Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
ExxonMobil declara la guerra a Venezuela
ExxonMobil, primera trasnacional de Estados Unidos, no se iba a quedar imperturbable frente a la audaz nacionalización de junio pasado en la que se vieron afectados sus intereses en la franja del Orinoco, considerada la mayor reserva de petróleo no convencional del mundo.
Como en los tiempos coloniales del siglo XIX, cuando las potencias europeas embargaban a los países de Noráfrica, ahora la pirata trasnacional texana ExxonMobil confiscó precautoriamente los activos foráneos de la estatal PDVSA mediante fallos judiciales controvertidos en las plazas anglosajonas y holandesas de Manhattan, Londres, Holanda y las Antillas Holandesas (¡super sic!); exige una indemnización al elevadísimo precio del “mercado” y el gobierno venezolano desea pagar al valor contable de sus libros.
Tal congelamiento de bienes recuerda los actos similares contra los activos de Irak e Irán en Estados Unidos, pero tampoco se puede soslayar la venganza cruel del viejo amo hacia el esclavo liberado: Venezuela era el “rancho” (literal) de los Rockefeller, los fundadores de ExxonMobil, hasta que llegó su aguafiestas.
¿Se trata de los estertores de las trasnacionales petroleras anglosajonas frente al auge de las empresas estatales de Rusia y la OPEP? ¿O es el inicio de una regionalización geoenergética de los condominios geopolíticos y geoeconómicos de grandes potencias, como Estados Unidos, que persiste en ultrajar a Canadá, México y Venezuela como vulgares súbditos en su pretendida esfera de influencia hemisférica desde el Comando Sur hasta el Comando Norte (el ASPAN), cuando la Doctrina Monroe añeja de casi dos siglos ha sido hecha añicos a raíz de la derrota del unilateralismo bushiano?
A nuestro juicio, la trasnacional texana participa en una guerra multidimensional de Estados Unidos (y de su palafrenero español, quien le ayudó en el fallido golpe de estado de 2002 contra Chávez ) para apoderarse de las mayores reservas de petróleo del planeta (cuando se suma el convencional y el no convencional) que detenta Venezuela.
La “guerra financiera” desatada ha golpeado el precio de los bonos venezolanos en los “mercados”, debido al “riesgo de una quiebra de PDVSA ahogada en deudas”, según Russell Hotten, del The Daily Telegraph (09/02/08), quien califica de “sin precedente” la acción judicial en varios países por ExxonMobil y ubica la verdadera dimensión de la jugada que “está siendo observada estrechamente por las empresas de energía en el mundo que enfrentan la presión creciente de los gobiernos para renunciar al control de sus proyectos y renegociar sus contratos”.
La depredadora texana ExxonMobil pega donde más duele, ya que Venezuela depende enormemente de sus ingresos petroleros: 90 por ciento de sus ganancias por exportaciones, más de 50 por ciento de sus ingresos fiscales, y alrededor de 30 por ciento de su PIB.
La batalla es desigual. El gobierno venezolano, que no sabemos si se transmutará en un David, se enfrenta a un “Goliat”: la primera transnacional petrolera mundial, con una capitalización de mercado de más de 517 mil millones de dólares (¡más de tres veces el PIB nominal de Caracas!) y con ingresos el año pasado por más de 400 mil millones de dólares frente a los más de 110 mil millones de dólares de Venezuela.
La reputación de ExxonMobil es de las peores del mundo; su historial ha sido macabro desde su fundación como Standard & Oil y se ha refocilado en depredar y devastar: sexto lugar entre las 100 empresas más contaminantes de Estados Unidos, según Political Economy Research Institute. Con tales antecedentes se perfila como el caballo de Troya para descuartizar a Venezuela y lubricar una nada improbable invasión militar estadunidense, mientras azuza en la retaguardia al régimen títere de Álvaro Uribe en Colombia.
De las varias empresas afectadas por las medidas de nacionalización, únicamente ExxonMobil se ha rebelado y ha pasado a una feroz contraofensiva judicial que no presagia nada bondadoso. En realidad, la nacionalización no fue total, sino parcial, ya que las trasnacionales solamente se vieron obligadas a devolver 60 por ciento de su capital en sus operaciones con PDVSA.
Los activos europeos de PDVSA corren peligro en Alemania, Finlandia, Gran Bretaña incluso en Estados Unidos, pero, más que nada, en la misma Venezuela, donde el régimen torturador bushiano puede optar por una invasión militar con el pretexto de defender los intereses de su principal trasnacional global.
Stratfor (8/2/08), centro de propaganda texano-israelí, corrige que la orden judicial de embargo precautorio arroja en realidad un total de 36 mil millones de dólares (12 mil millones por plaza judicial), lo que pone en la mira a Citgo, la subsidiaria de PDVSA en Estados Unidos; “predice” que el recurso judicial en las “cortes internacionales” será imitado por otras trasnacionales (v.gr ConoccoPhillips) que “se sienten engañadas (¡super sic!)”.
¡Para que aprendan los entreguistas “mexicanos” del epílogo que les espera en sus transacciones con las grandes potencias!
Stratfor recalca que, “a diferencia de varias empresas estatales de energía, PDVSA posee numerosos activos foráneos”, siendo la mayor Citgo, la cuarta refinería en Estados Unidos, que refina aproximadamente 1.1 millones de barriles al día. De facto, ExxonMobil embarga esta cuantiosa cantidad de crudo refinado.
También se encuentran en la mira las refinerías de las Islas Vírgenes (EU) y las Antillas Holandesas, donde PDVSA posee fuertes intereses y que se han vuelto “vulnerables a los actos legales” de ExxonMobil.
El asombroso desempeño económico de Venezuela (con sus normales “disonancias”) ha exasperado al régimen torturador bushiano, al haber puesto en ridículo los “logros” del régimen pinochetista-neoliberal con máscara social demócrata de Chile: un peón, desde el punto de vista militar y financiero, de la dupla anglosajona en Sudamérica, que ha sido inventada como “paradigma” a seguir, amén de los fundamentalistas monetaristas de los Chicago Boys (hoy en plena ruina intelectual), por la revista Letras Libres del desinformado y desinformador Enrique Krauze Kleinbort, así como por el eterno ignaro Emilio Gamboa Patrón, un operador de los caños del desagüe del putrefacto “viejo régimen” mexicano.
Con poblaciones y territorios semejantes, Venezuela (25 millones de habitantes y 882 mil 50 km) supera a Chile (16 millones de habitantes y 748 mil 800 kms) en el PIB “nominal” en 60 por ciente: 166 mil millones frente a 107 mil 700 millones de dólares; también prevalece por encima de Chile en 30 por ciento en el “poder de paridad de compra”: 335 mil millones frente a 234 mil 400 millones.
El crecimiento anual de Venezuela ha rebasado los dos dígitos en el último trimestre y representa más del doble de Chile que con sus fondos de pensiones desplomándose anda en 5 por ciento. En reservas de divisas, Venezuela cuenta con 31 mil 630 millones frente a 22 mil 240 de millones de dólares de Chile.
Más aún: Venezuela exhibe un mejor “índice Gini” (que mide la distribución del ingreso familiar) que el ranking patético de Chile, el cual se ubica en niveles africanos, con cifras del año 2003 –que Caracas seguramente habrá mejorado en los pasado cuarto años debido a su fenomenal despegue.
La existencia misma de Venezuela desmiente el modelo neoliberal impuesto por Estados Unidos en Latinoamérica. De allí la necedad y la necesidad de destruir a Venezuela, donde Estados Unidos pretende adueñarse del petróleo que no pudo capturar en Irak.
http://www.jornada.unam.mx/2008/02/10/index.php?section=opinion&article=018o1pol
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