A 48 años del asesinato del luchador social Rubén Jaramillo Ménez hubo una ceremonia luctuosa conmemorativa, en la que el mayor honorario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Félix Serdán Nájera, refrendó que no han cambiado los postulados e ideales que enarboló el considerado por el gobierno como guerrillero, siguen vigentes pues los rezagos sociales, hambre, desempleo y brecha que separa a los ricos de los pobres.
Consideró que los gobernantes deben interesarse por conocer y comprender el sentido de la Revolución Mexicana y, en consecuencia, aportar sus mejores capacidades para enfrentar y resolver la problemática social.
Bajo este contexto es más que oportuno reflexionar que mexicanos como Rubén Jaramillo se han levantado en armas, cansados de que los gobernantes se nieguen a escuchar las justas demandas ciudadanas.
Si esta lección fuera correctamente interpretada por los funcionarios y representantes populares del presente y aún los sectores empresarial e industrial, evitarían las condiciones sociales que hubo en 1992, para que no vuelvan a surgir expresiones violentas de inconformidad.
No es ocioso recordar que el estado de Morelos es cuna de hombres y mujeres acostumbrados a defender sus derechos y patrimonio –de la manera más conveniente- por lo que deben ser escuchados cuando expresan sus inconformidades.
Prueba de que además de los gobernantes hay otros actores políticos que deben cumplir con sus responsabilidades, es la crítica hecha por la dirigencia estatal del Consejo Coordinador Empresarial a senadores y diputados, quienes –asegura- otorgan más tiempo a cuidar sus intereses partidistas que a legislar a favor de los mexicanos.
En el cuadragésimo octavo aniversario de la muerte de Jaramillo, vale la pena reiterar que los gobernantes justos e inteligentes, jamás dejan de lado las demandas ciudadanas porque, en el mejor de los casos, para ello fueron electos.
Y también reiterar que en cada uno de los morelenses que viven en condiciones de pobreza extrema –como le llaman ahora a la miseria- late un Jaramillo más cuya paciencia y tolerancia puede terminarse en cualquier momento ante el panorama desolador que vive.
Aún es tiempo de rectificar el camino y corregir los errores cometidos en la administración pública y cuyos efectos están claramente a la vista: desempleo, corrupción, impunidad, inseguridad, falta de oportunidades, saqueo de las finanzas públicas, demagogia y cotidianos intentos de “dar atole con el dedo” al pueblo.
En este contexto resulta absurdo que algunos grupos políticos al interior del Congreso local, luchen con intensidad por el control de algunos cargos, olvidando que su responsabilidad primaria es la de legislar en beneficio de las mayorías.
Fuente: La Jornada de Morelos
Difusión: Soberanía Popular
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