jueves, 1 de enero de 2009

CUBA REVOLUCIONARIA


Por Luis Britto.

Hace cincuenta años se sostenía que en la América Latina de patio trasero toda rebelión era imposible o efímera. Parecíamos una equivocación de la Historia: repúblicas banana, con políticos y braceros baratos, donde Estados Unidos intervenía para imponer al dictador de turno o frustrar la esperanza del momento.

La latinoamericanidad se trataba como enfermedad vergonzosa, que a falta de cura se debía disimular con paños calientes o reformas. En esta perspectiva Cuba replantea el tema de la Revolución.

Ideología revolucionaria

Lo dijo Lenin: No hay Revolución sin partido revolucionario, no hay partido revolucionario sin ideología revolucionaria. En La Historia me absolverá planteó Fidel problemas que sólo admitían soluciones radicales. El desembarco del Granma y la defensa de Playa Girón son momentos de definición y no de reacomodo. Si el Imperialismo viene por la fuerza, el pueblo tiene el derecho legítimo a la fuerza revolucionaria. La lucha es de clases, de campesinos contra terratenientes, de explotados contra explotadores, de semicolonizados contra Imperio. Vencer es expropiar los medios de producción fundamentales y desarticular y poner en fuga a la clase dominante.

Ejército revolucionario

No hay revolución sin ejército revolucionario. La cubana no depende de la benevolencia o tolerancia de fuerzas armadas conservadoras. Forja una nueva milicia radical en lucha contra una dictadura. El descrédito de Batista quizá facilitó que la contienda no fuera tan prolongada ni sangrienta como la de Colombia, Nicaragua, Guatemala, El Salvador o Perú. El ejército revolucionario se templó en Playa Girón, la Crisis de los Cohetes y la lucha en el Escambray. Pero no son 38.000 efectivos con pertrechos anticuados lo que ha disuadido a la primera potencia militar del mundo. Es la extensión de esa milicia en más de un millón de reservistas, incontables Comités de Defensa de la Revolución y redes de resistencia lo que hace imposible asaltar Cuba sin aniquilar su pueblo en armas.

Ética revolucionaria

No hay sociedad nueva sin Hombre Nuevo. Más que proponerlo, el Che lo ejemplificó. Fue el primero en rechazar privilegios y hacer trabajo voluntario. Cuba revolucionaria prohibió los casinos. En el socialismo, cada quien aporta según su capacidad y recibe según su trabajo. A pesar de ello, se han filtrado privilegios y desviaciones; no parecen ostentosos ni obscenos, y se trata de corregirlos. Cito casos que conozco. A la hija de dos próceres de la Revolución le faltaba medio punto para ser admitida en la prestigiosa Secundaria Lenin: ni fue admitida, ni sus padres movieron un dedo para lograrlo. Un funcionario manejó indebidas influencias para instalarle baños de lujo a su residencia: fue enjuiciado y condenado. Un general se implicó en narcotráfico: fue condenado a pena capital. Erradicar toda transgresión es imposible: sancionar de manera frecuente y ejemplar se cumple.

Cultura revolucionaria

No hay revolución sin cultura revolucionaria. Toda rebelión es anticipada, definida y defendida por una vanguardia intelectual, La de Cuba reivindica la identidad, rescata las melodías tradicionales y crea formas musicales inéditas como la Nueva Trova; con obras maestras en el cine, en el afiche y sobre todo en la literatura atrae el interés europeo sobre América Latina y facilita la maniobra editorial del Boom. Cuba disparó el auge de las contraculturas en Estados Unidos y en el mundo. Hippies y yippies adoptaron melenas y barbas guerrilleras; los discriminados negros lucieron caribeños afros y la juventud intentó tomar el cielo por asalto desde Los Ángeles a París. La Revolución crea institutos culturales y multiplica ediciones y festivales. Por momentos funcionarios sin brillo intentaron opacar una cultura deslumbrante. La opacidad terminó disolviéndose en su propia nada. Los jóvenes cubanos escriben narrativa mordaz, vitriólica, sin límites, los documentalistas son invariablemente críticos, y creo que el mismo aire de libertad se respira en todos los ámbitos de la cultura.

Praxis revolucionaria

En medio de privaciones, austeridad y racionamientos, Cuba garantiza para todos Educación, Salud, Seguridad Social. Para 2006, tiene 596 médicos por 100.000 habitantes; la esperanza de vida para los hombres es de 74,8 años y para la mujeres de 78,7. Su bloqueador Estados Unidos tiene 276 médicos por cien mil habitantes; sus hombres esperan vivir 74,3 años y sus mujeres 79,9.

Internacionalismo revolucionario

Toda revolución se afirma en el plano nacional para postular principios universales. Cuba inspiró democracias radicales en República Dominicana, Panamá, Chile y Granada, y luchas armadas en Venezuela, Perú, Uruguay, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Guatemala, República Dominicana, El Salvador, Honduras. La extensión y duración de tales movimientos demostró que tenían su propia dinámica y razón de existir. La solidaridad con Venezuela le costó la expulsión de la OEA. Su insularidad facilitó el bloqueo del Imperio pero también evitó la infiltración de contras que demolió Nicaragua o la de paramilitares que progresivamente ocupa Venezuela. Cuba tuvo un imperfecto apoyo del bloque socialista; usó los resquicios de la bipolaridad para sobrevivir y consolidó su autonomía, que demostró sobradamente durante las décadas negras de la unipolaridad. Mientras tanto, fue motor fundamental del movimiento Tricontinental y vencedora del racismo en Sudáfrica. Hoy ejerce la solidaridad con Venezuela, con los países del ALBA, con el Tercer Mundo, con la Humanidad. Sólo me queda repetir las palabras que el presidente Hugo Chávez Frías me hizo recientemente el honor de citar, en el sentido de que el ejemplo de Cuba “no hay forma de calcularlo, es una revolución que fue capaz de crearse a sí misma y mantenerse como una llama encendida en el horizonte oscuro”. La caída del capitalismo que durante medio siglo se estrelló contra Cuba disipa la tiniebla. Si Cuba es posible, otro mundo es inevitable.

Fuente: Alternativa Bolivariana.

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