jueves, 15 de enero de 2009
"¡Viva el presidente católico!", grito en el Encuentro de Familias
DANIEL LIZáRRAGA
MÉXICO, DF, 14 de enero (apro).- Al inaugurar el VI Encuentro Mundial de las Familias, evento auspiciado por la Iglesia católica, el presidente Felipe Calderón ofreció a sus participantes "una cordial bienvenida a la tierra de María Guadalupe, de San Juan Diego y de los mártires de la persecución".
En lo que fue su primer encuentro público con los obispos y cardenales, así como con representantes de El Vaticano, Calderón saludó de manera especial a quienes contribuyeron en su formación: los hermanos maristas, las hermanas del Espíritu Santo y a las del Verbo Encarnado.
Sus palabras provocaron que los asistentes -unos 7 mil congregados en el Centro de Exposiciones Bancomer-- manifestaran su júbilo y que algunos le aplaudieran de pie. Calderón Hinojosa pronunció su discurso desde un atril con el escudo nacional al frente.
"Y también por aquí saludé a las hermanas guadalupanas de Plancarte, que están a una cuadra de mi casa, allá en Morelia, y que me dio mucho gusto saludar. Y desde luego a quienes se encargan, además, de la educación de mis hijos, que son las hermanitas de la Asunción, a quienes les tengo un gran aprecio y afecto", comentó.
Calderón tardó unos diez minutos en poder acercarse a la mesa de honor colocada en uno de los extremos del Centro de Exposiciones Bancomer, pues decenas de manos se extendían para saludarlo o abrazarlo.
Al ingresar al recinto fue recibido por los cardenales Norberto Rivera -arzobispo primado de México-- y Carlos Aguiar Retes, actual presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
El grupo conformado por Calderón y su esposa, Margarita Zavala, así como por los cardenales y unos seis escoltas del Estado Mayor Presidencial (EMP), continuamente se detenía ante los llamados de los asistentes. "¡Viva el presidente católico de México!", gritó una mujer ubicada en la parte media del recinto. Calderón sonreía satisfecho.
"Sean ustedes bienvenidos, como ya dijeron aquí los señores cardenales, a esta tierra de María Guadalupe y de San Juan Diego, también de los mártires de la persecución y, también, no puedo omitir el comercial, del primer santo mexicano que, además, es mi patrono, de San Felipe de Jesús", puntualizó.
Luego de enviar esos saludos, Calderón dio la bienvenida a nombre del pueblo y del gobierno de México.
No desaprovechó el momento para, de nuevo, invitar al papa Benedicto XVI para que visite el país: "La verdad es que lo extrañamos en México y aquí lo vamos a seguir esperando siempre con los brazos abiertos".
Sobre el tema de este encuentro, Calderón destacó que la desintegración familiar está ocasionando que muchos jóvenes incurran en delitos. Por ello, consideró que es obligación de los gobiernos y de la sociedad arropar a aquellos carentes de valores y de arraigo.
"Hoy las familias mexicanas enfrentan un paisaje y un ambiente de inseguridad. El crimen, la violencia y la exacerbación de la violencia amenazan la tranquilidad de quienes más queremos; también amenaza esa tranquilidad la apología del delito, por ello hemos desplegado y seguiremos desplegando todo el poder del Estado en contra de aquellos que amenazan la paz y pretenden esclavizar con la droga a nuestros hijos", aseveró.
El enviado del Papa, el cardenal Ennio Antonelli, lo observaba con atención.
Calderón aseguró que su gobierno construye los cimientos de legalidad para mejorar las leyes y las instituciones de seguridad pública y de justicia.
Antes del mandatario habló el cardenal Carlos Aguiar Retes, quien criticó las disposiciones legales "contrarias al matrimonio" y que sólo favorecen los anticonceptivos y el aborto. "Esto amenaza el futuro de los pueblos", enfatizó.
Pese al reclamo, Calderón no respondió aun cuando en México, la Secretaría de Salud federal ha promovido el uso de anticonceptivos como una manera de reducir sustancialmente la tasa de natalidad.
En cambio, orientó su discurso hacia los programas oficiales de apoyo a madres solteras, cobertura médica para recién nacidos, becas de Oportunidades y, sobre todo, al combate a la delincuencia organizada.
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