Fuente: La Jornada de Zacatecas
Humberto Cazares
FRESNILLO. Todos los días decenas de infantes salen de sus hogares a las calles a fin de ganar un miserable sueldo, que utilizan para la alimentación de sus familias y en algunos casos para su estudio
Los centros laborales donde se concentran los menores son las tiendas de autoservicio, como cerillitos, en la industria de la construcción, el Mercado de Abasto, como cargadores, y en talleres mecánicos.
En dichos lugares están bajo el resguardo de un adulto, que por lo general conoce a la familia o entraron por recomendación, por lo que siempre les pagan entre 40 y 50 por ciento del salario real.
A diferencia de otros años, en los últimos meses el número de niños trabajadores se elevó hasta 400 por ciento, la mayoría labora en los cruceros de calles, avenidas y bulevares.
A diario los infantes se juegan la vida porque por esas rúas transitan conductores que no respetan su integridad física, les profieren vejaciones, insultos y acoso sexual, además de que no los ayudan. Otro grupo se dedica a divertir a los conductores como payasitos, malabaristas y cantantes.
Ambos sectores obtienen en jornadas de cuatro horas de trabajo hasta 50 pesos, que utilizan para la compra de alimentos, dulces, vestimenta para ellos o sus hermanos o el pago de sus estudios.
Sin embargo, también son presa de represalias y acosos de los integrantes de la Policía Municipal Preventiva, quienes han llegado a privar de su libertad a los niños que trabajan.
Los uniformados argumentan que son disposiciones del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en tanto, su titular, Sara Hernández Campa, aseguró que nunca ha instruido tales recomendaciones, aunque reconoció el problema social.
Además, aceptó que el Programa para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil Urbano Marginal (Propadetium) no ha funcionado como se quisiera porque existe poco respaldo de la Federación.
Aseveró que sólo 29 de ellos reciben una beca semestral de 800 pesos, recurso insuficiente para sacar a esos menores de las calles e impedirles que dejen de laborar.
Muchos no estudian
La primera dama del municipio afirmó que busca incrementar la cifra a 50 beneficiarios, incluso no descarta solicitar al gobierno municipal que implemente un programa de becas de estudio para otros 50.
“La cifra no es la deseable, pero podemos empezar por algo, sobre todo revisar por qué los infantes trabajan, si realmente es para contribuir al gasto de su familia o si sus padres los explotan”, añadió.
Mientras que una buena cantidad de infantes trabaja para el pago de sus estudios, otros más lo hacen de tiempo completo para garantizar el alimento de sus familias. Juan, Martha, Luis, José, Joseline, Martín y Juana, de 12, 11, 10, 8, 7, 6 y 5 años, son integrantes de la familia conocida como los 18, porque ese número es el total de integrantes de su núcleo.
Ninguno ha acudido a la escuela, ni siquiera cursó el nivel prescolar, pues no cuentan con recursos para ello. Reconocieron que desean aprender a leer y escribir, sin embargo, son consientes de que si no salen a las calles a pepenar alimentos, ese día no comen.
Se estima que bajo esas condiciones viven unos 250 infantes, cuyos domicilios se ubican en las colonias de la periferia del norte de la ciudad.
Asimismo, durante los últimos dos años los niños han sido utilizados por bandas delictivas que operan los adultos para cometer robos a casas, tiendas de abarrotes y otros comercios, así como para la venta de drogas.
Informó lo anterior el suprocurador de Justicia del Estado, Francisco Javier Martínez Gallo, quien señaló que ese nuevo fenómeno obedece a que los pequeños no pueden ser procesados ni castigados por sus errores.
“Por eso son utilizados por estos abusivos, y el problema principal es que cada vez se agregan a esas organizaciones más infantes, pues de cada 10 delitos, en siete hay por lo menos un niño involucrado”, concluyó.
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