POR EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT |
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Los políticos mexicanos tienen mucha similitud con la conducta del tristemente célebre Poncio Pilato, también conocido como Pilatos, quien fue impuesto por Tiberio como gobernante de la entonces provincia romana de Judea, zona donde se desarrollaron los eventos que marcaron la historia del planeta. Me refiero a la crucifixión de Jesús de Nazaret en Jerusalén. Como bien se sabe, Pilato sentenció a muerte al llamado hijo de Dios, pero eludiendo su responsabilidad, decía que Jesús era inocente, que no hallaba culpa en Él, pero que los judíos le obligaban a condenarlo y sin más, procedió a lavarse las manos. En lo anterior encaja plenamente la actitud de Poncio con nuestros dirigentes, quienes habitualmente también se "lavan las manos". Distintos organismos y grupos sociales, realizarron una marcha el 30 de agosto para expresar su repudio por la terrible situación de inseguridad que vivimos. Ante dicha convocatoria, el presidente de la República se sumó para formar parte de la protesta social. Empero analicemos un poco: Dicha disconformidad es contra los dirigentes; es decir, contra el gobierno que encabeza Felipe Calderón. Luego entonces ¿cómo es que el jefe del Ejecutivo va a protestar contra sí mismo, contra lo que no se ha hecho, contra eso que para muchos resulta inexplicable? Por ejemplo, mantener como procurador General de la República a un hombre que no es idóneo para tan grande y especializada responsabilidad. Yo no quisiera en lo absoluto expresar alguna opinión negativa de Eduardo Medina Mora; simplemente, debemos aceptar, no es el procurador que México merece; el señor no está capacitado en el ámbito penal: Es palpable, nunca se ha desempeñado como ministerio público, mucho menos como juez; en sus antecedentes no existe dato que nos revele en él a un experto en materia penal. Por ende, surge la pregunta, ¿por qué llegó a ocupar ese puesto? Quizá por razones políticas o afectivas, empero ya no es momento de encapricharse, ni de que gracias a la opción de ser amigo del "mero mero", ocupen los cargos importantes sujetos que no están ni mínimamente preparados. Análoga circunstancia observamos en la Secretaría de Seguridad Pública, donde tampoco Genaro García Luna ha demostrado la preparación debida; es más, se ha visto envuelto en dificultades de orden personal, lo cual necesariamente le distrae de sus labores. Para la Secretaría de Seguridad Pública debe buscarse un policía experto, con gran sentido común y perspicacia, cualidades que definitivamente no vislumbramos en García Luna. Por otro lado, hace unos días, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia, lavándose también las manos, defendió a los jueces, señalando que los togados no son culpables de lo que ocurre en el país. Añadió que la policía es corrupta y el Ministerio Público incapaz, señalándolos como responsables de que se liberen delincuentes, porque envían mal las averiguaciones previas, ya que éstas no están sustentadas debidamente, sobre todo en lo esencial, es decir, el soporte pericial. Lo real es que don Guillermo miente rotundamente al asegurar que en México los jueces son buenos. Nada más falso: a cualquier ciudadano que se le pida su punto de vista sobre estas personas, contestará que son deshonestos, pillos y que venden las resoluciones al mejor postor. Empezando por los del más alto Tribunal, once ministros que fueron designados vía "dedazo", ahí hay gente que jamás ha tenido preparación especial, salvo uno o dos casos que son doctores en derecho y eso habría que ver cómo consiguieron su doctorado; por ejemplo, mucho se habla de Genaro Góngora Pimentel, una persona ya mayor de 70 años, empero hace apenas tres meses obtuvo su doctorado. Lo correcto es ser primero docto en materia jurídica y después ministro. No obstante, sabemos que con todo el apoyo de un sistema putrefacto en materia escolar, se adquiere fácilmente un doctorado. En resumen, el nivel académico de los once ministros deja mucho que desear, amén de su calidad moral, la cual es pésima. Todo lo han resuelto en contra de la sociedad, empezando por el anatocismo. No olvidemos el caso de Lydia Cacho en el tema del famoso gober precioso Mario Marín, así como la ley del ISSSTE, con la que impusieron una nueva y perversa normatividad a cientos de miles de burócratas; en fin, este grupo de individuos de la Corte sólo privilegian el nepotismo, gozan de altísimos sueldos y un sinnúmero de canonjías, pero en realidad son una caterva de rufianes, simples pandilleros contra el derecho y aun más, contra la justicia. Otro caso no menos afrentoso es el del ex procurador capitalino, por cierto ya huyó del país, Rodolfo Félix Cárdenas, quien se fue a España dizque a instruirse. Obviamente primero debió estudiar y después ser procurador, no al revés. Después de la marcha del 30 de agosto debe quedar muy claro: Fue contra los malos funcionarios, esos que ahora se "lavan las manos"; no deseamos, bajo ningún concepto, que lo acontecido con Poncio Pilatos se esté literalmente dando en estos momentos tan difíciles para México. Ojalá los gobernantes asuman su responsabilidad y reflexionen por el bien de la sociedad mexicana. |
miércoles, 10 de septiembre de 2008
LOS GOBERNANTES MEXICANOS, COMO PONCIO PILATO
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