Alejandro Encinas Rodríguez
México, D. F. martes 13 de mayo de 2008
Compañero Jesús Ortega Martínez:
En atención a tu misiva del día de ayer, deseo hacerte los siguientes comentarios y propuestas:
Nuestro país atraviesa por una preocupante situación. La derecha que pretende gobernar de facto, además de que carece de legitimidad sustenta un proyecto que ha fracasado en México y en otras latitudes y sólo sirve para afianzar los intereses de los grupos de poder, aquellos que impidieron a toda costa de manera arbitraría e ilegal, la llegada de un proyecto que garantizaba un viraje sustancial en las instituciones y en las determinaciones de política económica y social, en beneficio de las mayorías de México.
La derecha ha desplegado todo el aparato del Estado para realizar las modificaciones constitucionales que permitan entregar a las grandes corporaciones extranjeras los bienes nacionales. Pretenden impedir a toda costa el arribo de la izquierda al poder y aprovechar al máximo su condición de gobernantes, así sea de manera espuria, para desmantelar lo que queda de la soberanía nacional.
Quien pretende gobernar este país es una derecha antidemocrática, corrupta y torpe que busca su legitimidad en los poderes fácticos y en los residuos del viejo priismo. Es por ello que desde la izquierda tiene que haber una posición congruente y sin ambigüedades.
Me parece positivo que, a casi dos meses de realizada la jornada electoral, al fin aceptes la necesidad de ir a fondo en el proceso de calificación y limpieza de nuestras elecciones internas; que se deslinden responsabilidades y se finquen sanciones estatutarias y penales a quienes incurrieron en cualquier acción fraudulenta, sea quien sea, ocupe el cargo que ocupe. Ésta es una condición básica, no sólo para resarcir a la militancia perredista que en su absoluta mayoría acudió a votar libre y democráticamente, sino para erradicar toda forma de impunidad de nuestras filas y la lógica que implican algunos comportamientos partidarios de “yo no puedo ganar, pero te puedo hacer perder”, o “no importa si se perjudica al partido si se beneficia mi corriente”.
También considero adecuado que, retomando las propuestas públicas que he planteado e incluso las que se han planteado en reuniones privadas, y reconociendo nuestra diversidad de origen y las diferencias que tenemos acerca de la ruta a seguir, coincidamos en que es necesario avanzar en la adopción de medidas profundas que permitan replantear con claridad el proyecto político que hemos impulsado en los últimos años, que tanto esfuerzo ha significado para millones de mexicanos.
Sostengo que se agotó el modelo de partido que hasta ahora hemos impulsado; que es necesario dejar atrás la vida tribal y las prácticas burocráticas que han mermado nuestra vida democrática y deteriorado el clima de tolerancia y respeto en nuestras propias filas; que es necesario avanzar hacia un Congreso de Refundación; revisar nuestras bases constitutivas y los referentes que permitan identificar nuestra identidad ideológica y política, así como el rediseño de nuestra vida orgánica, que permita hacer de nuestra diversidad una virtud y no un conflicto. Este Congreso debe realizarse este año, en la fecha más conveniente.
Este Congreso y el nuevo partido que de éste surja, debe recuperar la iniciativa unificadora de la izquierda, abrirse a otros partidos y organizaciones, y a todo individuo que comparta nuestras causas. La formación de un nuevo partido no la concibo como la ruta para una convivencia en conflicto ni como un “acuerdo de partición” frente a nuestras diferencias. Se trata de encauzar y recuperar el proyecto en que han depositado su confianza millones de mexicanos. De ahí la importancia de fortalecer al Frente Amplio Progresista y al Movimiento en Defensa del Petróleo.
Por otra parte, más allá de la propuesta de que el presidente que resulte de la calificación del actual proceso interno lo sea sólo para la transición hasta un Congreso Extraordinario o de Refundación; es preciso fijar una agenda clara de acuerdos y compromisos, entre los que propongo:
· Concluir la calificación del proceso y en la limpieza de la elección, demandando a
· Establecer el compromiso de no acudir a ninguna instancia ajena a nuestro partido para dirimir nuestras controversias internas.
· Resolver de manera adecuada y con un mínimo de normalidad institucional la integración y funcionamiento de los órganos de dirección en tanto concluye el proceso de calificación.
· Ratificar el acuerdo adoptado por el X Congreso Nacional extraordinario de no reconocer al actual gobierno de facto, vigilando y fortaleciendo nuestra autonomía respecto a los gobiernos de las entidades federativas.
· Mantener unidad de acción en la lucha por la defensa del petróleo y en el Congreso de
· Atender de manera conjunta y consensada la emisión de convocatorias y definición de candidaturas en los procesos electorales locales constitucionales que se celebrarán este año.
· Establecer las bases de la convocatoria al Congreso que garantice a los actores de este proceso, la integración equilibrada de los delegados participantes, así como que las resoluciones del mismo se adopten por consenso o con un mínimo de 80 por ciento de mayoría calificada.
Junto con estas propuestas, considero necesario que los acuerdos que se asuman, consoliden una visión de largo plazo, tomando en cuenta a la militancia del partido, que ésta no encuentre como en el pasado inmediato, una negociación entre unos cuantos, por los que es necesario establecer los mecanismo que permitan el refrendo de estos acuerdos por los miembros del PRD.
Para establecer un enlace, he solicitado a los compañeros Ricardo Ruiz Suárez y Jesús Martín de Campo, tomen las iniciativas pertinentes para discutir la agenda que hemos propuesto.
Alejandro Encinas Rodríguez
“Democracia ya, patria para todos”
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