lunes, 20 de octubre de 2008
Chinkultic, la barbarie
Isaín Mandujano
Cuando no son despojados de sus parcelas, los indígenas y campesinos chiapanecos son engañados con proyectos que prometen beneficiarlos a cambio de que abandonen sus ancestrales tierras. Cuando estos hombres y mujeres dicen "¡Ya basta!", como en el caso de los que en septiembre último "ocuparon" sus propios terrenos, ubicados en la Zona Arqueológica de Chinkultic, la respuesta de los gobiernos federal y estatal son las balas... y hasta las ejecuciones extrajudiciales.
TUXTLA GUTIERREZ, CHIS.- El 7 de septiembre último habitantes de la comunidad de Miguel Hidalgo, perteneciente al municipio La Trinitaria, lograron por fin posesionarse -ya lo habían intentado en 2006- de la Zona Arqueológica de Chinkultic, donde cuatro custodios del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) vigilaban, limpiaban y cobraban por dar acceso a ella.
Los lugareños de ese espacio de tres kilómetros cuadrados, en el que se encuentran cuatro conjuntos arquitectónicos mayas sobre cerros de roca caliza, un juego de pelota y tres lagunas de aguas cristalinas (el Cenote Azul y las lagunas Chanujabab y de Tepancuapan), se propusieron administrarlo y cobrar en beneficio de la comunidad.
Arqueólogos del INAH explican de la siguiente manera la actitud de los campesinos de Miguel Hidalgo: La reducción del presupuesto para investigaciones, exploraciones y conservación de sitios arqueológicos en los últimos ocho años de gobiernos panistas, así como la amenaza permanente de privatizar o concesionar estos lugares a consorcios turísticos, impulsan a los pueblos indígenas a recuperar sus espacios... Movimientos que acaban en matanzas como la perpetrada el pasado 3 de octubre en dicha localidad.
Mientras el INAH cobraba 35 pesos por visitante en la Zona Arqueológica de Chinkultic, los campesinos bajaron la cuota a 20 pesos, y durante 26 días permanecieron ahí. A raíz del conflicto, las autoridades organizaron mesas de negociación, en las cuales ofrecieron a los indígenas proyectos de siembra de tomate y hortalizas a cambio del sitio histórico.
Como no hubo acuerdos, se ordenó el desalojo. El saldo: seis muertos y decenas de heridos y detenidos, 36 de ellos indígenas. La demanda de los lugareños era similar a la de comunidades vecinas como Santa Rita, Ojo de Agua, Nuevo Porvenir, Venustiano Carranza, Antela, San Nicolás, Tierra Blanca y Nueva Rosita, es decir, la exigencia de que se les devuelvan las tierras que les pertenecen. Por ello, los habitantes de esos lugares tomaron el control del Parque Nacional de Lagos de Montebello, una extensión de 655 hectáreas con depósitos lacustres de diversos colores, publica el semanario Proceso en su edición 1668.
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