Edna Lorena Fuerte
ednafuerte@gmail.com
Ciudad Juárez, Chihuahua.— Existen grandes problemáticas en el país, muchas de ellas acendradas en lo más profundo de los comportamientos sociales, los vicios de origen y los malos hábitos, de modo que el establecer soluciones viables debe de pasar por un análisis a fondo que permita conocer la naturaleza más íntima de los problemas y entonces sí fijar soluciones adecuadas a la realidad.
El caso de la llamada Ley Antiobesidad es precisamente lo contrario, pues si bien el planteamiento inicial es absolutamente necesario ya que la obesidad se ha convertido en uno de los más grandes problemas de salud pública de todo el país, recordemos que ocupamos el tercer lugar a nivel mundial de obesidad mórbida y el primero en obesidad infantil, lo que hace urgente un trabajo gubernamental al respecto, pero con la profundidad que requiere el tema.
Entonces hay que reconocer de manera inicial el que se haga el primer esfuerzo legislativo sobre esta problemática, sin embargo, lo peor que puede pasar es que agotemos la buena disposición que hay para resolver un asunto haciéndolo de la manera incorrecta, por las vías equivocadas y de una forma muy superficial. Es decir, muchas veces la discusión de este tipo de problemas se desgasta y las soluciones que se aplican no logran llegar al fondo de las cosas.
Múltiples voces se han levantado para señalar que la iniciativa de ley que ya ha sido aprobada por los diputados y que ahora está en espera del visto bueno de los senadores, es no sólo impositiva, sino penalizante, punitiva, tratando de abordar un problema de salud desde la imposición y el castigo y no cómo el gran esquema de modificación de los hábitos alimenticios y de la cultura de la salud física que es precisamente lo que está faltando en la sociedad mexicana y que tiene una etiología de lo más compleja y diversa.
Es decir, dictaminar que se utilice media hora diaria de la jornada escolar de la educación básica para obligar a los niños y jóvenes a tener actividad física es una parte mínima de lo que se necesita para crear generaciones de mexicanos más saludables, pues la problemática de la obesidad es un asunto de gran raigambre en la estructura social mexicana, que requiere de mayor atención y de una estructuración sólida en las instituciones educativas y de salud de todos los niveles de gobierno.
Esto es una muestra más de la falta de adecuación del trabajo legislativo a las problemáticas, incluso a las que como la obesidad son un asunto que compete a toda la sociedad y preocupan por su amplitud, permeabilidad y crecimiento exponencial, y a los que supondríamos que incluso nuestros miopes legisladores debieran de tenerles una mayor sensibilidad e incluso un conocimiento mínimo inmanente al hecho de que es un problema que es cercano a todos.
Hacer leyes no es un trabajo de buenas intenciones, ni de disposición a ver las problemáticas, o a la capitalización política, sino es la única forma de incidir en la estructura y modificar de raíz las conductas nocivas que están causando un problema tan mórbido como es el caso de la obesidad que tiene tantas implicaciones en la falta de calidad de vida de toda la sociedad mexicana. Sí se necesitan leyes contra estos problemas, es urgente y prioritario, pero que se hagan con estricto apego a lo que en realidad está sucediendo, con una visión especializada y profunda que permita trabajar por soluciones verdaderas, de largo plazo y realmente aplicables a la dinámica social en la que vivimos.
Lograr que un marco legislativo sea positivo y no impositivo se trata precisamente de que posibilite la solución de problemáticas, la prevención de las causas que están llevándonos a estos escenarios tan negativos y lograr la socialización de comportamientos mucho más saludables, desde la información, la sensibilización y el conocimiento del fenómeno en toda su complejidad. El trabajo legislativo que estamos viendo es realmente muy primitivo.
Fuente: Forum
Difusión: Soberanía Popular
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