miércoles, 1 de octubre de 2008

El pasado presente

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

Análisis: Plaza Pública



Un día como hoy, 28 de septiembre, pero de 1994, fue asesinado José Francisco Ruiz Massieu, Diputado electo que según sus cálculos no permanecería mucho tiempo en San Lázaro, pues ya se veía como Secretario de Gobernación en el gobierno, que comenzaría dos meses después, de Ernesto Zedillo. 14 años más tarde, quien fue sentenciado y luego exonerado como el autor intelectual de su asesinato, Raúl Salinas de Gortari, pasea tranquilo en libertad.

Lo vi apenas el jueves, al cabo de una cena de que disfrutó en un restaurante de las Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México. Alguna transformación se ha operado en su rostro, que me hizo difícil reconocerlo cuando se acercó a saludarme. No sé si se sometió a una intervención quirúrgica o lo afecta alguna dolencia que se expresa en su fisonomía.

El asesinato de Ruiz Massieu fue urdido por un grupo cuya identidad quedó pronto al descubierto porque el asesino material fue capturado minutos después de cumplir su objetivo. El flamante Diputado se perfilaba ya para ser el líder de la Cámara, y en previsión del paso previo de ser nombrado coordinador de la bancada priista se había reunido a desayunar con sus compañeros, elegidos legisladores como él en los comicios del 21 de agosto anterior. Recuérdese que en ese año lleno de vicisitudes la elección federal no ocurrió conforme a la tradición el primer domingo de julio sino, por única vez, el tercer domingo del mes siguiente.

Al salir del lugar de ese encuentro, en la calle Lafragua, entre el Paseo de la Reforma y el monumento a la Revolución, Ruiz Massieu abordó su automóvil, que él mismo manejaría. Lo acompañaba el también Diputado electo Heriberto M. Galindo Quiñones, quien se sentó al lado del ex Gobernador de Guerrero. Éste no arrancó siquiera, pues desde el camellón central un individuo armado con una pistola le disparó e hirió mortalmente. Horas después Ruiz Massieu falleció en el Hospital Español.

La captura del homicida material permitió la detención de quienes lo habían contratado para el caso. El eslabón principal de la cadena, identificado de inmediato, era un Diputado federal, Manuel Muñoz Rocha, a quien no fue posible aprehender pese a que en un cuestionado procedimiento en que quizá se falsificó su firma, le había sido concedida licencia para que quedara a disposición de la justicia. No ha vuelto a saberse de él, salvo un momento en que apareció en san Antonio, Texas, según comunicó a sus superiores el Cónsul General de México Humberto Hernández Haddad. El cumplimiento de su deber le suscitó un conflicto legal que no ha superado por entero.

La indagación del asesinato fue encargada a Mario Ruiz Massieu, hermano menor de la víctima, a la sazón Subprocurador de la República, a quien para ese efecto se otorgó autonomía respecto de su jefe, el Procurador Humberto Benítez Treviño, hoy Secretario de Gobierno del Estado de México, segundo de Enrique Peña Nieto.

Las indagaciones se empantanaron por causas que sólo se conocerían después, y Ruiz Massieu renunció a su cargo poco antes de huir a Estados Unidos, donde se le detuvo por acusaciones de corrupción, pues poseía una fortuna de origen inexplicable. Luego de luchar contra su extradición, el ex Subprocurador que había roto con el sistema encabezado por el Presidente Carlos Salinas se privó de la vida por propia mano.
En febrero de 1995 fue detenido Raúl Salinas de Gortari acusado de encabezar la conjura de que resultó muerto José Francisco Ruiz Massieu. La había urdido con Muñoz Rocha, compañero suyo en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, y cuya carrera política había auspiciado. Antes de desaparecer el todavía Diputado tamaulipeco se había entrevistado con Salinas de Gortari, quien no fue nunca acusado de esa desaparición.

La captura del hermano mayor del ex Presidente Salinas suscitó la ruptura entre éste y su heredero Ernesto Zedillo, una reyerta que dura hasta el día de hoy. Para manifestarse agredido por la detención de Raúl, Carlos realizó un fugaz ayuno político y luego se exilió hasta que su partido fue derrotado en las urnas.

Mientras tanto, Raúl fue sentenciado y aunque a la postre el tiempo de su reclusión fue reducido, vivió años encarcelado, primero en el penal de alta seguridad de Almoloya de Juárez y después en la prisión estatal conocida como Santiaguito. Desde allí sostuvo la célebre conversación telefónica con su hermana Adriana en que se revelo que los caudales que Raúl había depositado en bancos europeos, y que sólo hace unos meses fueron restituidos al erario mexicano, eran parte de una fortuna mayor manejada por Carlos y sustraída del tesoro mexicano con cargo a la partida secreta de que disponían sin control los presidentes mexicanos.

Raúl Salinas de Gortari quedó libre de culpa, por lo que la sociedad mexicana está ante un caso no resuelto, no obstante el alto nivel de la víctima, que había sido miembro de la familia Salinas como esposo de Adriana.

http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?tipo=1&id=16539

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