Francisco López Bárcenas/La Jornada/ 2 de marzo de 2009.
Raúl Lucas Lucía y Manuel Ponce Rosas, dos mixtecos defensores de derechos humanos, dirigentes de la Organización para el Futuro de los Pueblos Mixtecos, en el estado de Guerrero, fatalmente ya no están entre nosotros. Los dos fueron secuestrados por personas desconocidas que se identificaron como policías en un acto público que se realizó el 13 de febrero pasado en la ciudad de Ayutla de los Libres. Lucas y Ponce habían sido invitados por la esposa de Raúl, Guadalupe Castro Morales, quien se desempeña como regidora de Asuntos Indígenas en ese municipio.
Siete días después, el viernes 20 de febrero, sus cuerpos sin vida y con evidentes huellas de tortura, aparecieron en Las Cazuelas, municipio de Tecoanapa, en la Costa Chica. El cuerpo de Raúl Lucas mostraba lo que parecía un tiro de gracia y el de Manuel Ponce huellas de haber muerto a golpes.
Para ir ubicando la naturaleza del crimen es importante tener presente que fueron secuestrados en un lugar y en un acto público, donde se encontraba, junto con otros funcionarios, el director de Seguridad Pública del ayuntamiento, además de una comisión de regidores y alrededor de 35 invitados.
Importa también no olvidar que al principio del acto el lugar estuvo resguardado por cerca de 25 elementos de la policía municipal, y que a las 13:35 de la tarde el director de Seguridad Pública recibió una llamada telefónica y que en cuanto finalizó ordenó a los policías que se retiraran y él hizo lo mismo, quedando el escenario despejado para que los secuestradores entraran en acción libremente y se llevaran a sus víctimas por la fuerza. Media hora después, tiempo suficiente para alejarse, Guadalupe Castro Morales recibió la amenaza fatídica: "No empieces a chingar, quédate calladita o jodemos a tu esposo, esto les pasa por defender indios"
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