Asalto a la luz del día
Eduardo Ibarra Aguirre
La declinación de obligaciones y atribuciones de las autoridades, establecidas por la legislación y en algunos casos por la ley de leyes, es el signo característico del México del último cuarto de siglo, con independencia de si despacha en Los Pinos un hombre del Prian o del Anpri.
El subgobernador del Banco de México, Guillermo Güemez García, advirtió el fin de semana a los integrantes del Museo Interactivo de Economistas, lo siguiente: “Cuánta gente que usa una tarjeta, y luego le dan otra y la sigue usando se va hundiendo lentamente en deudas que no puede manejar y pierde por eso parte de su patrimonio”.
En una coyuntura en que el alza en el costo de los intereses de los préstamos y comisiones bancarios, una menor actividad económica y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios e ingresos llevan la morosidad a niveles récord, el subalterno de Guillermo Ortiz Martínez se limita a emitir lamentaciones y un consejo, que la educación financiera comience a formar parte de los planes de enseñanza, dado que carecer de este tipo de conocimientos “lleva a tomar malas decisiones, por ignorancia, que afectan a una persona a lo largo de su vida”.
Pero ni una sola palabra respecto a establecer límites a las desproporcionadas tasas o comisiones que cobra el duopolio bancario --español y estadunidense-- a los usuarios, un auténtico asalto a la luz del día y que además se filma, pero con la complacencia de las autoridades. Ello a pesar de que es obligación del banco central, pero “los controles de precio no funcionan y no han funcionado nunca”, sostiene el mercadólatra, en contrapartida a la idea que ya circula en el Congreso para establecer topes a las tasas de interés y las comisiones que cobran los voraces banqueros.
La banca extranjera pone y dispone sin que burócrata o tecnócrata del grupo gobernante o del Banco de México la moleste. Ya ni siquiera con los discursos de Ortiz Martínez, quien en 2004 presumía la ”aprobación en enero pasado por parte del Congreso de la Ley para la transparencia y ordenamiento de los servicios bancarios” que otorga al Banco de México “facultades para normar el cobro de comisiones, cuotas interbancarias y otros aspectos relacionados con la prestación de los servicios financieros”.
Frente al aumento reciente de hasta 100 por ciento en las comisiones por aceptar pagos de servicios telefónicos, recibos de energía eléctrica, disposición de efectivo en cajeros automáticos, emitir cheques y pagar los procedentes de otros bancos, a la costosísima plana mayor del banco central, en boca de Güemez García, sólo se le ocurre regañar a los usuarios y recomendar “conocer bien la tarjeta, cuánto cuesta usarla y si no le conviene, que no la use”. Así de sencillo. Ignoran lo elemental, las apremiantes necesidades de la subsistencia.
La banca extranjera que domina en México, en ocho años multiplicó por tres el ingreso neto por las comisiones que cobra en prácticamente todo a los usuarios, excepto por ingresar a las sucursales y respirar en ellas. De acuerdo con cifras de Carlos Fernández Vega, publicadas en México SA, son 343 mil 500 millones de pesos los que succionaron a los usuarios y equivalen a 3.5 por ciento del producto interno bruto mexicano.
Este atraco a la luz del día, con la complacencia de las autoridades financieras, incluida la oficina donde cobra Luis Pazos de la Torre para producir propaganda, sólo es dable en el paraíso mexicano. Aquí se permiten servicios bancarios con costos hasta cuatro veces superiores a los que cobran en sus países de origen, pero con un pésimo servicio a unos usuarios que viven en la indefensión por un gobierno que no hace nada por ellos y sus intereses.
Acuse de recibo
A propósito de Rectificaciones de Calderón (5-IX-08), comenta el pintor y periodista Juan Amael Vizzuett Olvera: “Los convocantes a la marcha no alcanzan a comprender ese contexto porque solamente ven los efectos, que ellos confunden con las causas: 'pena de muerte a los secuestradores', 'penas más severas', 'vigilancia ciudadana'. De ahí que en vez de llamar a reconstruir el tejido social, en lugar de demandarle al gobierno que le ponga fin a sus pretensiones de sumergir todavía más a la nación en la fracasada y desastrosa política de arrasamiento del Estado de bienestar, se limiten a la exigencia, respetable, pero también exaltada y por lo tanto irreflexiva de 'Si no pueden renuncien'. Todas las medidas que solicitan los organizadores son de corte policial: no piden que se retome el apoyo estratégico al campo, ni que se recupere la acción gubernamental en el equilibrio económico. Aceptan implícitamente que el gobierno del licenciado (Felipe) Calderón Hinojosa privatice el petróleo, liquide la Ley Federal del Trabajo, deje sucumbir definitivamente al campo. Sólo quieren unas policías más eficientes y honradas a carta cabal. Se trata, irremediablemente, de una utopía”… El semanario Proceso sugiere a Miguel Ángel Granados Chapa para recibir la Medalla Belisario Domínguez correspondiente a 2008
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