jueves, 29 de enero de 2009
México y el Modelo Exportador
Si a Ellos les Va Mal a Nosotros Peor
Por Enrique Kato*
El momento económico del país, acorde con la situación de la economía global, es de una catastrófica caída en la producción, en las exportaciones y en el empleo. El contexto es peor que en el pasado y con vigencia incierta, lo que ha hecho que muchos de los pronósticos de: cuánto duraría el período de bajo crecimiento, se dejen de publicar, debido a la alta incertidumbre, hoy cada vez menos instituciones públicas y privadas dan a conocer sus expectativas, cuando menos en lo tocante a 2009.
No obstante, es importante señalar que México no se encuentra en la situación actual debido a que otros países estén pasando por un estancamiento económico, se trata de algo más, se trata de una dependencia estructural que tenemos con los mercados internacionales. En el pasado el Estado Mexicano , como otros países de Asia y América Latina, tomaron la decisión -desde fines de los setenta- de acelerar su crecimiento económico a través de las exportaciones, atrayendo una mayor dependencia con el exterior y, si a ellos les va mal, a nosotros también , sin embargo, esto no sucede, cuando a ellos les va bien .
La decisión fue clara: sí tenemos potencial de producción pero no tenemos mercado entonces podemos recurrir a vender fuera del país . Desde ese momento el crecimiento de las exportaciones ha sido notable, sin que esto signifique que la historia sea exitosa, y no lo es porque a la par del crecimiento de las exportaciones se ha dado un estancamiento de la capacidad de compra de la población.
Podemos mencionar dos causas. La producción de productos para la exportación requiere un crecimiento constante de la productividad, misma que se logró con la reconversión industrial y reduciendo el costo laboral con el despido de trabajadores, de tal forma que aquellos que permanecieron en la industria tienen mayores niveles de producción, pero son una minoría. El resto de los trabajadores han encontrado ocupación en sectores económicos cuyas ventas se destinan al mercado interno nacional. Dichos sectores tienen comparativamente menor productividad, menores ventas, y, por ende, el crecimiento de sus ingresos es menor que aquel destinado a las exportaciones.
En segundo término tenemos que los ingresos obtenidos de las industrias exportadoras no se reparten equitativamente debido a que para lograr la rentabilidad se requiere de introducir mejoras tecnológicas continuas -que no es el caso- así que la rentabilidad proviene de abaratar la mano de obra. La situación nacional se describe como trabajadores que han logrado puestos laborales en ocupaciones poco productivas o que han logrado algunos ingresos vendiendo al exterior, aunque ello no ha dinamizado el crecimiento de las industrias nacionales.
Ahora que han disminuido las compras desde el extranjero y que repercute fuertemente en el país ¿cómo poder reemplazar todo ese mercado? La respuesta es encontrando nuevos compradores, la probabilidad de lograrlo es mínima ante una crisis mundial. Aún más ¿qué se puede hacer? ¿Qué pueden hacer los países, y entidades federativas, con economías pequeñas, desde el punto de vista de los ingresos por habitante?
Lo que sabemos es que quienes propusieron la estrategia vigente de crecimiento hacia el exterior asumieron que depender de la capacidad de compra del mercado mundial era una buena manera para hacer crecer el ingreso nacional, pero las exportaciones no se tradujeron en mejores condiciones económicas para las ciudades; los sectores exportadores son una “isla económica” que no esparcen beneficios al resto de la economía; ahora en medio de la crisis mundial, cuando su demanda es menor que los años anteriores resulta que reemplazar esos altos niveles de consumo sólo se puede lograr en una mínima parte -infinitesimal-.
La respuesta a como producir más depende de a quiénes podríamos venderles . Muchos esperan que los programas anticrisis de Barack Hussein Obama sean efectivos y que Estados Unidos retorne a sus altos volúmenes de compra, esta alternativa implica no hacer nada y esperar a que la política económica funcione en el país vecino. Dentro de México podríamos identificar las necesidades de la población y vincular la capacidad de producción -que ahora está ociosa- para ocuparla y para atender las necesidades de la población. El circuito se reactivaría dando empleos, que provean ingresos, lo que a su vez generaría ventas y así mayor producción. Parece una medida favorable, pero la magnitud de este efecto no es capaz de resarcir -mínimamente- las enormes compras que efectuaron por años los estadounidenses a México.
Mirar otros mercados u otras áreas de comercio internacional, resultaría adecuado pero arriesgado dada la situación mundial, salvo en aquellas experiencias de economía social como el ALBA-Venezonalana, o en los paises del Merco Sur, pero estos resultan fuera de la lógica, e incluso en contrasentido, con lo que ha venido manteniendo el gobierno PANísta de Felipe Calderón, en forma tal que parecería inviable, más bien seguiremos dentro del modelo neoliberal, hasta ahora fallido.
De cualquier manera se deben procurar políticas que aumenten la capacidad de compra de los mexicanos, que atiendan sus necesidades de salud, educación, vivienda, esparcimiento, ambiente sustentable, y muchas más; con políticas de largo plazo se induciría una tendencia para abatir gradualmente el rezago económico y amortiguar futuras crisis, que no son “importadas”, dado que ese término exculpa a quienes sólo atienden el modelo exportador sin promover mayor desarrollo nacional; la mayor dependencia con otras economías deposita el crecimiento del país en las decisiones que tomen otros en el extranjero, de tal forma que el modelo exportador es una decisión deliberada que los gobiernos adoptaron y siguen promoviendo.
* Miembro del Taller de Economía Social y Políticas Públicas, de la Facultad de Economía de la UNAM y Profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro.
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