lunes, 26 de enero de 2009

Las brujerías de Marta


JOSé GIL OLMOS

A mediados de octubre empezó a circular el libro Los brujos del poder de José Gil Olmos, reportero de Proceso. El impacto que generó su aparición se ha traducido en una decena de presentaciones y un sin número de entrevistas y reseñas en medios impresos y electrónicos, incluida una serie de cinco entregas en los noticieros estelares de Televisa.
A continuación reproducimos de Los Brujos del Poder, el capítulo dedicado a Marta Sahagún, esposa del expresidente Vicente Fox.
El misticismo de Marta
Marta María Sahagún Jiménez es reconocida como una mujer ambiciosa, capaz de todo. Tanto que a pesar de haber sido educada en un ambiente familiar y religioso sumamente conservador, nunca se detuvo para utilizar todos los instrumentos que tenía a la mano, incluso la brujería, hasta conseguir el poder que deseaba.
Desde pequeña, en Zamora, Michoacán, Marta mostró un carácter fuerte y unas enormes ansias de poder. En una ficha confidencial, elaborada por el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen), en la que se cuenta su historia personal, familiar y política, su perfil psicológico es definido como el de una mujer “soñadora, insegura, crédula”. Desde el principio, el expediente destaca los “puntos débiles” de Marta: su tendencia al “misticismo religioso” y su “ambición política creciente”. De sus “puntos fuertes” resaltan que es una mujer “tenaz, resistente y perseverante”.
Identificada como “Cisne”, el órgano de espionaje de la Secretaría de Gobernación destaca sobre todo su ambición, disfrazada de terquedad, que ella incluso reconoció en las entrevistas que se le hicieron en 2002, cuando era la esposa del presidente de la República.
—¿Eres terca?
—¡Sí lo soy! —dice con una carcajada—. Pero yo digo que soy constante… Cuando algo me propongo, lo logro. Y no hay quien me detenga. Sin menospreciar mis limitaciones y enormes defectos. Es parte de mi formación con las teresianas: ver cuáles son tus fallas.
Estos deseos, este ímpetu por alcanzar los máximos peldaños del poder, se potenciaron desde que decidió meterse a la política, en 1988. En el Partido Acción Nacional fue consejera nacional y estatal, secretaria de Promoción Política de la Mujer y responsable de Organización del Comité Ejecutivo del PAN en Guanajuato. En 1994 fue candidata a la presidencia municipal de Celaya pero perdió. Por aquellas mismas fechas, según la prensa del estado, se relacionó con el Movimiento Regnum Christi, de los Legionarios de Cristo.
Ese mismo año conoció a Vicente Fox y abandonó su matrimonio, iniciando una relación de conveniencia con el entonces gobernador de Guanajuato, quien le prometió que, de llegar a la presidencia de la República, ella tendría un lugar privilegiado a su lado. En el camino se encontró con varios obstáculos y para quitárselos de encima no dudó en utilizar embrujos, a pesar de que éstos iban en contra de la formación católica en la que se crió.
Marta Sahagún fue educada en diversas escuelas de monjas, como la Congregación de Teresianas de Zamora, el Colegio América en Michoacán y, en la adolescencia, el colegio católico San José de Cluny de Irlanda, donde estudió inglés. Tuvo una formación conservadora, en términos religiosos, pues nunca dejó de asistir a las misas dominicales para redimir sus pecados. De su boca siempre salía un “¡Dios!” al expresarse, y nunca dejó de utilizar la frase de Santa Teresa de Jesús “aunque me muera, aunque no pueda, aunque reviente, aunque no quiera” como fuente de inspiración.
Esta fuerte influencia católica venía de su familia. Su padre, Alberto Sahagún de la Parra, era católico aunque liberal, y tuvo cuatro hermanos sacerdotes: Jesús Sahagún de la Parra, obispo emérito de Lázaro Cárdenas, Michoacán; Alfonso, fundador del semanario Guía de la Parra; José Luis, padre de la iglesia de San Francisco y rector de la Universidad Vasco de Quiroga de Uruapan, y Julio, quien dejó la orden jesuita para casarse con una exmadre superiora.
Además, Marta Sahagún fue integrante de la congregación de ultraderecha los Legionarios de Cristo. Durante ocho años fue su tesorera y tuvo tratos directos con su fundador, el padre Marcial Maciel Degollado, quien siempre estuvo involucrado en casos de abuso sexual contra seminaristas.
A pesar de su formación sumamente conservadora, la ex primera dama no tuvo empacho en acercarse a la corriente del new age y, aún más, en practicar la brujería, con tal de escalar los peldaños del poder. Su acercamiento al new age y a la corriente de la superación personal se dio mediante uno de sus autores favoritos, Deepak Chopra, médico hindú que ha escrito sobre espiritualidad y sobre el poder de la mente en la curación médica. En uno de sus libros, Las siete leyes espirituales, Chopra mezcla la física cuántica y las escrituras tradicionales indias como el Ayurveda, los Vedanta y el Bhagavad Gita.
Chopra asegura haber descubierto el secreto para convertir los sueños en realidad: basta seguir, asegura, las siete enseñanzas o principios con los que se puede alcanzar el éxito, tanto material como espiritual, en todas las áreas de la vida. Éstas son la ley de la potencialidad pura; la ley de dar; la ley del karma o de causa y efecto; la ley del menor esfuerzo; la ley de la intención y el deseo; la ley del desapego, y la ley del dharma o propósito de la vida.
Chopra, según su biografía oficial, a principios de la década de 1980 se incorporó al movimiento religioso de la meditación trascendental, liderado por el Maharishi Mahesh Yogi, el mismo a quien seguía el ex gobernador de Tamaulipas, Manuel Cavazos Lerma.
Mezclando los principios católicos del sacrificio y los de Deepak Chopra, Marta Sahagún hacía gala de su tenacidad y entrega, primero en comunicación social del gobierno de Guanajuato y luego en la residencia oficial de Los Pinos. Siempre, por supuesto, al lado de Vicente Fox, junto a quien le gustaba practicar otras artes: el esoterismo y la brujería.
Olga Wornat, la polémica periodista argentina, en su libro La Jefa, retrata un episodio que nos proporciona el primer dato sobre las prácticas de Marta, un dato que nunca fue desmentido ni por quien se convirtió en la pareja del presidente ni por éste. Aunque Marta ya era la esposa de Fox y tenía una enorme influencia en la toma de decisiones de su marido, no lograba deshacerse de los celos que la atormentaban cuando pensaba en los colaboradores cercanos al presidente y en Lillian de la Concha, ex esposa del mandatario.
Una noche de fines de diciembre de 1997 llegó a su casa después de pasar la tarde con Vicente. El ranchero le había jurado que con Lillian no tenía nada más que ver, que estaban divorciados y que si llegaba a ser presidente, ella iba a trabajar con él, en un lugar de importancia. La amaba; era feliz. Igual había problemas. Los amigos de Vicente Fox la odiaban y hacían todo lo posible por quitársela de encima. Sobre todo Lino Korrodi y José Luis González y una parte del gabinete de Guanajuato. Un día Tere (su peluquera y la mujer de más confianza) fue testigo de una hemorragia que atacó a Martha, producto de los disgustos y el estrés por los cuentos que “esa gente” metía en la cabeza de Fox.
Sin embargo, estaba segura, con esa convicción que le daba la fe religiosa, las recetas mágicas de los libros new age y los de Deepak Chopra, de que sería ganadora. Se sentía a un paso de la puerta grande. Un día trajo a una bruja de Salamanca que le habían recomendado como “muy buena”. La mujer llegó a su despacho y permaneció —según testigos— toda la tarde. Marta consiguió fotografías de José Luis, “el Bigotón”, González, y de Lillian, sus enemigos más importantes. Se encerraron en el baño con Gina Morris y allá permanecieron haciendo todo lo que la mujer les indicaba, mientras desde afuera se olía a humareda que se filtraba
por debajo de la puerta de la habitación. “Hicieron una fogata con las fotos de los dos.”
Un ex colaborador de Marta Sahagún asegura que Gina Morris fue la principal asesora esotérica de la ex primera dama. Desde Guanajuato, época en la que se integró al equipo de la entonces vocera estatal, ella era la encargada de traer a los brujos y brujas que le hacían los trabajos para acercarse más a Fox o para deshacerse de sus enemigos.
Uno de los trabajos que Marta pidió consistió en poner sobre las fotos de sus enemigos una tarántula viva, la cual era ensartada a la imagen y quemada junto con ésta, recuerda un ex asesor de Sahagún, quien ha pedido reservar su nombre.
Los enemigos de Marta fueron muriendo uno a uno o haciéndose a un lado en el camino que llevaría a Fox hasta la presidencia de la República. Desde 1997, Marta Sahagún y Vicente Fox Quesada habían traspasado la línea de la amistad, convirtiéndose en pareja sentimental en secreto. Ambos hicieron un viaje a China y, al regreso, su relación de trabajo y amistad se había transformado.
Hasta ese entonces, el romance era parte de su vida privada, pero un día, a finales del año mencionado, Vicente Fox le hizo la promesa a Marta de llevársela con él a Los Pinos. La promesa rompió la intimidad y se convirtieron en una pareja que buscaría gobernar junta el país.
A partir de 1998, el gobernador de Guanajuato dio los primeros pasos en su proyecto presidencial y formó un equipo integrado, entre otros, por Lino Korrodi y José Luis, el Bigotón González, quienes al lado de su ex esposa, Lillian de la Concha, se convirtieron en los principales enemigos de Marta Sahagún.
Ese año el Bigotón González fundó la asociación Amigos de Fox y, junto con Korrodi, se volvió uno de los principales operadores financieros de la campaña presidencial de Vicente. Así pues, él conocía los secretos más recónditos de los empresarios mexicanos y extranjeros que habían apoyado al gobernador de Guanajuato durante la carrera presidencial. Sin embargo, al inicio de la campaña, González dejó el trabajo pues tuvo una agria discusión con Fox por el protagonismo de Marta Sahagún. Evidentemente, Vicente prefirió a Marta que a su amigo de la infancia.
Las vitaminas del presidente
Antes de casarse, las colaboradoras de Marta Sahagún veían cómo su jefa se consumía en la desesperación, no lograba amarrar su boda con Vicente Fox, una boda que planeaba desde que estaban en Guanajuato. Durante los meses de la transición, el equipo de Vicente Fox se concentró en un hotel de Olegario Vázquez Raña para trabajar el programa del gobierno del cambio. En ese lugar, Marta aceptaba todos los trabajos que le llevaban, le daba lo mismo que fuera lectura de cartas que “velas para enamorados” o “limpias”. Estaba desesperada. Fue entonces cuando Gina Morris la acercó a un personaje que se hacía llamar “Padre Campos”, quien le ofreció hacerle las limpias y los hechizos necesarios para “amarrar” a Fox.
Ex miembros del equipo foxista, conocedores de primera mano de la vida de Marta Sahagún, hablan de esta parte de la vida de la ex primera dama, quien convirtió en una “virtud pública” sus creencias privadas cuando aplicó los hechizos para beneficio de su proyecto político. Lo que quería era casarse con Fox y catapultarse después a la candidatura presidencial.
El “Padre Felipe Campos”, coinciden varias fuentes consultadas,
es un santero cubano que se hacía pasar por obispo suplente de Puebla, argumentando que se había alejado de la Iglesia católica porque se había peleado con el cardenal Norberto Rivera por el manejo de las recaudaciones. Cuando alguien le preguntaba cómo era posible que un sacerdote hiciera trabajos de hechicería, el “Padre Campos” explicaba que sabía de limpias y leía las cartas “porque todo sacerdote que se digne de serlo tiene que aprender de todo, incluso cosas de la magia y la hechicería para combatirlas”.
El supuesto sacerdote, que al final terminó siendo curandero
y santero, cobraba cinco mil pesos por cada sesión que realizaba en la habitación del hotel donde pernoctaban Marta y Vicente. Quienes lo vieron trabajar recuerdan que lo mismo leía las cartas que hacía limpias a Marta, con el objetivo de quitarle las malas vibras que traía encima. Fueron varios meses los que “trabajó” para la entonces vocera de Fox, quien no dejaba de quejarse “¡Con Vicente no pasa nada!”
Una vez —recuerda uno de los allegados a Marta—, le dijo que pusiera un huevo con una cinta roja amarrada y una cruz de ocote debajo del colchón donde dormía. Le aseguró que esto le ayudaría a conquistar a Fox. Pero tampoco eso funcionó.
Cuando tomó posesión como presidente de la República, el primero de diciembre de 2000, Fox se fue a vivir con Marta a
la cabaña hecha especialmente en Los Pinos para la pareja presidencial. Hasta ese lugar llegó el “Padre Campos” para continuar con los trabajos del “amarre”. El equipo de Marta, integrado en su mayoría por mujeres jóvenes, recuerda las asiduas visitas de este personaje de baja estatura, con quien Marta y Gina Morris se encerraban en la cabaña durante horas.
En una de estas ocasiones, narra un ex colaborador de Marta que pidió el anonimato, cansada de los nulos resultados,
la vocera presidencial le pidió que le diera un remedio definitivo porque veía que Fox no se decidía a casarse.
Fue entonces que el Padre Campos le pidió 20 mil pesos para traerle una pócima especial. Días después regresó con una botella de plástico y un líquido, pero le pidió a Marta que le diera muestras de su sangre y algunos cabellos de sus partes íntimas para hacerlos polvo y agregárselos a la pócima. Cuando ya tenía todo se lo entregó y le pidió que le diera unas gotas diarias al presidente.
Le pregunté al entrevistado si se trataba de toloache, a lo que me contestó:
Yo creo que sí. Marta ponía el líquido en pequeños goteros y decía que eran las “vitaminas” del presidente para no provocar sospechas en el Estado Mayor Presidencial. Todos los días le ponía sus “vitaminas” en el jugo, el café o en el agua para que Fox se las tomara. El “Padre Santos” cada mes le renovaba la botella y cobraba 20 mil pesos, pero luego pedía más y más dinero, hasta consiguió que le comprara un departamento frente a lo que era el edificio de Banobras, por el rumbo de Tlatelolco.
Aun así, Marta seguía machacando y exigiendo resultados. Ante cada petición, el “Padre Campos” prometía que en julio de ese año se casaría, que no desesperara, que le siguiera dando sus vitaminas, incluso frente a los ojos vigilantes del Estado Mayor Presidencial.
Fue precisamente el 2 de julio de 2001, a las 8 de la mañana, cuando el juez vigésimo séptimo del Registro Civil, Gustavo Lugo Monroy, celebró el casamiento civil de Vicente Fox y Marta Sahagún. No hubo invitados a la ceremonia realizada en Los Pinos, sólo asistieron como testigos Alberto Sahagún de la Parra y Mónica Jurado Mayacote, padre y nuera de Marta, así como los señores José Luis Fox Quesada y Luz María Lozano Fuentes, hermano y cuñada de Vicente Fox. La foto del casamiento, que mostraba a dos novios besándose como adolescentes, fue distribuida por la oficina de prensa de la presidencia de la República y de inmediato causó revuelo en todo el país. Se confirmaba lo que todo el mundo sabía y que sólo la pareja presidencial creía que seguía siendo un secreto.
El primero en felicitar al presidente Fox y a su nueva esposa fue el mandatario español José María Aznar, quien se encontraba
de visita oficial en México: “El señor presidente de la República se ha casado esta mañana, con lo cual triples felicitaciones y además eso está muy bien, lo de casarse y, además, casarse temprano para aprovechar el tiempo como es debido, casándose a las 8 de la mañana”.
Marta estaba radiante. Había conseguido su propósito pese al rechazo de los hijos de Fox, principalmente de Ana Cristina, con la que no podía verse ni en pintura. Ahora pedía a todos que la llamaran Marta Sahagún de Fox. Conseguido el objetivo, el “Padre Campos” dejó de asistir
a Los Pinos. Gina Morris también se alejó, luego de un pleito con Marta.
Gina Morris fue designada enlace de la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería de la Presidencia de la República ante la Secretaría de Economía, dentro del Proyecto APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico). Pero no pasó mucho tiempo antes de que la principal colaboradora de la primera dama pidiera perdón y regresara a la residencia oficial. Con ella volvió el “Padre Campos”, quien para entonces ya se había mudado al departamento que le había regalado Marta Sahagún.
A partir de entonces, Gina fue la encargada principal de acercarle brujos y curanderos a Martha Sahagún de Fox, que ahora tenía como nuevo proyecto conseguir su candidatura presidencial. Uno de los ex colaboradores de Martha aseguró que ella no sólo “llevó a los brujos sino que también practicaba la brujería. En su escritorio siempre tenía velas y manzanas para alejar las malas vibras. En el baño de su oficina tenía más cosas: una especie de altar con estampas de santos, imágenes
raras, animales disecados, vasos con agua y, debajo de los recipientes, fotografías de gente”. “¿Hicieron ritos dentro de Los Pinos?”, pregunté al ex colaborador de Marta: “Sí, era evidente que los hacían. Cuando llegaba el ‘Padre Campos’ se apartaban y se metían en la cabaña presidencial. Nadie más estaba autorizado a entrar.”
Las brujerías de Marta, que por un tiempo fueron un secreto, para entonces eran conocidas por el personal de la residencia presidencial y por el Estado Mayor Presidencial, que en varias ocasiones descubrió al “Padre Campos” vestido con una túnica blanca, haciendo sus ritos en los jardines presidenciales durante las noches. En una ocasión, asegura un ex colaborador del gobierno foxista, se vio al “Padre Campos” vestido con una túnica blanca, como si fuera obispo, caminando por la noche entre los jardines de Los Pinos. Llevaba dos cocos en las manos y rezaba oraciones repitiendo el nombre de “Gina”, que le había pedido que le ayudara a conseguir un novio, pues todos los anteriores la habían dejado. Se trataba de un ritual de santería conocido como “aprendizaje de los cocos”, mediante el cual se acerca a los espíritus y se les pide un deseo a los “orishas” o santos.
Los rituales que Marta y Gina hacían en la residencia presidencial
eran tan evidentes que un día los hijos de Vicente Fox escribieron una carta en la que le relataban a su padre todos los rituales y las brujerías que su enamorada estaba haciendo. Dicha carta nunca fue entregada porque algunos ex funcionarios de Los Pinos conocieron de su existencia y recomendaron a los infantes que se olvidaran del asunto: su padre, seguramente, no les iba a creer.
Apoltronada en Los Pinos tras su matrimonio con Fox, Marta Sahagún saboreó las mieles del poder. Formó la famosa
“pareja presidencial” y, a través de esta fórmula, influyó directamente en la toma de decisiones del gobierno.
No obstante, lo alcanzado no era suficiente para sus ambiciones.
Fue entonces cuando quiso subir un peldaño más: como hemos dicho, Marta deseaba la candidatura a la presidencia de la República. Para ello impulsó su propio proyecto a través de la Fundación Vamos México, además de relacionarse con diversos personajes muy poderosos, principalmente, con una mujer que tiene mucho dinero e influencia política, una dama a la que también le gusta la brujería, como vimos en capítulos anteriores: Elba Esther Gordillo.
Un ex funcionario de la residencia oficial de Los Pinos, quien también pidió conservar el anonimato, asegura que la maestra Gordillo era una de las personas que más visitaba a Marta, quien la consultaba tanto para cuestiones públicas como para asuntos privados.
Por teléfono le hablaba todos los días para consultarla y cada vez que se veían se abrazaban con tanta emoción que soltaban lágrimas. Cuando se veían en Los Pinos se metían a solas en la cabaña presidencial. Algunas veces la maestra llegaba con gente, hasta un brujo santero le llevó.
La maestra Gordillo ayudó a Marta a realizar su famosa Guía para padres de familia, de la que se editaron 75 millones de ejemplares para las escuelas básicas. También le propuso asesores para apuntalar la Fundación Vamos México, entre ellos José Antonio Sosa Plata. Pero sobre todo, Gordillo la ayudaría a dominar al presidente de la República.
Con Fox, la maestra hizo uno de sus mejores trabajos, nadie puede negar cómo se veía el presidente antes y cómo se le veía después, tenía una mirada perdida y manifestaba una posición inferior y dependiente de Marta.
La relación entre ambas mujeres no sólo fue política, Elba Esther buscó la forma de acercarse a Martha y le hizo una “radiografía espiritual” —igual que con Ernesto Zedillo—, gracias a la cual pudo saber cuáles eran sus mayores aspiraciones y sus más graves debilidades. Se dio cuenta de que lo que quería era casarse con Fox y de ahí se agarró.
La primera plática que tuvieron duró como 12 horas y Elba Esther le dijo que si quería tener controlado a Fox le podía ayudar, que le diera partes de su ropa y de su cuerpo para hacerle un trabajo. Tengo entendido que se fueron juntas a Marruecos y que Elba Esther introdujo a Marta Sahagún en la práctica de la brujería. Y como son iguales de ambiciosas, pues se conectaron muy bien.
Sin embargo, a Marta las cosas no le salieron como esperaba.
El gobierno de Fox resultó ser un fracaso, el cambio nunca llegó, las reformas estructurales nunca se aprobaron y sus frases, que como candidato habían sido un éxito, como presidente fueron una más de sus deficiencias.
Esta señora hizo sus cosas, sus trabajos de hechicería pero, obviamente, no tiene el nivel de concepción ni de fuerza que tiene Elba Esther para esas cosas malignas y las cosas le reventaron.

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