas imperialistas. Hoy queda muy claro el interés de los gobiernos de derecha por criminalizar la solidaridad entre los pueblos, por castigar las protestas y las acciones ciudadanas que buscan cambiar el estado actual de pobreza, de injusticia y de graves desigualdades existentes en el continente.
La masacre de Sucumbíos desató una crisis internacional y política de características prolongadas. Significó un atentado en contra de la soberanía, la integridad territorial del Ecuador, la estabilidad regional y una provocación militar contra los gobiernos progresistas del sur del continente. Bajo este marco, dada la gravedad, profundidad e importancia de los conflictos, éstos no pueden ser contenidos en el marco de la Organización de Estados Americanos o de los compromisos de los gobiernos democratizantes o nacionalistas con Estados Unidos y con Uribe.
La masacre de Sucumbíos es un ejemplo clave, y uno de los más trascendentales de los últimos tiempos, de la intervención del imperialismo en América Latina, donde queda demostrado que la soberanía de los Estados no está por encima de la “lucha contra el terrorismo” y que en esa guerra todos los pueblos somos blanco de exterminio. Así también es la prueba de que el gobierno de Colombia es hoy por hoy un factor de riesgo para la lucha por la libertad, la independencia, la soberanía y la autodeterminación de los pueblos del sur de América.
Hacia una Jornada Continental de Protesta por las Víctimas de Sucumbíos, Ecuador
En el campamento donde fuera asesinado el jefe de la Comisión Internacional de las FARC, Raúl Reyes, se encontraban de visita cinco estudiantes mexicanos; cuatro de ellos —Verónica Natalia Velázquez Ramírez, Soren Ulises Avilés Angeles, Juan González del Castillo y Fernando Franco Delgado—perdieron la vida como consecuencia de los bombardeos indiscriminados; una más, —Lucía Andrea Morett Álvarez— logró sobrevivir con heridas graves, siendo hasta la actualidad, víctima de persecución y hostigamiento.
En México, no solamente no hubo apoyo alguno del gobierno hacia las víctimas, sino que además desde las instituciones federales se ha promovido una campaña de criminalización en su contra, que ha incluido a otros ciudadanos solidarios con las luchas de los pueblos latinoamericanos.
Los gobiernos de Colombia y de EE. UU., que cometieron actos de terrorismo de Estado han tratado de evadir la responsabilidad histórica que tienen por los crímenes y las graves violaciones cometidas y, por el contrario, han montado una ofensiva guerrerista y de violencia. Lucía Morett es una testigo clave de esos hechos, es testigo de cargo en las denuncias interpuestas en México y Ecuador contra el gobierno colombiano por la masacre del primero de marzo, es por ello que, desde Colombia y con apoyo de los sectores de ultraderecha del continente, enfrenta tres procesos judiciales; con ello se pretende deslegitimar su testimonio.
Durante todo el 2008, los familiares y amigos de estos cinco jóvenes mexicanos iniciamos una lucha por lograr justicia, por el castigo a los culpables y para que en América Latina no se repita otra masacre de Sucumbíos, a través diferentes acciones jurídicas, políticas, de denuncia, etc. lanzando la Campaña Permanente “Cada Uno por la Justicia”. La acción solidaria de cientos de personas y organizaciones de distinta índole, así como la lucha internacionalista contra el imperialismo estadounidense que se vive en toda América Latina, nos ha llevado a plantear la realización, a un año de perpetrada la masacre, de la primera Jornada Continental de Protesta este 2 de marzo.
Una Jornada Continental de Protesta de carácter internacionalista contra el intervencionismo imperialista del gobierno de los Estados Unidos en América Latina y el mundo entero, manifestando nuestro rotundo rechazo a los bombardeos perpetrados en Sucumbíos, Ecuador, que representa ser, el ejemplo clave de esa política que masacra a nuestros pueblos. Haciendo hincapié en echar abajo el gobierno asesino de Álvaro Uribe Vélez y el desmantelamiento del Estado paramilitar y narcotraficante de Colombia, así como también del Comando Sur de América Latina; como eje primordial para lograr el fin del conflicto armado y el cese de las acciones inhumanas (masacres y secuestros) en Colombia y acabar con la clara amenaza que representa este gobierno para los intereses históricos de los explotados y oprimidos de América Latina.
El espíritu de la Jornada Continental de Protesta es la confraternización y la unidad política de los pueblos explotados desde México hasta Argentina y el resto del mundo para enfrentar al imperialismo; por la defensa conjunta de los procesos de lucha que viven cada uno de nuestros países. Planteamos que nos estructuremos políticamente en cada país para luchar por la verdadera unidad de América Latina: una lucha común de los explotados para expulsar al imperialismo de nuestros países.
Frente a la masacre perpetrada en Sucumbíos, Ecuador, el 1 de marzo de 2008 y el trasfondo político que ésta tiene, reiteramos: “Ni perdón, ni olvido. Castigo a los culpables”. Es por ello que como parte de la jornada de denuncia, de protesta y de lucha por la justicia y en contra de las acciones imperialistas y de violencia contra los movimientos sociales, es necesario buscar la más amplia solidaridad entre los pueblos y las luchas populares en América Latina. Todas las acciones que se sumen en ese sentido serán importantes para evitar que no sólo la impunidad continúe, también contribuirán a revertir el actual estado de cosas, el poder y el dominio que desde el gran capital y sus intereses se ejercen en contra de la mayoría de los habitantes de nuestro continente.
Llamamos a todas aquellas organizaciones políticas y sociales, estudiantiles, campesinas, de derechos humanos, a todo el pueblo explotado y oprimido de América Latina y el mundo entero, a sumarse a este importante esfuerzo de movilización y utilizar las embajadas de Colombia y México como tribuna para denunciar la política intervencionista del imperialismo en nuestros países, para repudiar el bombardeo del 1º de marzo, el asesinato de los cuatro estudiantes mexicanos, la persecución contra Lucía Morett y varios ciudadanos mexicanos y latinoamericanos más y, al mismo tiempo, como una muestra de solidaridad con el pueblo colombiano quien padece una sistemática violación a los derechos humanos por parte de su gobierno.
La intención es lograr que en la mayor cantidad de países se realicen protestas el día 2 de marzo de 2009, y si es posible en el mismo horario, frente a las sedes diplomáticas de México y Colombia. En México, la protesta central se llevará a cabo el 2 de marzo a las 15:00 horas en la capital del país.
Es así que solicitamos del apoyo y la solidaridad de todos ustedes para poder concretar esta Jornada Continental de Protesta, si desean participar en este esfuerzo, favor de hacerlo saber a la coordinación mexicana de la Jornada Continental de Protesta en México y a su vez, circular esta invitación entre las organizaciones locales en sus países de origen.
¡Por una lucha común para expulsar al imperialismo de nuestros países!
¡Abajo el gobierno asesino, paramilitar y narcotraficante de Álvaro Uribe Vélez!
¡Castigo a los responsables de la masacre de Sucumbíos, Ecuador!
¡Respaldo total a Lucía Andrea Morett!
Coordinación Mexicana promotora de la Jornada Continental de Protesta
México D.F., a 1 de marzo de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario