martes, 7 de octubre de 2008
Quebranto Financiero y Dinámica Constitutiva Imperial
Alfredo Velarde
Hoy no tenemos a Pink Floyd cantando loas a la demolición del Muro de Berlín (como en 1989), pero no hay duda en que el muro de Wall Street se está desmoronando sin cantos –y sí con lamentos reaccionarios - junto al ambicioso “orden financiero” especulativo norteamericano, aunque persistan otros muros de ignominia, también a demoler. Como el intolerante de Israel , por ejemplo, que aplica su particular apartheid en contra de los palestinos; o el que se levanta con eugenesia malthusiana en la línea fronteriza entre los Estados Unidos y México , paradigmáticamente empleando fuerza de trabajo indocumentada mexicana, en la ominosa e inútil labor para que sus paisanos no lo traspasen, a sabiendas que lo harán. En efecto, estamos ante un “mundo inédito” , según lo consigna bien Ilán Semo en La Jornada (10/4/2008).
Y es probable, también, que “la metáfora del muro/los muros quedará como signo probable del fin de una época”. Pero se equivoca en su aserto según el cual, la utopía del “estado de bienestar” fue “una de las pocas utopías modernas que funcionaron en el siglo XX” . Si lo hicieron temporalmente, es indudable que fue a favor del capital y su estrategia restitutiva de las tasas de ganancia caídas , justo en la cresta de la ola que entonces posibilitó la aplicación a rajatabla del odioso orden disciplinario que fuera teorizado esclarecidamente por Michel Foucault .
Entonces, ¿qué fue lo que funcionó, según Semo? En mi opinión una versión edulcorada de capitalismo constrictivo de los trabajadores, y que, por cierto, también se colapsó ulteriormente para desencadenar la crisis fiscal del Estado en muchas partes, de donde surgió, como sabemos, el cuestionado neoliberalismo “salvador” que está siendo cuestionado al tambalearse. Lo señalo sin ambages, porque al compartir el balance de Ilán Semo , se corre el riesgo de revivir el cadáver del estatismo que tanto daño hizo, junto al nacionalismo , en la lucha emancipadora mundial , y, por supuesto, también en Latinoamérica . Su refrescante, aunque limitado marco teórico, olvida dos cosas: uno, que el nacionalismo constituyó el más socorrido recurso para mediatizar al movimiento obrero anticapitalista , justo cuando en los inicios del siglo XX logró poner a la orden del día la lucha por el socialismo ; y dos, que entre tanto, las temporales “revoluciones victoriosas” , asumían erráticamente la defensa del keynesiano estado-nación , que terminó volviéndose contra los objetivos revolucionarios mismos, como lo dice muy bien Antonio Negri : “Desde India hacia Argelia y desde Cuba hacia Vietnam, el Estado es el regalo envenenado de la liberación nacional” .
La “sociedad del poder” (que ha teorizado, por ejemplo, el Subcomandante Marcos ), esa suerte de colectivo de dirección empresarial y de alcances globales , conformado por corporaciones multinacionales de muy distinto tipo y que parece con vocación para desplazar a la clase política tradicional en crisis, precisamente de la toma de decisiones fundamentales en el mundo que posibilitaron desórdenes especulativos como los que se han materializado en estos días, con el inmenso quebranto financiero que de Wall Street se difunde por el mundo entero, esa “sociedad del poder”-insisto-, parece empezar a comprender que si no se dispone a trabajar por el reaccionario Estado Mundial en el que ha venido soñando, bajo el modelo operativo de un “gobierno supranacional” , el caótico imperialismo de gran potencia unilateral norteamericano , seguirá siendo el último dinosaurio negándose a morir .
Se trata, sin duda, de contradicciones globales al seno de la clase capitalista mundial , mientras el sistema mundial se confronta con las evidencias de sus límites teóricos e histórico-sistémicos , pese a los 700 mil millones que pagarán los contribuyentes de los EUA, para rescatar la inviable financierización de las economías del capitalismo maduro y que demandará, también de nosotros, nuestra onerosa cuota. Hoy, con oxígeno artificial, en virtud a que el sufrido “rescate financiero” ya aprobado a costa del contribuyente norteamericano, sólo provocará la demora de la agonía hegemónica yanqui , terminará exacerbando el desaforado crecimiento de la deuda norteamericana hasta un escandaloso 70% de su PIB y que también pegará con fuerza a los mexicanos bajando las remesas, disminuyendo las exportaciones y abaratando el petróleo .
Lo que se silencia en la euforia del saliente Baby Bush por el acuerdo congresista en la Cámara de Representantes , en todo caso, es sobre todo la ineficacia de largo plazo para una verdadera solución a la crisis que propone-impone la clase política yanqui a las costillas de sus trabajadores y que obligará a la colectividad, primero gringa, después global, al pago de las pérdidas de los financieros tranzas . Así lo consignan, desde abajo, altermundistas franceses que lo ven, como el copresidente del movimiento Attac , Jean Marie Harribey , o Pierre Khalfa del movimiento Solidaries al cuestionar el plan de rescate bancario norteamericano, denunciando la negativa librecambista para regular la circulación monetaria y financiera mundial que detonaron la inconmensurable burbuja financiera especuladora , dado que no aparece por ningún lado el énfasis en una eficiente estrategia resolutiva de la crisis, poniendo por delante la defensa de la economía real productiva y del comercio de mercancía , por encima del capital ficticio y sus bonos chatarra que contamina a toda la economía mundial a favor de unos cuantos.
Es evidente, que los altermundistas franceses ven bien la cosa, al fustigar al ideólogo del rescate, el Secretario del Tesoro , Henry Paulson , al que se alinean hasta McCain y Obama . Los emisarios de la “sociedad del poder”, por su parte, desde Medvedev y Putin , hasta Ángela Merkel , Nicolás Sarkozy y hasta Silvio Berlusconi , ya se apuran para preparar un relevo mancomunado y gestionario global , salvador del capitalismo internacional, merced a la dinámica constitutiva imperial y en contra del capitalismo de casino implotado y que representa el obsolescente encuadre norteamericano.
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