Cientos de miles de franceses salen a la calle convocados por sindicatos y partidos de izquierda para reclamar medidas contra el paro y menos ayudas a los poderosos.
ANTONIO JIMÉNEZ BARCA | París 29/01/2009
La huelga general convocada este jueves en Francia por ocho sindicatos ha sido seguida masivamente en el sector de la educación y de una manera desigual en otros sectores. Según el Gobierno, alrededor del 23% de los funcionarios habían decidido no ir a trabajar para protestar por el aumento del paro y la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. Los profesores, sin embargo, han seguido masivamente el paro: hasta un 60% de ellos, según los sindicatos. En los hospitales han parado cerca del 23% de los trabajadores. Los empleados ferroviarios pararon en un 40%. El paro ha afectado principalmente a líneas ferroviarias y aeropuertos. La jornada ha culminado con manifestaciones, en las que han participado cientos de miles de ciudadanos.
París ha sido el escenario de la manifestación más multidunaria. Varias decenas de miles de personas han salido de la Plaza de Bastilla, convocadas por los sindicatos, entre ellas la secretaria general del Partido Socialista, Martine Aubry, que ha criticado a "un presidente que se mantiene mientras nos ha metido en la recesión con su política, incluso antes de que llegase la crisis financiera".
Además de la de París, ha habido manifestaciones en las principales ciudades del país. Según el sindicato CFDT, el segundo en importancia de Francia, más de 1,5 millones de personas han salido a la calle en lo que considera las "mayores manifestaciones por el salario desde hace 20 años". La policía rebaja la crifa a la mitad.
Problemas de transportes
El transporte público funcionó, en París, mejor de lo que estaba previsto. De hecho, el metro, que constituye el eje de la movilidad de la ciudad, no estuvo parado en ningún momento. Es más: según datos de la empresa, circularon hasta el 75% de los trenes. Era fácil descubrirlo en la calle: no hubo muchos andenes atestados (o no muchos más que en un día corriente) y viendo la frecuencia de determinadas líneas, daba la impresión, por momentos, de que la huelga era un espejismo.
Sin embargo, el paro fue más seguido en las líneas de cercanías. Una de estas líneas estuvo inutilizada completamente. Otra funcionó al ralentí durante toda la mañana. En Marsella, eso sí, las dos líneas de metro de la ciudad cerraron completamente.
Ambiente más apagado
En la calle, por la mañana, el ambiente era el de una ciudad un poco más apagada que de costumbre. Pero no paralizada. Los comercios, tiendas, supermercados y restaurantes estaban abiertos. Los taxistas se quejaban de tener menos clientes de lo normal. El gran atasco previsto no se produjo: al contrario; el tráfico en las entradas de París fue algo más fluido que de costumbre, debido a que muchos trabajadores madrugaron más o se quedaron en casa, bien porque estaban de acuerdo con la huelga, bien porque se pidieron un día libre para evitar quedar atrapados en una ciudad que pensaban que iba a convertirse en una ratonera y que, finalmente, no lo fue.
Por su parte, diversos representantes del Gobierno aseguraron ayer que hay que escuchar la protesta de la calle, que comprenden la inquietud de los trabajadores, pero que las medidas adoptadas son las correctas y que no las van a cambiar.
Las razones que arguyen son varias: el paro, situado en un 7,3% a final de año pero que subirá este mes (cuando Nicolas Sarkozy llegó al poder se situaba en el 8,7% y la media de la UE en el 8,6%); la pérdida de poder adquisitivo y de nivel de vida de los trabajadores, y la convicción de que el Gobierno de Sarkozy, frente a la crisis económica que sacude Francia y que la está hundiendo en la recesión, sólo arbitra medidas para acudir al rescate de los más poderosos: los bancos y los empresarios.
Los sindicatos están convencidos de que el paro alcanzará una cifra récord y de que hay motivos para llevarlo a cabo. Bernard Thibault, secretario general del sindicato CGT, lo expresaba así en una entrevista en Le Parisien: "No podemos aceptar que los trabajadores seamos los únicos que pagan las consecuencias de la crisis. También necesitamos, como los bancos, garantías: pero garantías para la vivienda, para la jubilación...".
Fuente: diario EL PAÍS.
Foto: Manifestantes de las protestas de París.- AFP
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