FRANCISCO RODRÍGUEZ
FUERON VARIAS LAS veces que el empresario Alejandro Martí solicitó hablar con el señor Felipe Calderón para informarle del secuestro de su hijo Fernando, y demandar la ayuda de
El caso de este empresario no es el único. Son decenas los personajes a quienes en el último par de años les han cerrado las puertas de la (ahora mal) llamada residencia presidencial. Lo mismo industriales que intelectuales, periodistas que dirigentes sociales. Las horas del día no le alcanzan a Calderón para ver a nadie que no sea miembro de su inner circle, al que sus propios integrantes llaman "círculo íntimo".
Con nadie más dialoga ni intercambia puntos de vista. Nadie que no pertenezca a ese círculo "pelotea" con él las tácticas y estrategias –de haberlas— de su Administración.
Sucede lo mismo en las giras. Custodiado hasta por aeronaves artilladas, el escudo militar que rodea al señor Calderón en sus visitas a las entidades de
Así corren los días de este sexenio. ¿O medios días? Porque la "apretada agenda" del señor Calderón, sólo muy excepcionalmente contempla eventos vespertinos. Menos aún nocturnos. Y ello indicaría que, si en Estados Unidos, los políticos "gobiernan al mundo from 9 to 5", aquí –mucho más fregones-- se administra al país sólo hasta antes de la hora del aperitivo y posterior comida.
Se entiende –sólo así— que la agenda del ocupante de Los Pinos sea entonces tan "apretada". Pocas horas de labor. Muchos paseos por los estados. ¿A qué horas gobierna? ¿Dónde se le puede localizar por las tardes?
El caso Martí, cual genéricamente ya se llama a la tragedia de una familia que es compartida por el resto de los mexicanos, ha desatado muchas interrogantes. Una más, entre muchas, es precisamente esa. ¿Dónde está el señor Calderón?
Y se pregunta sobre su localización, porque su "lectura" de la realidad es harto distinta de la del resto de los ciudadanos. ¿Tras de cuál cristal está su perspectiva?
Porque la semana anterior, cuando todo México clamaba por justicia, él "leyó" que lo demandado era un golpe mediático espectacular: incrementar las penas a los secuestradores de niños o discapacitados –nada más de ellos--, y no la captura y aplicación severa de las leyes existentes a quienes priven de la libertad y la vida a los demás. Sin excepción.
Algo pasa en Los Pinos que ya preocupa a quienes antes tenían abiertas sus puertas prácticamente de par en par.
¿Dónde está el señor Calderón? ¿Por qué no dialoga con nadie que no sea "íntimo"? ¿Cómo sabe qué es lo que quiere la sociedad? ¿Por qué nunca "abrieron" un espacio en su "apretada agenda", aún a sabiendas –supongo que sabían— de que había un secuestro de por medio?
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